El 29 de mayo se aprobó la disolución de la Knesset (Parlamento israelí), después de que fracasaran los intentos del primer ministro en funciones, Benjamín Netanyahu, para formar gobierno en uno de los mayores reveses de su carrera política.
A 50 días de haber brindado un discurso triunfal tras los comicios del 9 de abril, Netanyahu tuvo que aceptar que no podría formar gobierno y votó, junto con otros 73 parlamentarios, a favor de la disolución del Parlamento que menos duró en la historia del Estado.
Así, el Likud de Netanyahu logró evitar que se asigne la formación de una coalición de gobierno a otro parlamentario, algo que podría haber amenazado su continuidad al frente del gobierno, en el que lleva una década.
Los israelíes votarán el 17 de septiembre en una elección en la que se no se esperan muchos cambios de los patrones de voto, con un peso importante de la identidad religiosa del Estado y en las que sí puede haber nuevas alianzas.
Netanyahu necesitará mantener una imagen de solidez, y deberá intentar constituir un Ejecutivo lo más rápido posible luego del voto, para promulgar una reforma judicial que le garantice inmunidad frente a la investigación por corrupción a la que se enfrenta.
El Likud ya ha empezado a buscar alianzas, y selló esta semana la primera con el partido de centro-derecha Kulanu, liderado por el ex ministro Moshe Kahlon.
Se espera que el general Benny Gantz, líder del partido Kajol Laván (Azul y Blanco) que obtuvo la misma cantidad de escaños que el Likud, sea nuevamente el principal opositor de Netanyahu. Esta vez, sin embargo, Gantz enfrentará la campaña con más experiencia y con un partido que ya no se considerará una alianza de último momento sino una formación más consolidada.
Una de las grandes incógnitas de las próximas elecciones será el apoyo que consiga el ex ministro de Defensa Avigdor Lieberman, tras protagonizar la disputa que impidió a Netanyahu formar una coalición. Lieberman se enfrentó a otros dos socios de Netanyahu, los ultraortodoxos Shas y Judaísmo Unido de la Torá, en torno a la ley de reclutamiento al servicio militar obligatorio para los judíos ultraortodoxos, que se negó a modificar.
También toma cada vez más fuerza el rumor de que el Partido Laborista, con pésimos resultados en abril y a la espera de elegir un nuevo líder, se alíe con el izquierdista Méretz, que casi no logra alcanzar el umbral necesario para acceder al Parlamento.
El político que tal vez haya celebrado más la convocatoria de nuevos comicios es Naftali Bennett, líder de Nueva Derecha, que no había logrado escaños y tendrá una nueva oportunidad.
Los partidos árabes también tendrán la posibilidad de repensar su estrategia y buscar nuevas formas de atraer el voto de su sector, que tuvo escasa participación en las últimas elecciones.
Con información de EFE, AFP y DW