La historia da muchas vueltas, y para poder observar cambios mayores se tiende a pensar en términos de siglos. Sin embargo, desde la Revolución Industrial hace 200 años, el ritmo de cambio se ha acelerado y ahora aumenta significativamente más con la Revolución del Conocimiento. Aun así, es poco común observar un fenómeno como el desarrollo del estado de Israel en solo 74 años. Que Israel sea considerado el “país emprendedor” en el mundo y que tenga la posición 19 en el ranking de ingreso per cápita, era impensable cuando nació rodeado de enemigos que no querían permitir su existencia. Ahora, fuera de las complejidades del Medio Oriente, tiene que enfrentar una geopolítica global complicada, el mundo cambiante de la Revolución del Conocimiento y la existencia de un país judío con una importante población no judía.
Estamos viviendo y nos hemos adentrado en un mundo extraordinariamente complejo y dividido, donde realmente ningún país tiene garantizado un futuro placentero sin retos mayores por delante. A pesar de todo lo que está ocurriendo en esta convulsión política, es importante recordar que la Revolución del Conocimiento ya está en plena marcha. Prácticamente todos los futurólogos están de acuerdo en que, en los próximos diez años, todos los sectores de la economía mundial quedarán trasformados y seguramente con una composición de empresas líderes muy diferente a la actual. Es una realidad para todos los países, incluyendo los ricos y poderosos, ya que toda la población deberá ser entrenada en nuevas habilidades y actitudes. La mayoría de las personas tendrán que desempeñarse en nuevos roles y además requerirán educarse continuamente. Independiente de ser uno de los países líderes de las nuevas tendencias, esta es también una necesidad para Israel poder mantenerse en su posición y para continuar avanzando. Una buena parte de la población, tanto judíos como árabes, seguramente se negará a aceptar fácilmente los cambios que esto producirá en sus vidas.
Los Acuerdos de Abraham son muy importantes política y económicamente para Israel, pero críticos desde la óptica de la defensa para los países sunitas con los que los ha firmado. Israel se ha convertido en su protector de facto
Nuestro mundo de hoy incluye una crisis económica seria, una inflación aparentemente indomable, una guerra mayor en Europa, una globalización cuestionada, los regímenes iliberales agresivos dentro del campo de los países democráticos, una pandemia impactante, el gigante chino redefiniéndose y quién sabe cuántas variables más. Israel necesita estar al tanto, hacer seguimiento y responder en cada uno de esos aspectos.
Aparte de todos esos variantes elementos globales, Israel tiene sus propias realidades dentro del confuso mundo geopolítico del Medio Oriente. Irán, con 80 millones de habitantes y de la corriente chiíta, es el principal enemigo de Israel y utiliza una serie de proxies para atacarlo. Estados Unidos movió su foco hacia el sureste de Asia, restándole importancia al Medio Oriente; eso provoca que los países árabes sunitas queden en grave peligro frente a Irán. Ello lleva a los países sunitas moderados a firmar los Acuerdos de Abraham, muy importantes política y económicamente para Israel, pero críticos desde la óptica de la defensa para esos países. Israel se ha convertido en su protector de facto.
El futuro siempre es difícil de predecir. Irán fue el segundo país musulmán (después de Turquía) en reconocer a Israel, aun cuando se retractara posteriormente. Por otro lado, los países árabes sunitas que participaron o apoyaron la invasión a Israel después de la partición se encuentran ahora enfrentados a Irán. Israel, al asumir un rol de protector de esos Estados sunitas moderados, no puede perder su posición actual y necesita continuar fortaleciéndose. Con respecto al riesgo nuclear iraní, los expertos opinan que es más probable que esta sea una amenaza para los países árabes sunitas que directamente para Israel.
Israel nació y es un país occidental dentro del Medio Oriente, donde prevalecen las tribus, y en ese vecindario no existe una cultura moderna de Estado
Uno de los hechos determinantes ha sido que, más allá de la diferencia en religión con sus vecinos, Israel nació y es un país occidental dentro del Medio Oriente, donde prevalecen las tribus, y en ese vecindario no existe una cultura moderna de Estado. Este tribalismo es un hecho determinante, incluso en mayor grado que un grupo o Estado sea radical o moderado. La mentalidad y forma de pensar de la región es distinta, es necesario entenderla para convivir allí. Eso significa que es muy complejo trasmitir mensajes, por lo difícil que resulta entender cómo piensa y reaccionará el otro. La mentalidad del Medio Oriente difícilmente cambiará, y en todo caso tomará generaciones para evolucionar. Más allá de las presiones asociadas a las diferencias entre judíos ortodoxos y laicos, para Israel y los israelíes es un enorme reto entender y poder compartir con los árabes dentro de Israel y también con los vecinos. Por supuesto, la mejora en el bienestar ayuda a todos, pero no es suficiente.
La solución para el tema palestino no se avizora, así que de cualquier manera Israel tendrá internamente una población árabe importante. El futuro democrático en un Estado judío con una importante minoría, y quizá con una eventual mayoría árabe, no es fácil de visualizar. Este es posiblemente el principal reto para Israel. Los dirigentes israelíes están conscientes de ello y lo trabajan, pero seguro que todavía quedan múltiples sobresaltos en el futuro. La creación del Estado de Israel no era previsible, las soluciones a estos temas probablemente también vendrán con mucho esfuerzo y seguramente incluyendo formas ni pensadas ni imaginadas hoy.
*Ingeniero, empresario, analista y librepensador.