Un grupo de doce venezolanos estuvo recientemente en Israel para asistir a la feria agrícola Agritech 2018, en un itinerario organizado por la Cámara de Economía Venezolano-Israelí. NMI entrevistó a tres de ellos, quienes tras visitar el Estado judío por primera vez coinciden en un punto: la experiencia les cambió la vida
José Luis Betancourt fue presidente de la Federación Nacional de Ganaderos (Fedenaga), así como de la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción (Fedecámaras).
¿Cuál fue la mayor diferencia entre el Israel que imaginaba y el que encontró?
Imaginaba a Israel con poca vegetación y con mucha presencia de soldados en todas partes. Pero encontré un paisaje humanizado, con frondosa vegetación gracias a la utilización de tecnología desarrollada por israelíes. Son ejemplo de ello el embellecimiento de los espacios públicos, y miles de hectáreas sembradas en bosques cultivados.
También sentí mucha seguridad, sin la presencia de soldados. Una vida normal. Vi abundancia de esperanza por un mejor futuro.
¿Qué fue lo que más le impactó o sorprendió de su viaje?
Además de lo ya mencionado, también impacta observar un país del Primer Mundo a la vanguardia en tecnología de punta y con muy buena infraestructura de vialidad y servicios, en medio de un asedio permanente a su seguridad territorial y la de sus habitantes.
¿Cuáles productos o servicios de los que observó en Agritech podrían utilizarse con más provecho en Venezuela?
El riego por goteo en sus innumerables formas, y el tratamiento de aguas.
En aspectos no relacionados con el agro, ¿qué considera que Israel puede ofrecer a Venezuela?
Sin duda la tecnología médica, y acciones dirigidas a proporcionar la seguridad personal, serían un valioso aporte para los venezolanos.
¿Cómo definiría en pocas palabras a la sociedad israelí, según lo que pudo observar?
Una sociedad de valores cívicos y religiosos arraigados, respetuosa de las libertades individuales y colectivas. Defensora de su integridad territorial.
No puedo dejar de referirme a mis raíces espirituales, porque haber visitado Tierra Santa tiene una especial significación. Eso hace para mí la diferencia entre antes y después de nuestro viaje a Israel.
Eduardo Rodríguez Giolitti es un conocido periodista, con larga experiencia en radio y televisión.
¿Cómo imaginabas a Israel antes de conocerlo, con toda la información que ya poseías como periodista?
Lo imaginaba como un lugar palpitante, pujante, diverso, versátil, fundamentalmente una imagen sustentada en lo que uno ha leído y lo que suele escuchar o ver desde el punto de vista noticioso. Yo quería constatar, sobre todo, cómo en un territorio tan pequeño pueden confluir tantas cosas.
¿Qué te causó mayor impacto?
Incluso antes de llegar impacta la seguridad, muy justificada por demás, que existe antes de abordar el avión de El Al en Madrid. Es un servicio muy profesional y amable.
Luego llama la atención la organización del país, el estado de la vialidad, cómo se ha forestado el desierto. Otra sorpresa es lo corto de las distancias; por ejemplo, no imaginaba que el Monte de los Olivos y la Ciudad Vieja de Jerusalén estuvieran tan cerca que se puede ir caminando.
¿Cómo fue la experiencia en Agritech?
La gran estrella es el agua: cómo usar la tecnología para lograr la mayor eficiencia posible. Me llamaron la atención los sistemas automatizados para programar el riego desde el celular y desde cualquier parte del mundo. También el uso de drones, que es trasversal en la agricultura. Las máquinas para seleccionar la calidad de las frutas, la optimización de las semillas.
Una gran metáfora que define a Israel, algo que todos mencionan con orgullo, es el riego por goteo. La palabra goteo me impacta como instrumento de desarrollo. El israelí es su tierra, es el arraigo, el amor, la pertenencia, la defensa, la identidad. Y la palabra goteo define al israelí: con poco mucho, con menos más. El goteo ha sido suficiente para darle color verde a grandes extensiones del territorio.
En Agritech concluí que, lamentablemente, para la Venezuela de hoy, el presente de otros países sigue siendo nuestro futuro, y a veces muy distante.
¿Qué traes de este viaje?
Este viaje marcó un antes y un después en mi vida, en todos los órdenes, porque “ojos que no ven corazón que no siente”. La experiencia de Israel es eminentemente sensibilizadora, es un gran descubrimiento. Israel es para mí un gran mensaje de esperanza, de palabra comprometida y cumplida. Regresé con mucha curiosidad por encontrarle explicación histórica, religiosa, política y social a lo que vi, porque entre otras cosas en esos días ocurrió una situación difícil en la que hubo alrededor de 60 muertos en la Franja de Gaza.
Nunca imaginé que Israel tuviera tanta capacidad de convivencia en la diversidad. Fui a Israel sensibilizado por lo que considero la principal carencia en la Venezuela de hoy, que es la falta de credibilidad en la palabra, la escasez de confianza. Israel es un contundente testimonio de compromiso, que además invalida cualquier argumento o excusa ante las limitaciones. Es una demostración de desarrollo desde la nada. Sentí, más que ver y escuchar o porque me lo dijeran, que es un país donde el gran vaso comunicante es la pertenencia a una tierra y una nacionalidad, apalancada en el logro a través del esfuerzo y la capacitación. Se siente que en el ideario del israelí, hasta en el más humilde, está la convicción de que la mejor capacitación posible es el verdadero motivo de orgullo, el verdadero desarrollo personal y colectivo.
Otra experiencia muy sentida fue encontrarme con israelíes que acaban de llegar de Venezuela. Este viaje también me ha hecho repensar el tema de la migración; esas cifras que nos alarman sobre los venezolanos que se han ido, que hacen que tengamos esa mortificante sensación de desalojo, de despedida, de vacío y ausencia, esas cifras tienen corazón, tienen una historia vinculada al país.
Yo regresé comprometido a convertirme en un difusor justo, necesario y oportuno sobre Israel.
Arturo Arenas es ingeniero electricista, con varias décadas de experiencia en generación de energía a gas y paneles solares. Ha trabajado durante muchos años con el grupo Sambil.
¿Qué fue lo que más le impresionó de Israel?
Yo había visto a Israel en el mapa, pero me impresionó lo pequeño que es. Estuvimos en Tel Aviv, Jerusalén, Nazaret, en kibutzim, la Galilea, el Mar Muerto, en incluso en Belén en la Autoridad Palestina. Yad Vashem me pegó emocionalmente, y también cuando sembramos un árbol en el Bosque Simón Bolívar.
Lo que más sorprendió fue cómo una sociedad que está permanentemente asediada puede funcionar con una vida normal. Segundo, que hay mucha seguridad, pero uno no la ve; en esos días sucedió lo de Gaza, pero todo siguió funcionando como si no estuviese pasando nada. Tercero: la juventud de Israel, que es alegre, disfruta de la vida; es una juventud motivada e identificada con su país y su defensa. Y no puedo dejar de mencionar que viajar con el humorista Laureano Márquez, quien además es politólogo y una persona muy culta y divertida, aportó mucho a este viaje.
¿Algo inesperado?
La tecnología agrícola. Nunca pensé que un desierto pudiera sembrarse como si estuvieras aquí en el trópico. Que hayan logrado desarrollar eso me impresionó muchísimo.
También me llamó la atención la sencillez, la humildad de la gente, incluso de la que tiene un alto nivel académico. La gente es muy amable; yo la imaginaba agria, por tantos problemas que hay en esa zona.
Se lo he dicho a mis amigos: “Si tú no vas, olvídate de cualquier cuento que te echen. Israel no tiene nada que ver con lo que vas a encontrar allá”. Parece que hay una falta de manejo de la opinión pública sobre las cosas buenas de Israel. Cuando actúa, parece que siempre fuera “el malo”.
¿Encontró en Agritech tecnologías que puedan utilizarse en Venezuela?
En la feria conocí gente que trabaja en el tema de la energía, y estamos viendo cómo negociar con ellos. También visitamos una planta desalinizadora de agua del mar, la más grande de Israel y una de las más grandes del mundo. Por cierto que aquí en Los Roques hay una planta desalinizadora producida por la misma empresa israelí, pero creo que solo entró parcialmente en funcionamiento. También estamos pensando en instalar en Los Roques un sistema de calentamiento por energía solar, basada en la solución técnica que propone una compañía de Israel con la que nos reunimos.
¿Qué trajo de Israel?
Si algo tengo que rescatar de este viaje, el mejor que he hecho en toda mi vida, diría que es lo increíble de una sociedad que se logra articular para trabajar todos en la misma dirección.