Decidí escribir este artículo sobre la relación entre estos dos países, después de investigar en profundidad las raíces de esta amistad, que se ha convertido en amor tanto del pueblo guatemalteco como de sus gobiernos a Israel.
La imagen que me viene a la mente, y en la que ubico por primera vez esta relación, fue con el traslado de la embajada de Guatemala de Tel Aviv a Jerusalén, bajo la presidencia de Jimmy Morales, el 16 de mayo de 2018, solo dos días después de que lo hiciera EEUU.
Justo hace días que regreso de mi participación en el II Foro Para Combatir el Antisemitismo, organizado por el Congreso Judío Latinoamericano en Buenos Aires, donde estuvo como invitado especial el expresidente de Guatemala Jimmy Morales, quien compartió con nosotros sobre dicha decisión, a pesar de que su cancillería no estaba a favor, pero comentaba que el canciller no tenía una respuesta del por qué no mudar la embajada a Jerusalén, simplemente porque era el status quo de las últimas décadas.
Recordemos que en los años 70 había hasta 16 países con embajadas en Jerusalén, y lo más resaltante es que, de esos 16 países, 12 eran latinoamericanos, a saber: Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Panamá, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. Los otros cuatro países eran: tres africanos (Costa de Marfil, Zaire —actual República Democrática del Congo— y Kenia), y por Europa los Países Bajos, que era el principal aliado de Israel en el viejo continente.
La relación de Guatemala con Israel viene de atrás. Es más, la creación misma del Estado de Israel se debió en gran parte a un personaje extraordinario, el guatemalteco Jorge García Granados, quien fungía como embajador de dicho país ante las Naciones Unidas, formando parte de la Comisión Especial nombrada por la ONU, la UNSCOP, conformada por 11 países para que analizara el problema entre judíos y árabes en Palestina e hiciera una propuesta de solución, para lo cual, la participación y liderazgo de Jorge García Granados fue fundamental para que el 29 de noviembre de 1947 se votara en las Naciones Unidas el proyecto de partición de Palestina, con la finalidad de crear dos Estados, uno judío y otro árabe.
El lobby que hizo García Granados rindió sus frutos, y la mayoría de los países votó a favor de la partición: 33 países votaron a favor, 13 en contra, 10 se abstuvieron y uno no se presentó.
Incluso el 15 de mayo de 1948, fecha en la que vencía el mandato del Alto Comisionado Británico para Palestina, otorgado por la Liga de las Naciones en 1920, contó con el último voto que se requería para declarar a Israel como país soberano e independiente (ya Israel lo había proclamado unilateralmente un día antes) por parte de Guatemala; a pesar de que García Granados no se pudo comunicar con su cancillería, decidió en forma personal asumir esa responsabilidad, completando la mayoría necesaria para consolidar el estatus formal y universal del reconocimiento de Israel como un miembro más de las Naciones Unidas.
En Jerusalén hay una calle con el nombre del excelentísimo embajador Jorge García Granados. En el año 2006, el Congreso guatemalteco decretó el 14 de mayo de cada año como Día de la Amistad entre Guatemala e Israel, realizando una serie de actividades oficiales y populares que refuerzan ese amor inquebrantable entre ambas naciones.
Durante la pandemia, el primer país del mundo que hizo donaciones de vacunas fue Israel a Guatemala, entregando 5000 unidades, cientos de respiradores para hospitales, equipos de protección para personal médico, etc.
Es interesante destacar que esta relación de hermandad se vio fortalecida inclusive en el ámbito militar, cuando durante el conflicto territorial de más de un siglo entre Guatemala y Belice, siendo esta última colonia británica, Guatemala militarizó en 1970 la frontera con la para ese entonces llamada Honduras Británica, incursionando en su territorio, lo que provocó la airada reacción de Gran Bretaña, que dio un ultimátum de tres semanas para la desocupación de dicha área. Entonces Israel apoyó decididamente a Guatemala, donándole aviones militares de trasporte entre otros equipos y armamentos, aun cuando al final no se concretó una situación bélica de magnitud.
Quería reseñar en estas breves líneas, para que mis lectores puedan conocer parte de la extraordinaria historia de estas dos naciones, que aun cuando están separadas por miles de kilómetros de distancia, se encuentran indisolublemente unidas por el respeto, la confianza, la solidaridad y el amor, comprobados en todas las etapas históricas que hemos reseñado en este breve artículo.