En una decisión histórica, la Knesset (Parlamento) aprobó el pasado 19 de julio la duodécima “ley básica” de Israel, que lo consagra como “Estado-nación del pueblo judío”. Podría pensarse que tal definición resultaba innecesaria, pues hace ya un siglo que la comunidad internacional reconoció, a través de la Liga de las Naciones, que en la entonces Palestina británica debía constituirse el “hogar nacional judío” promovido por el movimiento sionista. Además, el texto de la Declaración de la Independencia resulta bastante explícito.
Necesaria o no, esta nueva ley ha obligado a retomar la discusión sobre el origen, legitimidad y propósitos del Estado judío. Además se convierte, de hecho, en la exposición de motivos y preámbulo de una eventual Constitución nacional.
Los artículos de estas páginas resumen los argumentos en pro y en contra que se desarrollan en el propio Israel, en palabras de dos reconocidas y solventes analistas.
La ley de Estado-nación de Israel: reacciones y exageraciones