Avi Issacharoff*
Son tiempos difíciles para Qassem Soleimani, el comandante de la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria iraní. Este general, un personaje legendario al que han visto en todos los frente de batalla del Medio Oriente, ha enfrentado recientemente varios reveses por causa de acciones militares atribuidas a Israel en Siria.
Soleimani, según reportes, perdió a siete de sus hombres en Siria, y ha debido dar explicaciones en Teherán sobre la extensión del involucramiento de la Fuerza Quds en la guerra civil, algo que no es bien visto por algunas facciones en Irán.
A él y a la Guardia Revolucionaria les gustaría responder a los ataques, según evaluaciones de funcionarios israelíes, pero es una tarea difícil.
En primer lugar, por lo visto Israel monitorea y conoce bien las operaciones militares iraníes en Siria. Pero además, dentro del actual mapa de intereses del Medio Oriente, es difícil identificar socios que cooperarían en un intento de venganza contra Israel.
Rusia, que aspira a obtener beneficios de su participación en Siria en la forma de rehabilitar ese destrozado país y construir una infraestructura propia, no querría ver una nueva guerra en suelo sirio después de siete años de guerra civil. El tema probablemente se discutirá durante la próxima visita del primer ministro Benjamín Netanyahu a Moscú.
El presidente sirio, Bashar al-Assad, también preferiría rehacer su país en lugar de verlo convertido en un agente iraní, tras haber limpiado recientemente la capital de terroristas del Estado Islámico, y estando aún enmarañado en una batalla por el campo de refugiados de Yarmuk.
Incluso para la sucursal de Irán en el Líbano, el grupo terrorista Hezbolá, la venganza contra Israel no resulta fácil en este momento. Justo después de la campaña electoral que resaltó el enfoque de ese grupo en los asuntos internos libaneses, puede asumirse que Hezbolá, tratando de aumentar su poder en el gobierno, no estaría muy dispuesto a lanzar una nueva guerra contra Israel en nombre de Irán.
Sin embargo, funcionarios israelíes estiman que las fuerzas militares de Hezbolá constituyen una parte significativa del afianzamiento de Irán en territorio sirio. Irán está esforzándose secretamente para establecer un grupo delegado que reaccione contra Israel, sin implicar a Hezbolá o dejar huellas iraníes, justo como ha hecho en años recientes en su enfrentamiento contra Arabia Saudita en Yemen con la ayuda de Hezbolá. Los rebeldes hutis lanzan misiles hacia territorio saudí cada pocas semanas, y han logrado golpear blancos como el aeropuerto de Riad.
En Siria, Hezbolá y su líder, Hassan Nasralá, no están oficialmente comprometidos con los esfuerzos iraníes. Pero el grupo ha acordado enviar a sus principales expertos y asesores para apoyar ese objetivo: lanzar misiles de largo alcance hacia Israel, aspirando a dar en un blanco militar para responder de manera ostensible y proporcionada a los presuntos bombardeos israelíes (en este contexto, debe hacerse la observación de que Irán busca “venganza” por supuestos ataques israelíes que se produjeron después de que desde Siria, en febrero, los iraníes lanzaron un dron cargado de explosivos hacia Israel; y que Israel ha dejado claro, varias veces, que tomará las medidas necesarias para evitar que Irán establezca una infraestructura militar frente a su frontera norte).
Israel ha identificado a algunos de esos asesores en Siria, junto a miembros de milicias chiítas que operan para Soleimani. Para trasferir misiles de Irán a Siria, el comandante de la Fuerza Quds ha contado con el apoyo del líder de la Fuerza Aérea de la Guardia Revolucionaria, Amir Alí Hajizadeh, y el jefe de su programa de misiles tierra-tierra, coronel Mahmud Bakri Katrem Abadi.
Soleimani y sus colegas de la Guardia Revolucionaria también enfrentan oposición interna en Irán, principalmente por parte de los líderes del llamado campo moderado, el presidente Hassan Ruhani y el canciller Mohamad Javad Zarif.
Irán no desea meterse en problemas en Siria, en vísperas de la decisión del presidente Donald Trump sobre su retiro del acuerdo nuclear de 2015. Pero debe destacarse que incluso después de que Trump anuncie su decisión, nadie en el campo moderado de Teherán verá beneficio alguno en involucrarse en un enfrentamiento militar contra Israel. Podría resultar demasiado costoso. La economía iraní está deteriorándose, y el acuerdo nuclear aparentemente no ha mejorado la situación. The Wall Street Journal reportó el 7 de mayo que en los últimos tiempos el país ha enfrentado una oleada de huelgas y protestas a gran escala. La tasa de desempleo es de 12%, el rial está cayendo, y los precios de los productos básicos están aumentando.
Una complicación iraní en Siria no traerá la calma a las turbulentas calles de Irán. Al contrario, crearía un deterioro mayor, y solo podemos imaginar qué ocurriría si no se renueva el acuerdo nuclear y se intensifican las sanciones económicas.
*Analista sobre temas del Medio Oriente
Fuente: The Times of Israel. Traducción NMI.