En un avance notable que podría allanar el camino hacia combustibles neutros en carbono, investigadores del Instituto Científico Weizmann han producido bacterias genéticamente modificadas que pueden vivir con dióxido de carbono en lugar de azúcares.
El logro, reportado en la revista especializada Cell y recogido rápidamente por prestigiosas publicaciones como Nature, podría conducir a la producción de bajas emisiones de carbono para su uso en biocombustibles o alimentos, que también ayudarían a eliminar el exceso de CO₂ de la atmósfera, donde está ayudando a impulsar el calentamiento global.
Las plantas y las cianobacterias que viven en el océano realizan la fotosíntesis tomando energía de la luz para trasformar el CO₂ en una forma de carbono orgánico que se puede utilizar para construir ADN, proteínas y grasas.
Bacterias E. coli. (Foto: Wikimedia Commons)
Como estos fotosintetizadores pueden ser difíciles de moderar genéticamente, el equipo de Weizmann, bajo la dirección del profesor Ron Milo, tomó la bacteria E. coli, comúnmente asociada con la intoxicación alimentaria, y pasó varios años capacitándola para «comer» dióxido de carbono.
A través de la ingeniería genética, lograron que las bacterias convirtieran CO₂ en carbono orgánico sustituyendo la energía del sol, un ingrediente vital en el proceso de fotosíntesis, por una sustancia llamada formiato, que también está atrayendo interés como generadora potencial de electricidad limpia.
Roi Ben-Nissan, Yinon Bar-On y otros investigadores del Instituto de Ciencias Vegetales y Ambientales, privaron luego a las bacterias del azúcar (glucosa) mientras les suministraban dióxido de carbono y formiato, y observaron varias generaciones para probar si su evolución permitiría que algunas de las bacterias mutaran y pudieran sobrevivir únicamente con CO₂. Después de un año, algunos de los descendientes de las bacterias hicieron el cambio completo a CO₂, a través de cambios evolutivos que solo implicaron 11 genes.
Las bacterias de laboratorio que pasaron a las dietas de CO₂ fueron alimentadas con cantidades muy altas del gas. Sin embargo, en condiciones atmosféricas regulares aún necesitarían azúcares para sobrevivir.
«Nuestro laboratorio fue el primero en considerar la idea de cambiar la dieta de un heterótrofo normal [uno que consume sustancias orgánicas] para convertirlo en autótrofo [‘vivir en el aire’]», dijo Milo. “Al principio parecía imposible, pero hemos aprendido muchas lecciones en el camino, y al final demostramos que se puede hacer. Nuestros hallazgos son un hito importante hacia nuestro objetivo de aplicaciones científicas eficientes y ecológicas».
Fuente: The Times of Israel. Traducción NMI.