Jerry Klinger*
“Un nuevo rey surgió en Egipto, que no conocía a José”
Éxodo, 1:8
En la larga guerra por las mentes y las ideas, a nivel nacional y mundial, Israel tiene una larga historia de defensa deficiente de sus ideas y posiciones.
Hoy en día, 60% de los israelíes tienen orígenes sefardíes o mizrajíes (orientales, sobre todo provenientes de Iraq, Irán y Yemen). Aunque la Knesset aprobó una ley para el reconocimiento anual del 30 de noviembre como el día para conocer su historia, poco se ha hecho.
El monumento a la expulsión de los judíos de los países musulmanes, y la famosa foto en que se basó
(Foto: Sociedad Judía Estadounidense para la Preservación Histórica)
Desde la perspectiva de la diáspora e incluso desde dentro de Israel, la memoria y el significado de la experiencia sefardí-mizrají se conocen cada vez menos. Sin embargo, su historia es tan importante para entender a Israel como lo es el Holocausto.
El 30 de noviembre de 2021, se inauguró el primer memorial permanente a los 850.000 judíos de los países árabes e Irán que fueron étnicamente “limpiados” de lo que durante milenios fueron sus hogares tras el nacimiento del Estado de Israel, lo que puede denominarse Naqba judía.
Naqba (“catástrofe”) es el término que emplea la propaganda palestina para denominar la creación del Estado de Israel y la consiguiente salida de su territorio de unos 700.000 árabes, azuzados por la Liga Árabe y, sobre todo, por el entonces mufti de Jerusalén, Haj Amin e-Husseini. Pero un número superior de judíos debió huir de las persecuciones y matanzas que se desataron en el mundo musulmán incluso antes de la independencia de Israel
La Sociedad Judía Estadounidense para la Preservación Histórica (JASHP por sus siglas en inglés) concibió, financió y creó el monumento con el apoyo de la alcaldía de Jerusalén, la Federación Sefardí Mundial y la Fundación Jerusalén. Se trata de una interpretación artística de la imagen icónica de 1947 de una familia de refugiados judíos yemenitas abriéndose camino a través del desierto, con la esperanza de llegar a un lugar seguro en Israel. El memorial, ubicado en el paseo Sherover en Jerusalén, es obra del destacado escultor jerosolimitano Sam Philipe.
JASHP ha completado hasta ahora 17 proyectos en Israel y otros lugares, desde el Memorial del Éxodo en Haifa, y restauró la tumba tristemente desintegrada de Shmuel Cohen, el compositor de la música de Hatikva, himno nacional del país. El memorial a la Naqba judía quizá sea el más importante, pues más que para la memoria, es una herramienta para la defensa de Israel.
El 30 de noviembre, una multitud de asistentes desafió los renovados temores por el Covid y se reunió en el lugar. El ministro gubernamental Merav Cohen, el vicealcalde de Jerusalén Fleur Hassan-Nahoum, el presidente de la Federación Sefardí Mundial, Haim Cohen, y otros. El Coro de Niños de Jerusalén ofreció la parte artística del evento.
Este memorial no trata solo del pasado, sino del presente y del futuro. El futuro son los niños, todos nuestros niños.
*Fundador y presidente de la Sociedad Judía Estadounidense para la Preservación Histórica.
Adaptado de The Times of Israel (fragmento). Traducción NMI.