A mediados del último mes de mayo, unos amigos tuvieron la satisfacción de asistir a la graduación de una de sus hijas, quien se doctoró en la prestigiosa Escuela de Salud Pública de Mailman School de la Universidad de Columbia. Recordamos que la rectora, Minouche Shafik, decidió cancelar el principal acto de graduación sustituyéndolo por decenas de ceremonias más pequeñas, por escuelas, debido a que Columbia se había convertido en un insólito foco de activismo en provecho de grupos radicales palestinos.
Sin duda, este nuevo título significó un gran logro conseguido con empuje, dedicación y esfuerzo, por lo que, con regocijo, mis amigos se dispusieron a disfrutar de la supuesta formalidad de la ceremonia. Sin embargo, hubo una serie de incidentes abusivos que empañaron el acto.
Para la representación de unos 750 graduandos se designó a Saham David Ahmed Ali como oradora, quien se presentó como una mujer negra musulmana, vestida a la usanza de su origen somalí, con el cabello totalmente cubierto y, a fin de mostrar su preferencia ideológica, una kefya en sus hombros. En su discurso acusó a Israel de un inexistente genocidio y una falsa hambruna; también criticó a Columbia por no abordar la guerra en Gaza, según lo que ella considera que debió hacerse. De pronto el micrófono se apagó, y en ese intervalo parte de la audiencia protestó, gritando insistentemente “déjenla hablar”. A pesar del inconveniente, Ali pudo pronunciar el resto de su perorata antisemita y enfatizar su desaprobación hacia la propia escuela que la formó. En vez de centrarse en los problemas, soluciones y beneficios que en su campo profesional comparten los graduandos, Ahmed Ali lo aprovechó como una oportunidad para impulsar sus propósitos, signados por la narrativa proselitista repetida infinidad de veces por Hamás, al evidente estilo de Joseph Goebbels, ministro de propaganda del régimen nazi entre 1933 y 1945; y es lógico, pues la ideología del Islam radical, es decir, la que esgrimen al-Qaeda, Talibán, Hezbolá, la teocracia iraní, ISIS y Hamás, es la nueva cara del nazismo.
Como ya se ha vuelto costumbre, quien fungió como oradora en representación de los graduandos se lanzó un discurso inscrito en el odio antisemita e ignoró las atrocidades de Hamás. ¿Cómo actuará si le toca atender a una mujer judía?
(captura de pantalla)
Dado que Ahmed Ali se apoderó de la ceremonia de graduación de 750 estudiantes para promover la ficción que a ella le interesaba, no se refirió a las atrocidades que Hamás perpetró el 7 de octubre pasado, cuando irrumpió en el sur de Israel. Siendo una graduanda de una acreditada escuela de salud pública que, entre otros aspectos, marca la importancia de la salud femenina, ni por un instante Ahmed Ali se dignó a señalar que Hamás utilizó diversas y brutales formas de violación y mutilación de mujeres y niñas israelíes como armas de guerra; tampoco expresó empatía por las numerosas familias torturadas, degolladas, quemadas vivas y secuestradas. Llama la atención que, viniendo del sector salud, omitió mencionar el perverso uso que Hamás hace de los hospitales como cuarteles de sus fuerzas terroristas, y el acaparamiento de ambulancias para movilizar a sus cuadros y armas.
Ali concluyó su discurso enumerando las demandas del grupo estudiantil antijudío Apartheid Divest, involucrado en los disturbios en el campus durante las últimas semanas, lo cual revela la nefasta influencia del movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS); y precisamente eso es lo que buscan alcanzar por medios descomunales. Junto al BDS, está la organización Estudiantes por la Justicia en Palestina (SPJ), la cual lleva el peso del adoctrinamiento, más el de la violencia antisemita y terrorista. Al mismo tiempo, esta situación expone el predominio extranjero, especialmente de Catar, aceitado por cuantiosas donaciones.
Cabe destacar que un buen porcentaje de los graduandos apuntaló las palabras de odio extremista de Ali, pues se pararon a ovacionarla. Ello prueba que en las aulas de Columbia se está forjando una corriente antisemita y antiestadounidense. Sin embargo, muy pocas personas del público aplaudieron; se estima que solo un 10%, y hubo sensibles retiros.
Siendo una graduanda de una acreditada escuela de salud pública que, entre otros aspectos, marca la importancia de la salud femenina, ni por un instante Ahmed Ali se dignó a señalar que Hamás utilizó diversas y brutales formas de violación y mutilación de mujeres y niñas israelíes como armas de guerra
Las autoridades de la universidad han sido indiferentes a las amenazas, exclusiones y agresiones contra profesores y estudiantes judíos, así como a las tácticas clara y peligrosamente terroristas, de tal manera que han venido permitiendo el incremento de los libelos antisemitas, sin intentar corregir esta obscena y engañosa visión, por demás destructiva en una casa de estudios con tradición de excelencia y que, rápidamente, está perdiendo su anterior reputación y calidad.
En estos momentos no pueden evadir la responsabilidad que les corresponde frente a este discurso antiisraelí, antisemita y contradictorio a los valores estadounidenses de democracia y libertad.