R ecientemente, medios libaneses afiliados a Hezbolá informaron sobre una primera reunión en Alepo entre funcionarios militares rusos de alto rango y comandantes de campo de Hezbolá, y que ambas partes acordaron continuar conversando regularmente.
El informe dice que Rusia inició la reunión después de quedar impresionada por los esfuerzos de Hezbolá en repeler el ataque rebelde sirio en el occidente de Alepo en octubre. El diario Al-Akhbar agregó que el canal abierto entre las partes incluirá discusiones operativas de programas militares, y no abordará el conflicto entre Hezbolá e Israel.
La guerra civil siria ha sido trasformada hace mucho, de una disputa local y regional en un conflicto de superpotencias. Moscú se ha estado preparado para defender sus intereses vitales en la escena siria, mientras que la política del gobierno de Obama ha sido tímida e indecisa.
El gobierno de EEUU proclamaba persistentemente que Assad debía irse. Finalmente, sin embargo, cedió y aceptó considerar al dictador sirio como un actor legítimo en un gobierno de transición. Rusia, consciente de la confusión de EEUU, comenzó en julio de 2015 a aumentar sus huellas en Siria a través de una intervención militar directa e intensificada, y ataques generalizados contra la oposición siria.
La reunión entre Rusia y Hezbolá tiene importantes implicaciones para el grupo islámico, EEUU e Israel.
Hezbolá está atascado en el cenagal sirio. Según estiman los oponentes de ese grupo en la comunidad chiíta del Líbano, la cuenta de muertos de Hezbolá pasa de 2000. Muchos en Israel consideran que este desgaste de Hezbolá obra a favor del Estado judío, pero otros han advertido que, luchando en Siria, Hezbolá está mejorando sus capacidades de combate en áreas urbanas, capacidades que pueden ser usadas eventualmente para repeler a las fuerzas de Tzáhal de poblados libaneses, o para enviar “fuerzas de intervención” dentro de Israel para capturar áreas pobladas en su propio terreno.
La coordinación entre Rusia y Hezbolá podría también ser una señal para la próxima administración estadounidense. Rusia trasmitiría así a Donald Trump, cuya política futura en la escena siria es una incógnita, que está preparada para frustrar las medidas norteamericanas en Siria que no sean de su agrado; primero y principal, cualquier intento por deponer a Assad.
Es posible que el eje Rusia-Irán-Hezbolá, asistido por milicias chiítas iraquíes, afganas y pakistaníes, busque establecer hechos en el terreno que hundan cualquier plan del nuevo gobierno norteamericano para establecer una política ofensiva en Siria. Un canal directo de operaciones entre Rusia y Hezbolá puede facilitar la obtención de este objetivo estratégico.
*Investigador en el Centro Ezri para Estudios de Irán y el Golfo Pérsico.
Fuente: Enlace Judío (México), síntesis de NMI.