Ana Jerozolimski*
El impresionante operativo de los beepers explosivos llevado a cabo este martes por la tarde en Líbano y Siria —en el que según los últimos reportes hubo por lo menos 4.000 terroristas heridos, 400 de ellos gravemente y 500 que perdieron la vista, además de un número aún no totalmente claro de muertos— fue un singular ejemplo de lo que se necesita para una exitosa lucha antiterrorista: ideas ingeniosas, información de inteligencia precisa y tecnologías de avanzada para ponerlas en práctica.
Cabe aclarar que si bien se da como hecho que el autor fue Israel —por su conocida capacidad, y por el hecho de que asestar un golpe clave a Hezbolá es un interés supremo de su parte—, las autoridades no lo han reivindicado. El Israel oficial no confirmó su autoría. Si bien tampoco se ha esforzado demasiado en desmentirlo, sería un error darlo en forma contundente como un operativo israelí sin aclarar este punto.
Nadie cuenta con claridad cómo se logró un operativo de tal alcance, cómo se consiguió que miles de aparatos beeper suenen en todo Líbano al mismo momento, cómo se supo quiénes los tenían y, más que nada, cómo se consiguió detonar las explosiones. Circula una versión que atribuye al Mossad una idea muy original que permitió llegar a los beepers importados por Hezbolá —justamente porque temía que Israel pudiera seguirlos con los teléfonos inteligentes—, y colocar una pequeña cantidad de explosivo en cada uno antes de que estuviesen en manos de los terroristas.
Un beeper o “buscapersonas”, y estado en el que quedó uno de los que detonaron en el Líbano
(Fotos: X)
Pero lo que sí está claro, tal como aclaró en una entrevista al canal N12 de la televisión israelí un ex alto oficial en el Mossad, Oded Eilam, es que un operativo de este tipo no se hace porque surge una oportunidad puntual, momentánea y repentina, ya que requiere una preparación de mucho tiempo.
El primer elemento, una idea genial, fue usar los beepers en manos de los terroristas como armas letales que serían detonadas en sus manos, más que nada sabiendo que Hezbolá los había encargado para evitar lo que estimaba sería un seguimiento de parte de Israel de sus teléfonos inteligentes modernos. Pero volver a una tecnología que hoy ya casi no está en uso no les ayudó.
Luego está el elemento clave de la Inteligencia, saber quién tendría el modelo puntual de beepers que al parecer habían sido cargados con explosivos —si es que esa versión realmente es la exacta—, dónde estarían, cuál sería el despliegue de los aparatos en manos de Hezbolá. Y ni que hablar de haberse enterado de su importación y del funcionamiento de las comunicaciones dentro de Hezbolá.
En una entrevista con el canal N12, en el programa del periodista Avri Gilad, el Brigadier General (retirado) Nati Cohen, exjefe de Comunicaciones en el ejército israelí, dijo que cabe suponer que se combinó la colocación de explosivos en los aparatos con una tecnología que hizo posible calentar desde lejos las baterías de los beepers y que eso detonó el explosivo. Recalcó que comentaba solo sobre la base de lo que dicen fuentes extranjeras, y que no tiene información oficial alguna de parte de Israel. “Es como una película”, confirmó.
Un operativo de este tipo no se hace porque surge una oportunidad puntual, momentánea y repentina, ya que requiere una preparación de mucho tiempo
La tecnología es un elemento obvio, especialmente exitoso en este caso. Fue inevitable recordar este martes la eliminación, el 5 de enero de 1996, de Yehia Ayash, “el ingeniero de Hamás”, utilizando su propio teléfono celular. Ayash había preparado todas las cargas explosivas de los atentados suicidas de aquellos años. Un palestino que era agente del Shin Bet (Agencia de Seguridad Interna de Israel) logró introducir explosivos en su teléfono, cuando alguien allegado a Ayash lo mandó a reparar. Cuando volvió a recibirlo, sin saber que el teléfono había llegado a manos israelíes, su destino estaba sellado.
Pero también elementos supuestamente más sencillos en la lucha antiterrorista, como la posibilidad de ubicar a una figura buscada para eliminarla, es resultado de tecnologías sofisticadas de seguimiento. Así se ubicó y eliminó en febrero, en un departamento en Beirut, a Salah el-Aruri, el número dos de Hamás. Y más recientemente, al jefe “político” de Hamas Ismail Haniye, matándolo en su habitación de la residencia oficial de la Guardia Revolucionaria iraní en Teherán, adonde había acudido para participar en la ceremonia de asunción del nuevo presidente de Irán. En múltiples oportunidades se detectó dónde se escondía este jefe terrorista y se logró llegar en forma quirúrgica a su habitación, en un edificio que quedó intacto salvo el piso en el que se hallaba.
Este operativo, sea quien sea su autor, no tiene precedentes. “Megaevento”, lo están llamando con razón en Israel.
*Internacionalista, directora de Semanario Hebreo (Montevideo) y semanariohebreojai.com.
Fuente: semanariohebreojai.com.
Versión NMI.