Todo comenzó un día de 2017. Al entrar en el cuarto de sus hijas, que ya crecieron, los ojos de Lilian Gluck se posaron sobre sus peluches. Se le ocurrió que, en lugar de desecharlos, podían entregarse a otros niños para que los disfrutaran. Y pensó que en muchos otros hogares podría estar sucediendo lo mismo.
Hablando con varios familiares y conocidos, propuso la idea de reunir los peluches que estuviesen en buen estado para obsequiarlos a niños que no pueden adquirirlos. Pues entre las tantas necesidades que padecen muchos pequeños en medio de la crisis que vive nuestro país, una de las menos atendidas es la del afecto, de tener algo que abrazar.
Lilian Gluck, la creadora de la idea
La respuesta fue rápida y masiva. “Aquel año recolecté informalmente unos 200 peluches, y los llevamos al Hospital Clínico Universitario”, cuenta. En 2018, con la ayuda de su hija, preparó un “volante digital” que rápidamente se viralizó, y así comenzaron a llegar peluches no solo de Caracas sino todo el país, e incluso desde Estados Unidos, Colombia y Panamá; de esa manera nació Hospital de Peluches.
“Se trata de un emprendimiento grupal. Varias voluntarias se sumaron para reunir los peluches, lavarlos, remendarlos, y de ser necesario restaurarlos. A veces se tienen que coser, colocarles los ojitos y otros elementos faltantes. Porque todos los peluches se entregan en perfectas condiciones, limpios y envueltos en plástico”, explica Lilian Gluck.
Parte del equipo de voluntarias
El proyecto ha crecido de manera asombrosa: hasta el momento llevan entregados unos 6.500 peluches en más de 40 instituciones venezolanas entre hospitales, escuelas y hogares de abrigo, y hasta en plena calle.
Hospital de Peluches cuenta con numerosos colaboradores desinteresados: los repuestos los donan varias empresas, y las compañías de trasporte han sido solidarias al no facturar los envíos que provienen de fuera de Caracas o del exterior. Los videos promocionales que circulan por las redes sociales fueron elaborados por un grupo de jóvenes llamado “Te Contamos”.
En el “taller mágico”, cientos de peluches listos para su distribución
El “taller mágico” del Hospital de Peluches es la casa de Lilian. Cuando se reciben algunas piezas muy deterioradas se envían a “Hijos de Morán”, una organización de El Tocuyo, estado Lara, que se especializa en restauración mayor y en distribuir los peluches por su cuenta.
Más de la mitad de las voluntarias de este proyecto son integrantes de nuestra comunidad; aunque no se trata de una institución exclusivamente judía, se han llevado a cabo actividades de restauración de peluches con los abuelos del Beit Avot, se dictó un taller de reciclaje de peluches a los niños de los planes vacacionales de Hebraica, y se tiene previsto que los jóvenes de cuarto año del Colegio Moral y Luces “Herzl-Bialik” participen también, como parte del programa de trabajo social incluido en el pensum.
“No se trata de la simple entrega de obsequios”, complementa Lilian. “Entregamos un mensaje de valores: el reciclaje, el respeto —pues no se regala nada que no esté en perfecto estado—, el valor mismo de dar en un país donde mucha gente se ha acostumbrado solamente a pedir. Y además, está implícito el valor de la alegría”.
Un peluche y un juguete pueden hacer la diferencia
No pasó mucho tiempo para que, además de peluches, se recibieran donaciones de juguetes, ropa y otro tipo de insumos, que también se reparten adecuadamente.
“El peluche se convierte en el vehículo de algo mucho más grande y mucho más bonito: es un mensaje de esperanza. Nunca imaginé la receptividad que iba a recibir esta idea. Este se ha convertido en el proyecto de mi vida”, dice emocionada Lilian Gluck.
Sami Rozenbaum
Fotos: Hospital de Peluches
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Felicitaciones por este proyecto.
Yo quisiera ser voluntaria