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C ontra todo pronóstico, Hillo Ostfeld Z’L fue un sobreviviente de la aniquilación judía durante la Segunda Guerra Mundial; subsistió a los campos de concentración de Auschwitz y fue parte de una de las historias más estremecedoras de la humanidad; padeció y resistió los asesinatos de los nazis que cruelmente mataron a casi 6 millones de judíos y salió con vida. Nació en Chernovitz, Rumania, pero vivió más de 64 años en Venezuela, país al que siempre dedicó sus palabras de gratitud. Su reciente partida física dejó tras de sí un gran vacío, y el deber de recordar su legado en la comunidad judía venezolana y particularmente en nuestra querida institución, más aún en fecha tan especial como lo es el 50º aniversario de Hebraica.
Para Hebraica Hillo Ostfeld fue pieza fundamental. Estuvo entre los visionarios que entendieron y descifraron las necesidades de la pujante kehilá de los años 60 del siglo pasado. Formó parte de la primera junta directiva de Hebraica (1968-1970) como vocal, junto a John Benaím, Samuel Cula Rosemblat, Gregorio Scharifker, Abraham Sultán y Samuel Zabner, bajo la presidencia de David Katz.
Uno de los integrantes de esa histórica junta directiva, Gregorio Scharifker, recordó a su compañero y fundador de Hebraica. En su relato contó cómo conoció a Hillo Ostfeld: “A mi llegada a Venezuela desde Argentina en 1957 me relacioné con gente de la comunidad judía del área de seguros, quienes me pusieron en contacto con la Fraternidad Hebrea B’nai B’rith, fundada poco tiempo atrás. En la B’nai B’rith era regla hacer guardia rotativa junto a un miembro difunto durante unas horas, y me tocó el turno de 2 a 4 de la madrugada junto con un miembro quien apenas conocía de vista. Era Hillo Ostfeld”.
Continuó su relato: “Durante esas horas nocturnas tuve la oportunidad de que Hillo Ostfeld Z’L me contara su azarosa vida hasta llegar a Venezuela. No la repetiré porque ya se conoce lo suficiente por diversas vías, entre otros los escritos del mismo Hillo y de su esposa Klara. Y no sólo su llegada a este país, sino su adaptación y sus esfuerzos hasta ser reconocido como el líder de la comunidad judía y venezolana que fue en todos sus aspectos, comercial, industrial, cultural, deportivo y social, entre otros. Por cierto, nuestra guardia de 2 am a 4 am se prolongó hasta las 6 am, porque el reemplazo no llegó por accidente”, contó Scharifker de forma anecdótica.
Gregorio Scharifker, compañero de la primera junta directiva de Hebraica, dijo sin dudarlo que la actividad, vitalidad e impulsos de Hillo Ostfeld eran vigorosos, incansables, llenos de ideas de actividades, reformas, iniciativas, en la construcción del edificio de la Unión Israelita de Caracas, el de la B’nai B’rith en Altamira, y desde luego en la creación y desarrollo de Hebraica. “Sin duda, fue un hombre luchador por excelencia”, dijo.
Felizmente, destacó Scharifker, se incorporó a Hillo Ostfeld como miembro de la primera junta de Hebraica. “Eso era un hervidero de ideas. Todos enfrentados a un enorme terreno vacío (o casi, salvo unas pequeñas aulas en la parte norte, cerca del Ávila). Qué hacer, qué no hacer, cuáles eran las metas o los propósitos. Entre los miembros de la junta estaban representadas diversas profesiones, también se invitaba a otras personas que pudieran aportar ideas para educación, para deportes, para cultura, para servicios humanitarios... piscina, béisbol, fútbol, escuelas infantiles, primaria, secundaria, entretenimiento, socialización, integración mayor de ashkenazíes y sefarditas. En todo, Hillo Ostfeld sostenía puntos de vista con fundamento sólido y auténtico interés”, acotó.
Abraham Levy Benshimol, quien fuera presidente de la Asociación Israelita de Venezuela y de la CAIV para esos años, explicaba que en la primera junta directiva de Hebraica presidida por David Katz Z’L se encontraba una serie de personas de muchísimo nivel y capacidad de trabajo, entre ellos Hillo Ostfeld, y eso permitió que todas las actividades que estaban previstas para ser cumplidas en el centro social y deportivo se adelantaran en un tiempo récord.
“Cuando me tocó presidir la AIV, Ostfeld era el presidente de la UIC. En ese tiempo había un gran déficit económico, tanto en el colegio, como en el centro comunitario. Tuvimos la oportunidad de realizar una campaña mancomunada sumamente efectiva que logró solventar la situación en tiempos relativamente cortos”, destacó Levy.
“Recuerdo que Hillo era un hombre de una personalidad muy fuerte y tenía ideas muy claras en lo que realizaba. Generalmente se lograba lo que quería; a veces discrepábamos, pero generalmente llegábamos a un acuerdo sobre el asunto discutido. El final siempre era bueno porque era un hombre sumamente comunitario, siempre estaba dispuesto a ayudar en cualquier sentido”, destacó Abraham Levy.
Hebraica: una visión cristalizada
En palabras de su hija, Trudy Ostfeld de Bendayán, su padre, joven visionario y entusiasta, reconoció la oportunidad de oro que se mostraba cuando “un afortunado día, en el año 1967, John y Gonzalo Benaím, entonces líderes de la Asociación Israelita de Venezuela, se presentaron ante la Junta Directiva de la Unión Israelita de Venezuela, presidida por el honorable León Wiesenfeld, con la propuesta de la compra del privilegiado terreno sobre el cual se erige, desde hace cinco décadas, nuestra Hebraica”, dijo.
Trudy Ostfeld de Bendayán contó que en los inicios de Hebraica debía ser aportada la suma de seiscientos mil bolívares. Una cantidad elevada para los tiempos que corrían, por lo cual la junta mostró cierta reserva para adquirir un compromiso de tal envergadura. “Mi padre se comprometió personalmente a vender cien acciones a seis mil bolívares cada una. Promesa que cumplió a cabalidad. Siendo su naturaleza ajena a toda superstición, él mismo se adjudicó la acción número trece, número ominoso para los demás accionistas. Desde entonces estuvo ligado de manera activa, afectiva y efectiva a todo lo concerniente a este multifacético proyecto de índole educativo, social, deportivo y cultural”, dijo Trudy Ostfeld.
Continuó su relato: “En varias ocasiones mi padre me manifestó dos deseos imperiosos. Uno de ellos se tradujo en su lucha constante por preservar el espíritu amplio e inclusivo que caracterizó a tan noble institución desde sus comienzos. Y el segundo era ver el Beit Avot trasladado de San Bernardino a las faldas del Ávila por razones muy valederas como es el de ofrecer un hábitat más hermoso y seguro a los ancianos. Asimismo, estaba convencido de que el contacto diario con los niños y jóvenes –tanto del colegio como del centro comunitario– tendría un efecto estimulante y renovador sobre nuestros abuelos”, dijo.
“Si el destino le cercenó la posibilidad de disfrutar de la participación de este significativo aniversario de nuestra querida Hebraica, espero que el mismo resulte más generoso con respecto a sus fervientes deseos”, finalizó Trudy Ostfeld de Bendayán.
Recordamos las palabras que Hillo Ostfeld dijo en varias ocasiones durante sus ponencias y discursos, y que sirven hoy en día para darle sentido a la continuidad de Hebraica: “Venezuela es el mejor país que conozco, porque tiene el pueblo más noble y amigo del mundo. Aconsejo a los jóvenes prodigar la compasión por el prójimo, ya que es uno de los valores más meritorios del ser humano”. Cuando se le preguntó en una oportunidad cuál era el contrario del bien, y respondió que no era el mal, sino la indiferencia, por eso en Hebraica recordamos siempre la frase kol arevim ze la ze, ‘todos los judíos son garantes los unos de los otros’, y esta filosofía debe imperar, continuar en cada rincón de nuestro pequeño país, Hebraica, y permearla”.
Daphne Breuer de Jagerman
Gerencia de Comunicaciones e Información CSDCR Hebraica