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Rachel Chocrón de Benchimol
Esta es la excelencia, fuente de aguas muy claras, que la luz de nuestras caras todos hagan reverencia. De ella tomemos licencia que nos dará el galardón. Con alegría y placeres salgan hombres y mujeres.
P arafraseando una de las canciones más hermosas y significativas de nuestro acervo cultural sefardí, y recordando los emotivos cánticos de nuestra querida Esther Roffé, llega para cerrar con broche de oro la festividad de Simjat Torá, en la cual, como su mismo nombre refiere, nos alegramos con la Torá misma.
Pero ¿por qué seguir celebrando, aun después del regocijo de Sucot y del cumplimiento de la mitzvá de las arbá miním (cuatro especies)? ¿Qué alegría puede igualar el haber compartido en familia y con amigos a la sombra y al calor (nunca mejor dicho) de esa construcción endeble que de repente se convierte en nuestro nicho, en el cual habitamos por más de siete días?
Pues bien, la respuesta está en las frases que tomé de la canción que encabeza este artículo.
“Con alegría y placeres salgan hombres y mujeres a regocijarse con la fuente de aguas muy claras”, ya que la Torá se asemeja al agua que bebemos y que nos da vida, fuente de la cual emana toda la sabiduría humana. Fue diseñada por el Arquitecto del mundo y entregada en el Monte Sinaí al pueblo judío, para que la trasmitiera de generación en generación, practicándola como manual de vida ideal y ejemplo para todas las naciones del mundo.
Simjat Torá representa a la vez el término y comienzo de la lectura de la Torá, pues nunca termina su estudio, y año tras año conocemos en ella nuevas enseñanzas que nos conectan aún más con nuestro Creador. Sin duda alguna, el mayor vínculo de Dios con su pueblo son precisamente la Torá y sus leyes, y a través de su estudio diario nos conectamos más con el Amo del mundo, entendiendo con mayor claridad qué nos demandan sus mandamientos para alcanzar una vida plena en nuestro paso por este mundo terrenal.
Simjat Torá establece el broche de oro del largo mes de festividades que contiene el mes de Tishrei. Escuché una vez (no recuerdo con precisión de quién) que aun cuando ya habíamos cumplido con la voluntad de Hashem en la sucá, regocijándonos con la alegría de la festividad, Simjat Torá viene justo después porque Dios nos quiere tener todavía un rato más cerca de Él. Su amor hacia su pueblo es tan inmenso que se manifiesta en el hecho de retenernos cerca unos días más al celebrar la culminación y comienzo de la lectura de la Torá.
Pero más allá de las explicaciones formales de esta y todas las festividades de nuestro calendario, se establece el hecho de cumplir por sobre todas las cosas con la voluntad de Hashem, y sostener la fe de que por encima de todas las vicisitudes de la vida debemos tener como prioridad servir a Dios con entrega y alegría.
Quise traer a propósito las estrofas de la mencionada canción de la liturgia sefardí, pues ella simboliza nuestros más profundos anhelos de seguir vinculados con nuestra esencia a pesar de los avatares de la vida; en este caso, nuestros ancestros que sufrieron la expulsión de España, y a pesar de ello no dudaron ni un momento en cumplir con la voluntad de Hashem y seguir celebrando todas y cada una de las pascuas.
Este debe de ser el mensaje final y contundente, a mi más humilde entender.
De todos los acontecimientos vividos recientemente de manera personal, comunitaria y mundial, llegué a una simple conclusión que quiero compartir con ustedes, queridos lectores de Nuevo Mundo Israelita: cumplamos con fe, amor y alegría con la voluntad de Hashem, y dejémosle a Él nuestra carga pesada, traducida en conflictos, incertidumbre, preocupaciones y mortificaciones, que de seguro Él se encargará de ponerles remedio a cada una de ellas a la perfección. Ese es nuestro mayor reto y la mayor prueba de fe frente a todas las circunstancias en apariencia negativas que nos rodean.
Debemos aprender a vivir en esa sucá que representa nuestra vulnerable vida de hoy, donde las preocupaciones, frustraciones e incertidumbres nos dejan desprovistos del techo que todos necesitamos para sentirnos tranquilos y seguros.
Recordemos, e internalicemos en nuestros corazones y mentes, que por encima de esa sucá endeble, vulnerable a fuertes vientos, se encuentra Dios, supervisando y controlando absolutamente todo a nuestro alrededor, y que Él nos dará justo lo que necesitemos para nuestro beneficio, aunque muchas veces no lo entendamos.
Sigamos conectados a la alegría y al placer internos que solo conseguimos a través de la tefilá (oración) y del cumplimiento de las mitzvot que vienen indicadas en la Torá, con la cual bailaremos en estos próximos días, comparándola a una novia a la cual debemos alegrar. Aprovechemos la energía de la simjá que simboliza y que reina en estos días festivos, para que el resto del año esa misma alegría y optimismo nos acompañen y veamos luz en nuestros caminos, guiados de la mano de Dios, de forma clara y explícita.
¡Señor, que nos venga el Mashíaj, pronto en nuestros días!
¡Moadim veSimjá y buena salida de pascua para toda mi querida kehilá!