Beatriz W. de Rittigstein*
Hezbolá pretende salir bien librada de la tragedia que en días recientes enluta al Líbano. Su cabecilla, Hasan Nasrala, en el primer discurso que dio tras la enorme explosión en Beirut, descartó que su banda tuviera armas en el puerto, “ni hoy, ni en el pasado, ni depósitos, ni bombas, ni amonio, ni balas. Nada”; aseguró: “no conocemos el puerto de Beirut… El puerto de Haifa lo conocemos mejor”, y rechazó una investigación internacional. Su cinismo es atrevido; desde sus inicios a principios de la década de los 80, el sello característico del grupo terrorista es la violencia mediante embates con explosivos.
Se estrenó el 18 en abril de 1983: un furgón cargado con 900 kg de explosivos fue estacionado en la entrada del edificio de la embajada de EEUU en el Líbano, asesinando a 63 personas. Una entidad que se hizo llamar Yijad Islámica asumió la responsabilidad, pero la investigación indicó que fue el incipiente Hezbolá, con apoyo del régimen iraní. El 23 de octubre de ese mismo año, en una trágica jornada, un primer camión-bomba explotó en el edificio que servía de cuartel para un batallón de Infantería de Marina en Beirut, aniquilando a 241 marines; minutos después, a pocos kilómetros de distancia, un segundo coche-bomba estalló en el Edificio Drakkar, donde estaba el contingente francés, matando a 59 paracaidistas. Nuevamente, la autodenominada Yijad Islámica se adjudicó la sanguinaria embestida, pero investigaciones posteriores probaron la autoría de Hezbolá, bajo la tutela y financiamiento de Irán.
Cráter resultante de la colosal explosión ocurrida en el puerto de Beirut el 4 de agosto pasado
(Foto: mbs.news)
El 26 de junio de 1996, otro ataque orquestado por el grupo chiíta: un camión-bomba fue detonado junto a la valla de las Torres Khobar, en Arabia Saudita; era el lugar donde se alojaba el personal de la Fuerza Aérea de EEUU, resultando muertas unas 20 personas. Las pesquisas señalaron a Irán, y a Hezbolá como el brazo ejecutor. Se conoció que los atacantes habían contrabandeado hacia Arabia Saudita desde el Líbano cerca de 2300 kg de explosivos.
El 17 de marzo de 1992 ocurrió el primer ataque de Hezbolá en nuestra región continental. Fue contra la sede de la embajada de Israel en Buenos Aires, espantosamente semejante al ataque de nueve años antes contra la sede diplomática estadounidense en Beirut. También se usó un furgón con explosivos en el frente del predio diplomático, con un saldo de 29 personas masacradas. Dos años después, el 18 de julio de 1994, con el mismo modus operandi: un furgón cargado de explosivos fue ubicado en la entrada del edificio de la AMIA, resultando 85 fallecidos. Al día siguiente, en Panamá, un terrorista libanés detonó una bomba en pleno vuelo de Alas Chiricanas; murieron 21 personas, de las cuales 12 eran empresarios judíos; pocos minutos después, un ente con el nombre de Ansar Allah (Los seguidores de Dios) emitió un comunicado de respaldo al ataque; dicha facción también se atribuyó el atentado contra la sede de la AMIA; las indagaciones concluyeron que Ansar Allah era la pretendida “cara visible” de Hezbolá.
En 2012, en las inmediaciones del aeropuerto de Burgas, Bulgaria, un atentado con bomba contra un autobús de turistas israelíes mató a 7 personas. La investigación del gobierno búlgaro confirmó que Hezbolá perpetró el crimen bajo órdenes de Irán.
Más recientemente se descubrió a terroristas de Hezbolá en posesión de explosivos alrededor del mundo: Inglaterra, Chipre, Tailandia, Perú, Bolivia, Alemania. Precisamente, los sucesos en territorio alemán valieron la expulsión y prohibición del grupo radical islámico.
Recordemos que, en 1985, Hezbolá hizo público un manifiesto, en el cual describió su propósito de trasformar al Líbano en una república islámica. En la práctica Hezbolá ha venido, a través de actividades sociales y militares, controlando al Estado libanés y sus instituciones.
Mientras tanto, la explosión en el puerto de Beirut ha suscitado numerosas interrogantes; por ejemplo, llama la atención que los organismos de rescate encontraron por lo menos un túnel de Hezbolá en las inmediaciones de donde se originó la catástrofe. Todos estos indicios ameritan una investigación independiente, amplia e internacional, la cual debería ser el camino a la independencia libanesa y la estabilidad para su pueblo.
*Periodista.