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Raquel Markus–Finckler
H ola, déjame presentarme, aunque seguramente ya me conoces y formo parte importante de tu vida. Mi nombre completo y actualizado es Centro Social Cultural Deportivo y Religioso Hebraica, pero todos me llaman de manera cariñosa y bastante más corta, simplemente, Hebraica.
En estas líneas quiero contarte cómo nací y crecí, lo que pasó en mis primeros años. Espero que esta historia te parezca muy emocionante e interesante, pues al final de cuentas, también se trata de tu historia.
Puede decirse que tuve tres padres, los hermanos Gonzalo y John Benaím Pinto, quienes junto a don David Katz, fueron los responsables de crearme en su mente y en su corazón.
Todo comenzó en 1967, ante la necesidad de conseguir una nueva sede, ubicada en el este de Caracas, para el Colegio Moral y Luces Herzl Bialik, pues estaba aumentando de manera evidente el número de familias judías que querían inscribir a sus hijos en una institución educativa comunitaria.
Luego de realizar varias búsquedas, Gonzalo Benaím Pinto y su esposa Judith consiguieron un terreno en Los Chorros que cumplía todos los requisitos. Poco después los hermanos Benaím se reunieron con la dueña de los que serían mis primeros espacios, y firmaron la opción de compra.
Por medio de un telegrama, las juntas directivas de la UIC y de la AIV se enteraron de que existía un terreno ideal para iniciar mi construcción, por lo que comenzaron a movilizarse para conseguir los fondos necesarios para la adquisición.
Y así fue como el 13 de febrero de 1968 se refrendó mi partida de nacimiento, perdón, más bien mi primera acta constitutiva, que quedó firmada por León Wiesenfeld y Teodoro Fuhrman (presidente y secretario general de la UIC, respectivamente), y por José Benatar y Jacobo Carciente (presidente y secretario general de la AIV, respectivamente).
El 20 de febrero se realizó la primera reunión de la primera junta directiva, la cual presidía don David Katz. En este primer encuentro se autorizó la adquisición de un lote de terreno que medía 72.208,95 metros.
La junta directiva siguió trabajando para vender acciones, ofreciendo facilidades de pago. La gente que compraba estas acciones creía en el futuro, en un sueño, en una visión. Y gracias a ellos el 8 de marzo de 1968 se pudo concretar la adquisición del primer terreno a un costo total de Bs. 2.527.313,25.
El 31 de marzo de 1968, con la presencia y participación de los Scouts de Venezuela, se realizó mi primer acto inaugural, que Gonzalo describió como solemne y de gran emotividad, al que asistieron más de mil miembros de la kehilá venezolana. Para abril ya se habían colocado las primeras 700 acciones.
Para esos meses se estaba eligiendo a la comisión de arquitectos encargada de proyectar las primeras instalaciones: dicha comisión la conformaron Mariano Goldberg, Mario Benmergui, Isaac Abadí y Sigfrido Rieber, quienes trabajarían con los arquitectos Benjamín Reif, como ayudante a tiempo completo, y con Alfredo Roffé como planificador.
Mis dimensiones finales quedaron definidas el 21 de noviembre de 1969, cuando Gonzalo, con la debida autorización de la junta directiva, firmó la compra de mi segundo terreno, el cual medía 45.970 m2 y por el cual pagaron Bs. 3.217.911. Gracias a esta nueva compra, ahora mis nuevas dimensiones alcanzaban los cien mil metros cuadrados. La inauguración de estos espacios, que contaba con una edificación que había sido utilizada como institución educativa, se realizó el 7 de diciembre de 1969.
El 14 de mayo de 1970 quedó elegida la segunda junta directiva, que esta vez presidía John Benaím Pinto. La junta se planteó la remodelación del edificio existente en los segundos terrenos adquiridos para la instalación del colegio comunitario del Este.
Gracias al esfuerzo de un grupo dedicado y talentoso de personas, el 13 de septiembre de 1970 se realizó el acto de inauguración del Colegio Moral y Luces Hebraica, con una masiva asistencia. La administración de esta sede quedó en manos de Fortunato Siboni y de Celia Benchimol.
Los sueños seguían concretándose uno tras otro. En noviembre de 1971 se realizó la verbena proconstrucción de la piscina de Hebraica. Con ella logró recaudar la suma de Bs. 50.000. La coordinaron Judith Benaím y el Comité de Madres. La segunda verbena profondos de Hebraica se realizó el 3 de diciembre de 1972.
La junta directiva de Hebraica, presidida por Wilhelm Jaegerman desde el 1º de abril de 1972, recibió el anteproyecto de la primera etapa de mi área social deportiva, en el cual se incluía la construcción de dos piscinas (olímpica e infantil), una dirección general centralizada, un estacionamiento, componentes y campos deportivos, áreas sociales, áreas de servicio, áreas culturales y áreas administrativas, restaurante, fuente de soda, vestuarios y baños entre otros.
Luego de analizar varios presupuestos, la junta directiva decidió otorgar a Constructora Heba, propiedad del arquitecto Badler, la responsabilidad de construir el área cubierta del centro social deportivo, graderías y la terraza de la piscina.
Mientras las construcciones tenían lugar, se nombró a Roger Bitton como el primer gerente de mis instalaciones sociales y deportivas. Entretanto, la Comisión de Venta de Acciones y Admisión informó que se había llegado a la colocación de 1.636 acciones vendidas.
El 30 de junio de 1974, se invitó finalmente a toda la kehilá venezolana a la inauguración del Club Social y Deportivo Hebraica, como me llamaban en ese entonces. Mis instalaciones estaban listas e incluían cancha de tenis y otros deportes, sauna, baño turco, piscinas, control de entrada, áreas administrativas, entre otros servicios. Mis horarios: de las 10 de la mañana a medianoche. Tenía cinco entrenadores deportivos, lugares para jugar cartas y dominó, restaurante kasher abierto todos los días, y estaban formándose comités de socios para la organización de actividades.
A partir de ese momento las puertas de Hebraica quedaron oficialmente abiertas para recibir a todos los miembros de la kehilá venezolana dentro de estos espacios sociales, culturales, deportivos y educativos. Perdí la cuenta de cuántas familias he visto ir y venir a lo largo de 50 años. Lo que no he perdido de vista es el amor con el que mi gente me trata, los que están, los que vienen y van, y los que se refieren a mí desde lejos…
Todos ellos forman parte de mi historia, es decir, de nuestra historia; que se sigue escribiendo generación tras generación. Todos ustedes han hecho que, más que un lugar, Hebraica se convirtiera en un sentimiento, el mejor de todos: ese calor que te invade cuando sabes que estás en casa.
Hola, déjame presentarme, aunque seguramente ya me conoces y formo parte importante de tu vida. Mi nombre completo y actualizado es Centro Social Cultural Deportivo y Religioso Hebraica, pero todos me llaman de manera cariñosa y bastante más corta, simplemente, Hebraica.