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Derroche de talento, colores, sonrisas y compromiso fueron parte de la puesta en escena de este año
E n un ambiente lleno de emociones se realizó, el 18 de junio, el Festival de Danzas Israelíes Kineret 2017, en dos funciones a sala llena en el Auditorio Jaime Zighelboim de Hebraica.
La propuesta artística, aunque más sencilla y con menos despliegue técnico del acostumbrado, hizo a los presentes suspirar y soltar algunas lágrimas. La participación de personas de todas las edades, desde las más pequeñas de primero y segundo grado, hasta las abuelas del Círculo de la Edad de Oro y nuestros invitados especiales del Grupo Apoye, mantuvieron a los espectadores en un torbellino de emociones entre la música y la danza.
Del editorial con la que comenzó el festival: “Venezuela es la tierra que nos recibió con los brazos abiertos, es el lugar que nos ha cobijado y nos enseñó lo que es la libertad plena, la sonrisa luminosa, la bondad y la felicidad. El pueblo venezolano es abierto, es generoso, está lleno de vida y creatividad. Es un pueblo que aprendió de la naturaleza y del clima que todo es posible, y que la vida está llena de opciones para ser feliz. Hoy honramos a esta tierra de gracia, a este pedazo de trópico lleno de música, colores, sabores y naturaleza esplendorosa. Porque amamos a Venezuela. Porque es nuestra y somos parte de ella. Porque como judíos no tenemos más que agradecimientos con este país de gente buena que nos hizo parte y que nos hizo sus hijos. Gracias, Venezuela. Siempre estás en nuestros rezos y en nuestros corazones”.
El espectáculo contó con las interpretaciones musicales de Shyrel Cohen, Déborah Ghelman, Joseph Benhamú, Eitan Benzaquén, Olga Benacerraf, Frida Herdan y Carolina Israel de Vargas, quienes cautivaron a la audiencia.
Asimismo, las coreografías de las diferentes muestras estuvieron a cargo de Karina Beraha y Leah Esusy, directora y coordinadora respectivamente del Departamento de Bailes; y las markidot Vivian Koenig, Michel Kryvoy, Yael Seeman, Nicol Karpel, Nicole Benchimol, Galit Cohen, Sharon Simkin, Debbie Cohen, Daniela Ghelman, Mónica Milgran, Déborah Ghelman, y Marcelo Marianoff, profesor invitado.
Durante el evento, se escuchó una voz en off que recordó el vínculo con Jerusalén: “Im Eshkajej Yerushalaim… Si te olvidare Jerusalén, me olvidaría de la dimensión espiritual de mi vida. Esa vida tan hermosa que nos ha regalado y permitido Venezuela. Esta tierra de gente bondadosa y de paisajes tropicales.
Jerusalén, Israel, es el centro de nuestra vida espiritual, y es por eso que bailamos todos los años, y todo el año. Es por eso que el Festival Kineret celebra esta conexión indestructible del pueblo de Israel que, a través de su música y sus danzas, se expresa con fuerza y mucho amor. Con esta música que entre todos producimos llega una energía especial a Israel desde Venezuela, y de Israel nos llega la bendición hoy y siempre. La shjiná de Yerushalaim está entre nosotros para llenarnos de bondad, amor y felicidad, porque estamos juntos y podemos celebrarlo. Y llega a cada lugar del mundo donde hay un judío. Hoy es aquí, en Venezuela”.
Para adentrarnos más en el valor y significado de este evento, no solo para nuestra comunidad sino para los autores responsables de la magia que allí se realizó, conversamos con Karina Beraha, directora del Departamento de Bailes Israelíes de Hebraica:
-¿Qué significa para ti el Festival de Kineret?
-Kineret significa varias cosas. La primera de ellas es la puesta en escena de todos los conocimientos y las coreografías que aprendieron nuestras niñas a lo largo de un año; digamos que es la muestra por excelencia de las danzas folklóricas israelíes en nuestra comunidad. Pero Kineret es también la posibilidad de desarrollar una idea o un tema relacionado con la vida judía, y hacer de esas ideas o temas un baile. Con Kineret le damos contenido judío, comunitario y sionista a nuestra comunidad a través del baile.
-Es una gran responsabilidad que llevas año tras año en la realización de este evento. Sin embargo, este año fue aún mayor debido a que quisiste plasmar todo el agradecimiento y las oportunidades que brinda Venezuela. Cuéntanos un poco sobre ello.
-Efectivamente, Kineret es una responsabilidad muy grande. Primero porque en lo personal no me permito la mediocridad, y segundo, es una responsabilidad histórica con nuestra comunidad, no podemos bajar la calidad de los eventos.
Kineret, año tras año, debe ser mejor, debe trasmitir más, debe darle a nuestros padres y abuelos la oportunidad de dibujarle una sonrisa en la cara al ver a sus hijos y nietos en tarima. Es precisamente por la historia que tiene el festival y por la continuidad de nuestra comunidad que no puedo fallar en esa responsabilidad. En este sentido, este año la situación y la dinámica colectiva era muy diferente y nosotros (Hebraica/Bailes) no podíamos ser indiferentes ante ello, por lo que surgió el debate de cómo replantear el festival y adaptarlo a esa realidad. Fue así como decidimos hacerle ese homenaje a Venezuela, con Jerusalén siempre presente. Venezuela, este pedazo de tierra que tanto nos dio, y nos sigue dando, como comunidad. Por eso seguiremos mostrando la alegría de un pueblo hecho baile.
La producción general de Kineret 2017 estuvo llena de música, color y sentimientos, con las geniales ideas de la mesa creativa encabezada por Karina Beraha, directora del Departamento de Bailes Israelíes; Karina Albo de Cohén y Alegría Truzman de Jalfón, ambas directivas; Leah Esusy, coordinadora de Bailes Israelíes; Harold Vargas, dirección musical; Lauri Márquez, coordinación del talento; y Marcos Moreno, director del Centro Cultural Hebraica Gonzalo Benaim Pinto. En la mesa creativa siempre traen un aporte especial las veteranas Nathalie Sarshalom y Anabella Jaroslavsky.
Laura López
Gerencia de Comunicaciones e Información del CSCD Hebraica