Entre el 17 y el 19 de marzo se celebró en Santiago de Chile el Primer Congreso Internacional Jurídico contra la Discriminación, organizado conjuntamente por la ONG de diplomacia pública Hatzad Hashení y la Comunidad Judía de Chile (CJCH).
El encuentro tuvo como objetivo diseñar estrategias legales para contrarrestar las campañas antisemitas, sobre todo la de BDS (boicot, desinversión y sanciones contra el Estado de Israel). Participaron dirigentes comunitarios y abogados de 11 países: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, España, Estados Unidos, Israel, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela, además de Ariel Geldblum del Centro Simón Wiesenthal, Liat Altman de la Liga Antidifamación (ADL), Ariel Sendler del Congreso Judío Latinoamericano, y Eduardo Kohn, director para América Latina de B’nai B’rith Internacional.
Gabriel Ben Tasgal, director de Hatzad Hashení, respondió algunas preguntas formuladas por Enlace Judío:
¿Por qué surge la necesidad de este nuevo enfoque legal?
Muchos de los países participantes ya poseen estructuras para realizar seguimiento y ejercer procedimientos legales contra quienes incitan al odio o promueven el antisemitismo. Sin embargo, resultaba imprescindible coordinar enfoques y compartir información para trasformarnos en una fuerza más competente.
¿A qué conclusiones llegaron?
En general, existe un claro entendimiento de que quien discrimina a todos los judíos o al “judío entre las naciones” (Israel) debe ser condenado, incluso pagando un precio personal por odiar. Para lograr esto, debemos adoptar una actitud proactiva para llevar al antisemitismo a asumir una actitud netamente defensiva.
¿Por qué se efectuó este seminario en Chile?
Por varias razones. Ante todo, porque se trata de la comunidad que se enfrenta a la peor amenaza antisemita del continente. Hablamos de un país con una diáspora palestina radicalizada que incita al odio, una izquierda radical que se manifiesta habitualmente de forma antisemita, un pasado de captación de nazis y donde se vive cierto clima de xenofobia (no solamente hacia los judíos) que debería preocupar a las autoridades locales. Segundo, porque en Chile se produjo hace poco el “Antecedente Valdivia”, en que un brillante abogado (Cristóbal Osorio) y la dirigencia comunitaria anularon una medida antisemita de dicha municipalidad, con el efecto de que el próximo que se atreva a imitar dicha incitación se verá expuesto a sanciones. Por último, la comunidad de Chile la dirigen varios kaliberim (“monstruos profesionales” en hebreo), desde el presidente Gerardo Gorodischer, pasando por su director ejecutivo Marcelo Isaacson, hasta la directora de proyectos Dafne Englander.
¿Cuál es tu impresión sobre BDS en Latinoamérica?
Como movimiento, hablamos de un pequeño grupo de fanáticos que suelen ser impulsados por la Federación Palestina de Chile. Su influencia concreta es prácticamente nula. En España, sin embargo, al ser promovido por el partido radical de extrema izquierda Podemos, y gozando de cierta liviandad legal para tratar con el antisemitismo, el tema es un poco más problemático. Otra cosa es el antisemitismo, que ha tenido un aumento en todo el mundo, también en el continente hispanoamericano.
¿De qué forma se manifiesta actualmente el antisemitismo?
Suelen argumentar o exponer su odio de tres formas: usando Los Protocolos de los Sabios de Sión (o su versión chileno-argentina, el “Plan Andinia”), negando el Holocausto, o negando el derecho de Israel a existir (“antisionismo”). Cuanto más católico es el país (pues aunque la judeofobia se originó entre literatos greco-egipcios, se asienta y expande con el cristianismo), suele destacar más su antisemitismo. España, Chile y Argentina son los países donde el fenómeno se nota más, aunque en Argentina el marco legal para combatirlo es fuerte. En Venezuela el gobierno es quien promueve el antisemitismo, ayudado por varios dirigentes árabes locales que parecen clones del mufti de Jerusalén Hajj Amin Al-Husseini.
¿Y a partir de ahora qué?
A procesar la información y a organizarnos sinérgicamente. Como dice mi mentor y presidente de Hatzad Hashení, Roby Croitorescu (quien junto a Anabella y Oscar Jaroslavsky conducen la ONG), con acento venezolano: “¡Vamos pa’lante, chamo!”.
Fuentes: Enlace Judío (México), Anabella Jaroslavsky y Miguel Truzman. Redacción NMI.
El caso de Venezuela fue expuesto por el abogado Miguel Truzman, quien comentó que resulta paradójica la situación del país, pues a pesar de una campaña mediática insistente y prolongada contra el sionismo y el Estado de Israel, que se ha llevado a cabo a través de medios de comunicación y redes sociales afines al oficialismo que sostienen una postura favorable a la visión palestina del conflicto (incluso a Hamás y Hezbolá), y de la ruptura de relaciones diplomáticas con Israel desde hace una década, la población venezolana, en su inmensa mayoría, no profesa resentimiento, prejuicio u odio contra los judíos o Israel. De hecho, se puede observar cómo entre los venezolanos de variada posición socioeconómica o cultural existe una valoración positiva hacia la capacidad de trabajo, emprendimiento e ingenio que ha demostrado el pueblo judío a través de la historia, y sobre todo en la modernidad.