En un entorno de intercambio enriquecedor, representantes de ocho países latinoamericanos analizaron los desafíos que enfrentan Israel y las comunidades judías, y definieron estrategias para una acción coordinada de esclarecimiento
Los días 11 y 12 de noviembre, la organización de diplomacia pública Hatzad Hashení llevó a cabo en la ciudad de Panamá el Primer Seminario Regional de Activistas, con la presencia de medio centenar de profesionales y voluntarios de Argentina, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Panamá, Perú y Venezuela, además de Israel.
Entre los objetivos del encuentro, organizado conjuntamente con la Confederación Latinoamericana Macabi (CLAM), el Consejo Central Comunitario Hebreo de Panamá y B’nai B’rith Panamá, estuvieron el intercambio de experiencias sobre la labor de hasbará (esclarecimiento) sobre Israel y el judaísmo, el fortalecimiento de la red de intercambio y aprendizaje mutuo, y establecer proyectos para llevar a cabo proyectos comunes.
Por Venezuela asistieron Anabella de Jaroslavsky (directora ejecutiva del CSCDR Hebraica y de Hatzad Hashení), Oscar Jaroslavsky (secretario general de Macabi Mundial), Sami Rozenbaum (director de Nuevo Mundo Israelita), Nathaniel Goldfarb y Verónica Castro (del Departamento de Juventud y Educación de Hebraica). También se sumaron miembros de nuestra kehilá que se han radicado recientemente en otros países y trabajan en hasbará: Sammy Eppel, Beatriz Rittigstein, Ronald Pfeffer, y Jimmy y Beiby Benarroch.
Hatzad Hashení (literalmente “la otra cara”, o “la cara de la verdad”) es una ONG que desarrolla un esfuerzo sistemático para contrarrestar las intensas y muy bien organizadas campañas de deslegitimación del Estado de Israel, que encubren un no siempre soterrado antisemitismo, cuentan con elevados presupuestos e innumerables militantes en internet. Durante los últimos años, estas virulentas campañas han demostrado que la siembra de odio y la desinformación tienen consecuencias, pues se materializan en ataques a personas o instituciones judías.
Tras breves paxlabras de apertura por parte de Robert Croitorescu, fundador y presidente de Hatzad Hashení, Oscar Jaroslavsky y David Djemal, de la Comisión de Derechos Humanos de la B’nai B’rith panameña —en representación del país anfitrión—, se pasó directamente a las ponencias.
Gabriel Ben Tasgal, director general de Hatzad Hashení y reconocido activista de hasbará, dio inicio a las exposiciones respondiendo a la pregunta “¿Por qué estamos aquí?”. Marcos Peckel, director ejecutivo de la Confederación de Comunidades Judías de Colombia, expuso un trabajo sobre la desproporcionada participación que los judíos han tenido en los movimientos sociales a lo largo de la historia; como ejemplos citó la revolución soviética, el sindicalismo europeo y estadounidense, la lucha por los derechos civiles en EEUU y, más recientemente, los grupos feministas. Esta ponencia dio lugar a un interesante debate, centrado en una pregunta: ¿al destacar estos hechos históricos, no se le están dando herramientas a la fantasía de Los Protocolos de los Sabios de Sión, que destaca la presencia judía en todos los movimientos políticos? La respuesta es clara: en casi todos los casos, los inmensos aportes realizados por los judíos a estas luchas sociales no fueron reconocidos, sino que más bien esas corrientes terminaron volviéndose contra el judaísmo, como pudo verse, sobre todo, en el antisemitismo oficial de la URSS.
Continuó el seminario con la exposición del rabino Yosef Garmon, quien trabaja en la comunidad judía de Guatemala y es muy activo en la relación con las diferentes denominaciones cristianas de ese país, donde al igual que en otras naciones latinoamericanas han alcanzado gran influencia. Con el uso de un fino humor, Garmon cautivó al público al describir sus experiencias con grupos que muestran un profundo amor por Israel y el pueblo judío.
Luego siguió un conversatorio cuyo título podría parecer retórico: “¿Por qué es necesario defendernos?”, con la participación de David Mizrachi, presidente de la comunidad judía de Panamá; Marcelo Birmajer, de Argentina; Marcos Peckel, y Gabriel Ben Tasgal.
Uno de los temas más importantes del esclarecimiento judío es la Shoá, que por una parte es muy poco conocida por parte del público, y por la otra es utilizada en forma vil para difamar al Estado de Israel. El asunto fue abordado en diversas exposiciones por Karen Kadosh y Lili Rozen, de Colombia, así como Joseph Gabriel, de Costa Rica. Kadosh y Rozen llevan a cabo su labor en las ciudades de Cali y Barranquilla, respectivamente, donde trabajan con colegios no judíos en la educación sobre la Shoá, siguiendo la metodología de Yad Vashem. En Costa Rica, por su parte, se ha alcanzado un importante éxito a través de exposiciones en el museo de la comunidad y con una obra de teatro titulada Una niña llamada Ana, basada en El diario de Ana Frank, la cual ha logrado sensibilizar al público con numerosas presentaciones.
A continuación, Marcelo Birmajer ofreció una conferencia sobre las conexiones de los grupos guerrilleros de América Latina con el terrorismo islámico. Estas relaciones han sido simbióticas y arrancaron en 1959, cuando el Che Guevara visitó a los movimientos extremistas de la Franja de Gaza y Egipto, aún antes de que la recién nacida revolución cubana se declarara como marxista-leninista, y años antes de que existieran los llamados “territorios ocupados” por Israel. A pesar de que la política de los extremistas árabes evolucionó del laicismo del partido Baath al radicalismo islámico, la extrema izquierda ha seguido trabajando junto a esos grupos sin percibir ninguna contradicción, aunque en principio deberían ser movimientos ideológicamente opuestos.
Uno de los momentos culminantes del seminario fue la ponencia del embajador de Israel en Panamá, Reda Mansour. El destacado diplomático, miembro de la comunidad drusa israelí, comenzó su disertación comentando que el término hasbará proviene de la raíz hebrea “explicar”, y en su opinión es “una palabra para una minoría que debe justificarse todo el tiempo”; por lo tanto, prefiere emplear el concepto de diplomacia pública.
Continuó Mansour señalando que la imagen actual de Israel es de un país muy poderoso que se mantiene en conflicto con una minoría sometida, los “pobres palestinos”; pero la verdadera narrativa debe ser la de un país muy pequeño que lleva 70 años hostilizado por el mundo árabe-musulmán, que está integrado por 56 países. La labor más importante de la diplomacia pública consiste en difundir cómo es realmente Israel: un país democrático, igualitario y de avanzada. Como ejemplo, mencionó que el 30% de los estudiantes del Tejnión, uno de los principales centros de investigación científica y tecnológica del Estado judío, son árabes, en su mayoría mujeres.
También citó el diplomático que más de 100 mezquitas de Israel funcionan gracias al financiamiento del gobierno, incluyendo sus libros de rezos y los salarios de los imanes. Todo ello marca un absoluto contraste con las campañas de difamación que acusan a Israel de ser un “Estado de apartheid”. Por otra parte, agregó que, como druso, puede entender mejor a las comunidades judías de la diáspora, en cuanto a cómo se siente ser una minoría. Sin embargo, él ha logrado convertirse en representante diplomático de un país que le ha dado todas las oportunidades.
Finalizó Mansour con una aseveración: “La diplomacia pública no se gana cuando se convence al otro de que tenemos razón, sino cuando se le convence de que nuestra situación es complicada”.
Otra ponencia de gran interés fue la de Noryssabeth Aguilar, periodista del canal de televisión panameño SERTV, quien recientemente visitó Israel. Aguilar se preguntó cómo debe hacerle saber a sus colegas que la realidad del Medio Oriente es muy distinta a la información que se recibe de las agencias internacionales, cuyas notas no pueden modificarse, y ni siquiera sus titulares; destacó cuán distinta es la percepción de un comunicador social cuando ha hablado con las personas que residen cerca de la Franja de Gaza, quienes le comentaron cómo es vivir con la constante amenaza de los cohetes que lanzan Hamás y la Yijad Islámica, y tener que correr a los refugios al recibir una alarma. Concluyó que ella está persuadida de que no todo lo que llega por los medios internacionales es la realidad.
Sammy Eppel, del Global Forum to Combat Antisemitism y originario de nuestra kehilá, pasó luego a exponer su presentación “El mundo judío y la lucha contra el BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones)”. Describió cómo nació esa campaña internacional a principios de la década de 1990 a partir de las decisiones del llamado Foro de São Paulo, donde se adoptó la estrategia de la “interseccionalidad”: dividir a la sociedad en multitud de “tribus” de acción social –desde la protección de las ballenas hasta la de los niños africanos–, para luego agrupar a todas esas ONGs (actualmente unas 35.000) en un movimiento que penetre el mundo académico, los medios y la política. BDS, destacó Eppel, es actualmente el movimiento social más grande del mundo. Para combatir su insidiosa actividad deben trabajarse dos factores fundamentales: la educación y la legislación, como tan exitosamente ha mostrado la organización española ACOM (Acción y Comunicación sobre Oriente Medio).
El seminario finalizó con un debate en el que se discutió con vehemencia el candente tema de la Ley Básica de Estado Nación, recientemente aprobada por la Knesset. Esta fue una clausura muy apropiada, ya que demostró que los judíos podemos trabajar en forma armónica y organizada manteniendo nuestra tendencia a la argumentación, conservando y respetando las diferencias de criterio.
Hatzad Hashení ya está planificando un segundo encuentro regional, probablemente para mediados de 2019.