Redacción NMI
El escultor y orfebre Harry Abend falleció este lunes en Caracas. Nacido en 1937 en Yaroslav, Polonia, donde sobrevivió al Holocausto, arribó a Venezuela en 1948, a los 11 años de edad.
Estudió en el Colegio Moral y Luces “Herzl-Bialik” y en el Liceo Andrés Bello. Posteriormente cursó la carrera de Arquitectura en la Universidad Central de Venezuela, donde fue discípulo de Carlos Raúl Villanueva, Augusto Tobito Acevedo y Miguel Arroyo. Durante sus años universitarios se inició en la escultura en forma autodidacta, y en 1962 presentó su primera exposición individual en el Museo de Bellas Artes de Caracas. En 1963, con tan solo 26 años de edad, ganó el Premio Nacional de Escultura en el XXIV Salón Oficial Anual de Arte Venezolano, con su obra “Forma”.
En 1964 participó en el Taller de Escultura dictado en Caracas por Kenneth Armitage. Durante los años sesenta desarrolló su trabajo como orfebre, y llevó a cabo sus primeras obras a gran escala integradas a la arquitectura —puertas, muros, techos y fachadas— realizadas en bronce, concreto y madera.
Harry Abend junto a dos de sus obras escultóricas
(Foto: HispanoArte)
A finales de la década de 1960 diseñó el interior de la sinagoga principal de la Unión Israelita de Caracas. Como lo describe el rabino emérito Pynchas Brener, quien fue su amigo durante más de medio siglo:
“Harry era estudioso, como suelen ser los arquitectos. Tuvo que leer la Torá, donde hay una descripción minuciosa de los elementos que fueron utilizados en el desierto para la construcción del Tabernáculo.
“Harry era reflexivo, pensaba bien las cosas, pero siguiendo el estilo de la época, y tal vez estimulado por mí también, diseñó una sinagoga totalmente moderna que se apoyaba en los elementos esenciales que forman parte de todo recinto sagrado judío, pero con materiales generalmente no utilizados en el diseño de recintos sagrados.
“La Torá relata que en el desierto se reunió oro y plata para el Tabernáculo, y esos metales están representados en la obra de Harry por el acero inoxidable (matiz que recuerda la plata) y el bronce (que recuerda el oro).
“La cúpula central de la sinagoga porta esculturas cuadradas que interpretamos como las nubes que acompañaron al pueblo hebreo durante su travesía por el desierto con el Tabernáculo, y en una franja alrededor de la misma cúpula esculturas que identifican la característica esencial de cada tribu de acuerdo con su descripción en la Torá”.
En interior de la sinagoga principal de la UIC es uno de sus trabajos más emblemáticos
(Foto: archivo NMI)
Abend también aportó su trabajo en otros espacios de la UIC, así como en la sinagoga Bet El (1974-75). En el ámbito nacional, sus obras más famosas son los relieves integrados al Hotel Caracas Hilton, hoy Alba Caracas (1969), la Sala Plenaria de Parque Central (1974), y la fachada del Teatro Teresa Carreño (1980-1982).
Entre 1976 y 1982 residió en Londres; allí expuso en prestigiosas galerías como la Roundhouse Gallery y la Hayward Gallery. Su obra fue expuesta también en ciudades como Valencia (España), Río de Janeiro y Nueva York.
En 1990 ganó el Primer Premio del Salón de Escultura “50 años del Banco Central de Venezuela”, así como el de la Bienal Nacional de Escultura Francisco Narváez. En 2009 fue el artista homenajeado por la Feria Iberoamericana de Arte de Caracas, además de haber recibido numerosos galardones en diversos países de Europa y América.
En nuestro país participó en más de 100 exposiciones colectivas y 47 muestras individuales, las más recientes en La Cuadra (2006), Templarios (2009), Faría+Fábregas (2011), el Museo Kern de la UIC (2012), Henrique Faría (2014) y GBG ARTS (2014).
Relieves de Abend en la fachada del Teatro Teresa Carreño de Caracas
(Foto: GBG Arts)
En 2019, como parte de la exhibición Harry Abend: lo inesperado de la Sala Mendoza, lanzó un libro que recopila su obra y que tomó 12 años en producirse, obra que resultó galardonada como Mejor Libro en los Premios AICA 2019.
El rabino Brener finaliza su homenaje a Harry Abend con estas palabras:
“Harry era un personaje complejo, con ideas y duendes, con sueños, aspiraciones y recuerdos del Holocausto que plasmó en algunos diseños que reflejaron la tristeza y barbarie que presenció en su juventud. (…) Arribó y se quedó en Venezuela, donde no pasó desapercibido como una sombra que más no está. Su arte y genio perduran en los trabajos públicos y numerosos privados que realizó. Nunca descansó. No se retiró. Su mente y sensibilidad no lo permitieron. Ahora sus restos mortales descansan, pero su espíritu artístico continúa en el ambiente y el espacio con vuelo y altura”.
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