Joseph Hodara*
Cuarenta de los candidatos que figuran en la lista electoral del Likud han asegurado con sus firmas que en todas las circunstancias —en la victoria o en la derrota— Netanyahu es el líder del Likud y que, como Dios mismo, no hay otro capaz de reemplazarlo.
Documento que recuerda conductas y regímenes que han abolido no solo el espíritu democrático y el humano sentido común. Asume que el talento, la entereza y la honestidad de un líder son cualidades imborrables; que nada —ni la edad, ni el dinero, ni algún encanto sensual— es capaz de alterar su altura cuasi divina; y que nosotros, como la generación que fue obsequiada con tal portento, debemos jurarle ciega y eterna admiración.
Foto: Wikipedia
Obviamente, este documento pretende desarmar una posibilidad que los medios se atreven hoy a plantear: un nuevo empate electoral que alejaría la posibilidad de un gobierno sostenido por los grupos rabínicos y kahanistas en coalición con la Nueva Derecha, si la señora Sara acepta a su envidiable lideresa. Circunstancia que obligaría a un acuerdo entre el Likud y Azul y Blanco y el probable desalojo o reemplazo de Netanyahu por otras figuras, no menos capaces.
Posibilidad que se antoja inaceptable para los que auspician la bibicracia con sus firmas, a pesar de que no pocos de ellos la olvidarán si y cuando resuelvan proteger la piel y los intereses que los animan.
Se trata en rigor de un documento que confirma las debilidades y temores del Likud, cuando se vislumbra la posibilidad de que Lieberman —con seis, ocho o diez puestos parlamentarios— habrá de obligar a una magna reconciliación, dejando atrás tanto a la derecha rabínica y kahanista como a la izquierda liberal enriquecida por Barak. Ciertamente, incluso en la derrota, este último festejará el nuevo escenario.
Si Bibi aceptara un consejo le diría: Exige adelantar la fecha de tu comparecencia ante los jueces; presenta en estos días los datos y constancias de tus múltiples ingresos; confiesa públicamente tus debilidades por el buen vivir y dormir; declara tu voluntad de reiterar la lectura de los clásicos que te apasionaron en la juventud; y pon un dique a las infladas debilidades de quienes te rodean.
Y concluiría: Estimado Bibi: si así actúas podrás rajar el documento que tus fieles han suscrito, aceptar lúcidamente la finitud, y merecer, también y así, un importante papel en la Historia.
*Periodista y sociólogo israelí, docente en la Universidad de Bar Ilán.
Fuente: Aurora. Versión NMI.