Laszlo Beke*
Muchos pensaron que la caída del Muro de Berlín en 1989 representaba el “fin de la historia”, y que quedaría Estados Unidos como única potencia, pero los vacíos eventualmente se llenan. En los 30 años subsiguientes, China, a través de un crecimiento económico espectacular alentado y ayudado por los países democráticos, y Rusia construyendo sobre su capacidad de manejo de servicios secretos y desinformación, han estado trabajando para cubrir ese vacío.
Se nota que el preludio de las dos últimas guerras mundiales tiene importantes elementos comunes con la situación global que se está viviendo: una sumatoria de crisis económicas, de movimientos pacifistas operando en forma abierta o disfrazada, y de reacomodo de alianzas. Por un lado, está el mundo democrático, el cual ya no está limitado a Occidente; incluye a Corea del Sur, Israel, Australia, Nueva Zelanda, y está claramente liderado por Estados Unidos. En otro frente se encuentran los pretendientes a potencia global, Rusia y China, acompañados de países antiestadounidenses como Irán, Corea del Norte, Siria, Cuba, Venezuela y Nicaragua. Como siempre ha ocurrido, están los “neutrales” que tratan de sacar provecho de las rivalidades, pasando convenientemente de un lado al otro de acuerdo a las circunstancias.
Destrucción causada en Kiev por misiles rusos al principio de la guerra. A pesar del asedio, y con el apoyo de Occidente, Ucrania logró repeler al ejército ruso y ha recuperado mucho de su territorio
(Foto: AP)
En los años que precedieron a las dos guerras mundiales se presentaron conflictos menores, donde los países más poderosos hicieron a través de terceros intervenciones menores, y en otros casos lo realizaron en forma directa. A partir del desmembramiento del imperio soviético, situaciones como esas ocurrieron con mayor frecuencia en el Oriente Medio, pero no fue el único sitio.
Sin embargo, el cambio mayor e inesperado para muchos fue la invasión de Rusia a Ucrania. No debería haber causado sorpresa, ya que Rusia continuaba con sus pretensiones imperiales, venía preparándose para la guerra, y los países democráticos se lo habían aceptado al no repeler sus intervenciones en Georgia, en Siria y en Crimea. Además, Rusia ha venido ejecutando su encubierta guerra KGB para influenciar las divisiones dentro de los países democráticos y buscar que sus ciudadanos duden de su sistema de vida.
Sin embargo, Rusia está enfrentando un fracaso estrepitoso en Ucrania. Esas ilusiones de fortaleza que creó la guerra KGB les generó un exceso de confianza sobre sus propias capacidades. Tampoco podían entender la resiliencia de los países democráticos, y cometieron el error crítico de pensar que la OTAN había desaparecido. El efecto de las sanciones se siente en el campo de batalla, estas limitan a Rusia por falta de acceso a tecnología moderna para las armas.
China, por su extraordinario desarrollo económico y tecnológico, es un potencial rival de EEUU, y ha venido incrementando su capacidad militar en forma progresiva e importante. El crecimiento de China fue tan extraordinario que aumentó el temor de la pérdida del poder político interno por parte del Partido Comunista Chino.
Simultáneamente, importantes líderes políticos y académicos chinos plantearon que China, aprovechando la Revolución del Conocimiento y utilizando sus avances en tecnología, podía arrebatar la posición de liderazgo a Estados Unidos. No existe alianza estratégica China-Rusia, hasta el presente solo ha habido manifestaciones diplomáticas y mediáticas de apoyo de parte de China. En caso de sanciones, China no se puede desconectar tan fácilmente del resto del mundo como lo hizo Rusia, ya que tiene una alta dependencia del comercio internacional y del mercado estadounidense en particular.
La Europa democrática apostó a la buena vida y al hecho de que la apertura del comercio con Rusia encausaría a esta hacia la democracia. Demostrando poca preocupación estratégica, decidieron desmontar reactores nucleares y plantas de energía sucia, y crearon una dependencia energética casi total de Rusia en gas, y en alto grado en petróleo
Estados Unidos ha estado actuando como una potencia: en inteligencia desnudó las intenciones rusas previo a la invasión de Ucrania, lideró la construcción de la alianza de los países democráticos, y está proveyendo el grueso de la ayuda militar y económica para sostener la capacidad bélica de Ucrania.
Desde hace varios años, el foco de su geopolítica internacional se ha estado trasladando desde el Medio Oriente hacia China en el Sureste de Asia. Esto tiene que ver con la eventual pérdida de la importancia del petróleo dentro de la ecuación energética mundial, y con la potencialidad de China como rival. En el Medio Oriente, Estados Unidos trabaja para promover a Israel en alianza con los países árabes sunitas, como rivales de Irán.
El Reino Unido sigue actuando en combinación con Estados Unidos. La Unión Europea, nacida después de la Segunda Guerra Mundial, resultó un enorme éxito, y ha crecido hasta estar actualmente conformada por 27 países. Esta Europa democrática apostó a la buena vida y al hecho de que la apertura del comercio con Rusia encausaría a esta hacia la democracia. Demostrando poca preocupación estratégica, decidieron desmontar reactores nucleares y plantas de energía sucia, y crearon una dependencia energética casi total de Rusia en gas, y en alto grado en petróleo.
Por el lado positivo, Alemania ha reaccionado, y después de incumplir por años sus compromisos, finalmente está haciendo una inversión en el tema militar. Los tres países bálticos (Lituania, Letonia y Estonia), Polonia y los escandinavos (Suecia, Noruega, Finlandia y Dinamarca) están absolutamente preocupados por la posibilidad de la extensión de la invasión de Rusia a sus países. Las manifestaciones públicas de los líderes de esos países no llevan el tono diplomático tradicional, van directa y abiertamente contra Rusia. La OTAN se ha fortalecido y expandido con la adición de Suecia y Finlandia.
La balanza parece inclinarse en contra de Rusia, pero Putin todavía no se ha atrevido a anunciar la guerra y llamar a un reclutamiento. Las respuestas las tendremos en el tiempo, y no necesariamente tan lejano
La extensión en el tiempo del conflicto en Ucrania plantea la posibilidad de que la alianza democrática sucumba a las presiones económicas y energéticas, pero también de que Rusia no resista la guerra vía proxy y el efecto de las sanciones. La balanza parece inclinarse en contra de Rusia, pero Putin todavía no se ha atrevido a anunciar la guerra y llamar a un reclutamiento. Las respuestas las tendremos en el tiempo, y no necesariamente tan lejano.
La alianza democrática global es más sólida de lo que muchos imaginaron. Los procesos democráticos son complejos y lentos, pero la invasión rusa ha despertado a muchos y provee una narrativa para los líderes de esos países. Para ellos, no solo Rusia, sino China representan amenazas que es necesario enfrentar. Mientras tanto, China tendrá que confrontar sus realidades económicas y eventualmente sociales. Todo parece indicar que los países democráticos se prepararán para una guerra.
Todo esto mientras la Revolución del Conocimiento continúa su marcha, en forma silenciosa pero implacable e indetenible, augurando cambios para los cuales las sociedades están poco preparadas. Se avecinan tiempos difíciles para muchos países, ya que además enfrentan inflación y la resaca de la pandemia, y habrá conflictos sociales y políticos complejos.
*Ingeniero, empresario, analista y librepensador.