Este domingo 7 de agosto finalizó una operación militar contra la Yijad Islámica de Gaza. De mantenerse el cese al fuego acordado vía terceros, resulta rescatable lo breve de la operación. Porque las condiciones del Medio Oriente, las partes involucradas y la falta de sentido común, podrían conducir a un conflicto prolongado, con muchas bajas y los antipáticos daños colaterales.
La prensa cubre la noticia como tomando una foto. La realidad es algo más compleja y complicada. Yijad Islámica convive en Gaza con Hamás, que es un movimiento también islamista y radical, mucho más grande y poderoso. Ambos con capacidad de fuego letal: cohetes de distinto calibre que pueden ser lanzados sin mucha puntería a blancos dentro de Israel, y que causan daños como quien juega a la ruleta rusa. El tema de la puntería es tan delicado que se estima que el 30 por ciento de los cohetes lanzados desde Gaza caen dentro de Gaza, causando daños a los mismos gazatíes.
Yijad tiene como principio fundacional la destrucción del Estado de Israel. Simple y claro. Desde hace una semana, había dejado saber directamente y por fuentes de inteligencia israelíes, que se preparaba una serie de operaciones contra Israel de gran envergadura. Israel mantuvo durante tres días un estricto toque de queda en varias poblaciones cercanas a Gaza. Para los sufridos habitantes del sur de Israel, sometidos a sirenas que les dan un minuto para acudir a sus refugios, este toque de queda, basado en amenazas ciertas, resultó en una demanda cierta al gobierno para actuar.
Precisión: la Cúpula de Hierro interceptando un cohete lanzado por la Yijad Islámica sobre Sderot, el pasado 6 de agosto. El sistema antimisiles israelí alcanzó en este breve conflicto un inédito 96% de aciertos
(Foto: AFP)
Israel, siendo provocado y retado, reaccionó con una operación bastante quirúrgica y precisa que ha revelado varias situaciones delicadas. Una de ellas es que Hamás y Yijad Islámica tienen serias diferencias, y los une solo la enemistad con Israel. Aunque esta vez Hamás no se sumó a la iniciativa de la Yijad.
Pero la negociación, que aun por vía indirecta ha logrado el cese al fuego previsto, revela que Hamás sí actuó para disuadir a Yijad, que Egipto negoció con Hamás y Yijad, y que, por vía interpuesta, los proscritos grupos antes mencionados son interlocutores de Israel. ¿Nuevas reglas y condiciones de negociación?
La capacidad de fuego de Yijad y Hamás es impresionante. En menos de 72 horas se dispararon más de 600 cohetes contra territorio israelí. Aun con el cese del fuego anunciado, Yijad se cansó de lanzar cohetes para ver si lograba algún blanco que le diera réditos con sus seguidores. La precisión de Israel para ubicar y eliminar elementos peligrosos es admirable, pero no parece ser suficiente.
La participación de una nación poderosa como Irán ha resultado evidente. Algo que parece ser conocido por todos, y sobre lo cual no se hacen mayores comentarios. El silencio de las potencias al respecto resulta ensordecedor.
La negociación, que aun por vía indirecta ha logrado el cese al fuego previsto, revela que Hamás sí actuó para disuadir a Yijad, que Egipto negoció con Hamás y Yijad, y que, por vía interpuesta, los proscritos grupos antes mencionados son interlocutores de Israel. ¿Nuevas reglas y condiciones de negociación?
Se puede rescatar lo positivo: la mencionada precisión y brevedad de la operación, el grado de conexión con Egipto para lograr que la situación no escalara, la unidad dentro de Israel, cuando en plena campaña electoral la oposición dio un respaldo inmediato e irrestricto a la acción del gobierno. Esto último es muy importante, porque señala a todos la verdadera esencia del Estado judío: ante peligros existenciales, ante enemigos ciertos, no existen consideraciones partidistas ni electorales.
Israel tiene ganada la guerra de su existencia y su supervivencia. Tiene perdida la batalla en los medios: será condenado en la ONU y en la prensa más temprano que tarde. La batalla para recuperar los restos de soldados caídos en combate la tiene aún perdida: no se han logrado recuperar los cuerpos de los soldados caídos ni la liberación de ciudadanos israelíes cautivos. Es muy difícil exigir al gobierno extender una operación militar que solo logrará complicaciones una vez obtenidos los objetivos previstos, pero no deja de ser una batalla perdida.
Israel sigue en guerra por su sobrevivencia. En el camino, avanza en todos los aspectos. Mientras gana la guerra, paradójicamente, pierde muchas batallas.