Los manifestantes, que aprueban la violencia y se expresan abiertamente contra Occidente y el capitalismo, se preparan para sembrar más caos este año lectivo, mientras los expertos advierten sobre su intolerancia hacia opiniones distintas
Cathryn J. Prince*
La “Intifada Estudiantil”, una creciente coalición de grupos estudiantiles propalestinos y antisionistas, está dejando en claro su intención de perturbar el nuevo semestre en los campus universitarios de todo Estados Unidos.
En docenas de universidades que están iniciando sus semestres de otoño, ya hay llamadas a realizar vigilias enmascaradas en apoyo de “Palestina”. Es preocupante que muchos de esos grupos hayan pasado de convocar manifestaciones y campamentos a tolerar el uso de la violencia y “la erradicación total de la civilización occidental”.
Las raíces de la Intifada Estudiantil se pueden rastrear a los Estudiantes por la Justicia en Palestina (SJP por sus siglas en inglés), fundada en 1993 en la Universidad de California en Berkeley. Sin embargo, ha ganado adeptos desde que comenzó la guerra en Gaza, y más aun con la atención de los medios sobre la Universidad de Columbia debido al campamento estudiantil del anterior año lectivo, que recibió una gran cobertura.
Siendo Columbia un epicentro de las protestas estudiantiles antisionistas, no sorprende que la cuenta de Instagram de Columbia University Apartheid Divest (CUAD) haya publicado que se inspira “no solo en la resistencia palestina, sino en todas las luchas por la liberación en el mundo entero, incluidas las protestas estudiantiles de Bangladesh”.
Mientras tanto, la biografía de Instagram del capítulo de SJP de la Universidad de Columbia incluye ahora la frase “Viva la Intifada Estudiantil y Hind’s Hall”, junto con el emoji del triángulo rojo invertido utilizado por la organización terrorista Hamás para identificar a sus objetivos.
Manifestantes tomados de los brazos mientras funcionarios policiales los expulsaban del campus de la Universidad de Arizona en Tucson en mayo pasado
(Foto: AP)
Pero la Intifada Estudiantil es más que una colección de grupos estudiantiles con presencia física en los campus. Ocupa espacio en Internet, desde redes sociales como X e Instagram hasta plataformas como Substack, donde los escritores envían boletines digitales a sus suscritores.
Por ejemplo, The Written Resistance (“La Resistencia Escrita”), un boletín trimestral en línea publicado por SJP, y artículos de blogs como Research & Destroy (“Investiga y Destruye”), están alojados en el sitio web de Verso Books. En The Real News Network, cuyos donantes incluyen a Edward Snowden, Roger Waters y el Scripps Howard Fund, la gente puede acceder al contenido de video del movimiento, como una reciente mesa redonda en la que participaron varios estudiantes propalestinos.
Evitando mencionar las atrocidades de Hamás del 7 de octubre cuando miles de terroristas invadieron el sur de Israel, asesinaron brutalmente a 1200 personas y secuestraron a 251 a la Franja de Gaza, todo lo cual desencadenó la actual guerra, la Intifada Estudiantil se presenta como “un movimiento pacífico e integral que comprende diversas organizaciones y grupos de la sociedad”, que busca luchar contra “las instituciones colonialistas e imperialistas de Estados Unidos”, según un documento titulado The Student Intifada in the United States (“La Intifada Estudiantil en Estados Unidos”) del candidato a doctorado de la Universidad de Michigan Amir Marshi.
En su artículo, Marshi, quien se negó a hacer comentarios para este artículo, niega que el movimiento sea antisemita. “No vamos a las sinagogas a gritar insultos ni a ser malos con la gente. Estamos aquí para protestar pacíficamente en el campus y pedir una sola cosa: detener un genocidio”, escribió.
Sin embargo, el movimiento exige que las universidades rompan vínculos con organizaciones como Hillel International —cuya misión principal es apoyar la vida judía en los campus—, que desinviertan de fundaciones benéficas que financian la investigación académica judía y la vida universitaria, y que prohíban la presentación de oradores “sionistas”.
Con el SJP como guía, el movimiento no se limita a los capítulos locales del SJP. Pero no es tanto el alcance de esta coalición lo que preocupa, sino más bien su negativa a involucrarse con diferentes perspectivas.
“El movimiento es una cascada de creencias, donde los miembros compiten entre sí por la aceptación. A medida que lo hacen, sus opiniones se vuelven cada vez más extremas”, dice William J. Bernstein, autor de Delusions of Crowds: Why People Go Mad in Groups (“Engaños de las multitudes: por qué la gente enloquece en los grupos”). “No importa cuán altas sean sus calificaciones en el SAT (pruebas de aptitudes), no tienen las habilidades de pensamiento crítico que necesitan. Son incapaces de ponerse en el lugar de otras personas. Son completamente intolerantes hacia otras opiniones”, indica Bernstein.
Los líderes universitarios deben esperar que los estudiantes se vuelvan más estridentes en sus demandas este otoño, expresa Laura Post, analista del Centro sobre Extremismo de la Liga Antidifamación (ADL). “Estos grupos van a aumentar sus esfuerzos para expulsar a las instituciones sionistas de los campus. Harán que el estudiante judío y sionista promedio se sienta cada vez más incómodo. Podemos esperar ver cero compromisos de su parte”, afirma Post.
“Estos grupos van a aumentar sus esfuerzos para expulsar a las instituciones sionistas de los campus. Harán que el estudiante judío y sionista promedio se sienta cada vez más incómodo. Podemos esperar cero compromisos de su parte”
Por ejemplo, en la Universidad Estatal de Sonoma en Rohnert Park, California, los organizadores del campamento afiliados al capítulo local de SJP pidieron a la universidad que “desinvierta de todos los donantes y fondos que apoyan y se benefician de la ocupación en Palestina, programas como Koret”. La Fundación Koret, una organización filantrópica judía, proporciona subvenciones a varias causas, incluyendo proyectos de investigación en Sonoma State.
En la Universidad de Princeton, los organizadores vinculados al grupo Princeton Israeli Apartheid Divest y el capítulo de Nueva Jersey de American Muslims for Palestine (AMP) continúan exigiendo que la universidad corte vínculos con el Fondo Tikvah, una fundación filantrópica judía que “apoya la enseñanza, la investigación y la publicación sobre el pensamiento judío”.
El rechazo de la democracia y el aparente apoyo a la violencia por parte del movimiento son lo que más preocupa a Steven McGuire, miembro del programa Paul & Karen Levy en Libertad en los Campus del American Council of Trustees and Alumni. “Lo que los anima es el deseo de una revolución radical. Estos grupos son una mezcla de nacionalistas palestinos radicales que no creen que Israel tenga derecho a existir. Por otro lado, hay marxistas con carnet que son revolucionarios por naturaleza, y que ven a Palestina como una cuestión clave para avanzar en una revolución global”, dice McGuire.
De hecho, el pasado mes de diciembre, los Trabajadores Sociales de Columbia por Palestina organizaron una “sesión de debate” no autorizada, que no solo justificó el ataque terrorista del 7 de octubre sino que elogió a líderes comunistas como Mao Zedong, fundador del Partido Comunista Chino. Bajo las políticas de Zedong, entre 40 y 80 millones de personas murieron de hambre, trabajos forzados y ejecuciones en masa. En una publicación de Instagram del 31 de julio, el grupo SJP de la Universidad de Chapel Hill pareció respaldar el derecho a usar la violencia. “Enfatizamos nuestro apoyo al derecho a la resistencia, no solo en Palestina sino también aquí en el núcleo imperial. Aprobamos todas las formas de acción, incluida la rebelión armada, necesaria para detener el genocidio y el apartheid de Israel, y para desmantelar el imperialismo y el capitalismo en general. Los opresores nunca concederán plena libertad a los oprimidos; los oprimidos deben tomar la libertad con sus propias manos”, decía la publicación.
Estudiantes propalestinos de la Universidad de California en Los Ángeles en junio de este año. Llama la atención que algunos no se cubrieron los rostros
(Foto: AP)
Mientras tanto, en un post del 15 de agosto en la red X, Columbia University Apartheid Divest y el CU Club Bangla declararon su apoyo a los manifestantes estudiantiles musulmanes de Bangladesh. “Así como la resistencia palestina intensificó la Intifada el 7 de octubre, ahora es el pueblo de Bangladesh el que está intensificando la batalla global por la liberación… al menos doscientos de nuestros camaradas en Bangladesh han sido martirizados por la Liga Awami. Si queremos lograr la liberación en Estados Unidos, debemos estar preparados para hacer esos mismos sacrificios”, se lee en el post.
McGuire señala que declaraciones como estas no deberían ser ignoradas. “Los estudiantes, bombardeados constantemente en las redes sociales, están siendo liderados por una vanguardia que está radicalizada y cree en esta ideología [antiliberal] que requiere que los seguidores coreen cosas genocidas”.
El año pasado, los administradores de las universidades ignoraron o desestimaron con frecuencia la violación de las políticas institucionales, las interrupciones a la vida académica y el acoso e intimidación a los estudiantes judíos. Estos líderes deben actuar con más decisión si esperan evitar el pandemonio que marcó gran parte del año pasado, afirma Richard Priem, subdirector nacional y director de operaciones del Servicio de Seguridad Comunitaria (CSS por sus siglas en inglés), una organización sin fines de lucro.
“No soy miembro de la ADL, pero hay lecciones relevantes que aprender desde el punto de vista de la seguridad, principalmente que el apaciguamiento no funciona. Lo que comenzó con un campamento terminó con la toma violenta de un edificio universitario. La lección que debe aprenderse es que debe haber tolerancia cero para estos comportamientos”, dice.
“Lo que comenzó con un campamento terminó con la toma violenta de un edificio universitario. La lección que debe aprenderse es que debe haber tolerancia cero para estos comportamientos”
Según Associated Press, se estima que 3200 personas, no todas ellas estudiantes, fueron arrestadas en universidades la primavera pasada; la mayoría de los cargos han sido retirados desde entonces. Otras universidades, incluidas la de Chicago y Harvard, retuvieron los títulos de algunos estudiantes propalestinos que enfrentaron medidas disciplinarias por su participación en campamentos y protestas; pero muchos de ellos ya han recibido sus diplomas.
A medida que los estudiantes comienzan a mudarse a sus dormitorios y se preparan para asistir a las asambleas, los administradores universitarios que buscan frenar la Intifada Estudiantil deben hacer más para abordar lo que está sucediendo dentro de las aulas, afirma McGuire. “Las universidades tienen que preguntarse si están dando oxígeno a estas ideologías a través de sus catálogos de cursos. Parte del problema es que gran parte del plan de estudios se centra en destacar todos los problemas que tiene la sociedad y ninguno de sus logros”.
Bernstein está de acuerdo. “Las universidades tienen que mejorar las habilidades de pensamiento crítico. Los grupos [de la Intifada estudiantil] no se están haciendo ningún favor al permanecer en sus burbujas de autoengrandecimiento”.
*Periodista.
Fuente: The Times of Israel.
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.