Pocos compositores están indisolublemente ligados a su ciudad de origen como George Gershwin, el hijo de inmigrantes rusos que inmortalizó la vida de la “Gran Manzana” a través de sus composiciones, que evocan el ritmo trepidante del jazz y la mecanizada sociedad moderna con el toque sinfónico y glamoroso que se respira en Nueva York.
A propósito de los 80 años de su partida, echemos un vistazo a su periplo vital, tan breve como intenso y fructífero
Redacción NMI
E l que sería uno de los grandes genios musicales norteamericanos del siglo XX vino al mundo en Brooklyn, en 1898, con el nombre de Jacob Gershovitz, en el seno de una familia de ascendencia judía ucraniana que se trasladó a Nueva York debido al creciente sentimiento antijudío en Rusia. Aunque de joven cambiaba frecuentemente de residencia debido a los trabajos de su padre, en líneas generales el joven Jacob creció alrededor del distrito idish, por lo que no era ajeno a sus teatros, en los que ocasionalmente aparecía en escena como extra.
A muy temprana edad manifestó su talento para la música al aprender a tocar, de manera autodidacta, el piano de su casa, el cual su padre había comprado para su hermano mayor, Ira, otro de los genios musicales norteamericanos. Al ver sus avances en el piano, el padre decide ponerlo a estudiar formalmente el instrumento, y es así como conoce a Liszt, Chopin o Debussy, tres de sus notorias influencias, que se sumaban a sus admirados Irving Berlin y Jerome Kern, compositores por excelencia de Broadway. Lo clásico y lo profano dialogaban sin exclusiones en sus preferencias musicales.
Al salir de la escuela, a la edad de 15 años, Gershwin comienza a trabajar en una compañía musical en la que tocaba al piano para el público las melodías de moda. Estimulado por este ambiente, él mismo se dio a la tarea de componer sus propias piezas, que no tardaron en obtener popularidad, como fue el caso de “When You Want ‘Em, You Can’t Get ‘Em, When You Got’ Em, You Do not Want ‘Em” y “Rialto Ripples”. Aunque su canción más conocida de entonces fue “Swanee”, convertida en éxito comercial en 1919, cuando Al Jolson –entonces en la cúspide de Broadway– escuchó a Gershwin interpretar la canción en una fiesta y decidió cantarla en uno de sus shows.
Es esta también la época de sus primeros musicales, compuestos en compañía de su hermano Ira y Buddy DeSylva, como “La, la, Lucille”, que significó un éxito inmediato, “Lady Be Good”, “Oh Kay!”, “Funny Face” o “Girl Crazy”, por tan solo nombrar algunos de los más populares.
En esta misma década de 1920, Gershwin comenzó a componer para las salas de conciertos, y en febrero de 1924, a los 26 años de edad, estrenó en el Aeolian Hall de Nueva York su célebre “Rhapsody in Blue”, una pieza para piano y orquesta en la que sintetizaba elementos del jazz con otros de procedencia clásica, y que se constituiría en el himno por excelencia de la ciudad de Nueva York. La obra fue polémica, sobre todo a causa de esa mezcla de estilos “serio” y “ligero”, pero en poco tiempo consiguió hacerse un puesto en el repertorio de los mejores solistas y las más destacadas orquestas.
Haga clic en el siguiente afiche para escuchar una grabación original de George Gershwin interpretando "Rhapsody in Blue" en 1924
Imperdibles de George Gershwin
Haga clic en el siguiente afiche para escuchar una grabación de "An American in Paris" dirigida por André Previn
Lejos de endiosar a Gershwin, el éxito implicó para él la responsabilidad de estar a la altura de las circunstancias, y por ello marchó a mediados de los años 20 a París con la intención de enriquecer su formación con los grandes maestros de entonces. Pero sus planes no salieron como esperaba, pues tanto la conocida Nadia Boulanger como el no menos conocido Maurice Ravel rechazaron enseñar a Gerswin por temor a que el riguroso estudio de la música formal asfixiara su fresca inclinación hacia el jazz.
Entretanto, en 1925 compuso su “Concierto para piano en fa” y escribió “Un americano en París”, estrenada en diciembre de 1928 en Nueva York, en la que Gershwin intentó describir, con mucho humor, las impresiones de un turista estadounidense mientras pasea por la capital francesa. La orquestación es del propio Gershwin, y rápidamente se convirtió en parte del repertorio estándar en Europa y Estados Unidos. Años después, en 1951, el director Vincente Minnelli y el actor y bailarín Gene Kelly inmortalizarían el musical en la versión cinematográfica.
De regreso en Estados Unidos, en 1935 Gershwin estrena “Porgy and Bess”, la cual compuso junto a su hermano Ira y el autor DuBose Heyward. La música combina elementos de la música popular de la época con una fuerte influencia de la música afroamericana. Esta “ópera popular”, según la definió Gershwin, supone un retrato de una comunidad negra en la localidad de Charleston, al sur de Estados Unidos, y aunque inicialmente fue un fracaso comercial, “Porgy and Bess” se considera ahora una de las composiciones musicales y teatrales norteamericanas más importantes del siglo XX.
Una de las características más sorprendentes de “Porgy and Bess” es el uso que su autor hace del jazz y el spiritual afroamericano. Ya en obras anteriores Gershwin se había distinguido por su habilidad para sintetizar recursos de estos lenguajes con la tradición clásica europea, pero es en esta ópera donde alcanza sus mejores resultados. Números como “Summertime” (una de las canciones más universales del repertorio estadounidense), “Oh, I got plenty o'nuttin” o “Bess, you is my woman now” son inolvidables.
Ira Gershwin
Ira (1896-1983) fue el hermano mayor de George por tan solo dos años. El éxito que obtuvo George a menudo ha eclipsado el talento de Ira, quien fue un destacado letrista de musicales de teatro, creador de algunas de las canciones más memorables del siglo XX, como “I Got Rhythm”, “Embraceable You”, “The Man I Love” y “Someone to Watch Over Me”, además de la ópera “Porgy and Bess”.
Junto a George, escribió más de una docena de espectáculos de Broadway, e hicieron su última colaboración en la película musical Shall we dance? (“¿Bailamos?”) de 1937, protagonizada por Fred Astaire y Ginger Rogers. Tras la temprana muerte de George, Ira Gershwin continuó coescribiendo canciones de éxito junto a compositores como Jerome Kern, Kurt Weili y Harold Arlen.
Haga clic en el siguiente afiche para ver una interpretación de fragmentos de "Porgy and Bess" interpretada por la Butler Symphony Orchestra, con la soprano Angela Brown
Después de su incursión en Broadway, Gershwin marcha a Hollywood, donde comienza a escribir música para películas, como Delicious, con Janet Gaynor y Charles Farrell; Shall We Dance? (“¿Bailamos?”), protagonizada por Fred Astaire y Ginger Rogers; y A damsel in distress (“Una damisela angustiada”), para Astaire, Joan Fontaine y Gracie Allen.
Las composiciones de Gershwin han sido adaptadas al cine y la televisión, y muchas se convirtieron en estándares del jazz interpretados por los más diversos cantantes, como John Coltrane, Mahalia Jackson, Nina Simone, Sarah Vaughan, James Brown, Janis Joplin, Paul McCartney, Peter Gabriel, Willie Nelson y Mina, por mencionar algunos.
A principios de 1937, Gershwin empezó a quejarse de fuertes dolores de cabeza cegadores y alucinaciones olfativas. Los exámenes médicos no arrojaron ninguna anormalidad, y fue dado de alta. Sin embargo, su coordinación física y condiciones mentales fueron disminuyendo, hasta que la noche del 9 de julio Gershwin perdió el conocimiento, por lo que fue trasladado a un centro médico, donde entró en coma y le fue diagnosticado un tumor cerebral.
La Casa Blanca envió dos barcos de la Armada para que trajeran de su yate a uno de los más célebres neurocirujanos del mundo. Sin embargo, la situación era apremiante y los cirujanos locales decidieron que era necesario operar. Gershwin nunca despertó del coma y falleció en Beverly Hills el 11 de julio de 1937, a los 38 años.
Aunque George Gershwin rara vez hacía declaraciones acerca de su música, alguna vez dijo que “la verdadera música debe reflejar el pensamiento y las aspiraciones de la gente y del tiempo. Mi gente es estadounidense”. No otra cosa que Norteamérica traspira la música de Gershwin.
Una oda a Manhattan
La banda sonora de la película Manhattan (1979) de Woody Allen está compuesta íntegramente por composiciones de Gershwin, entre ellas “Rhapsody in Blue”, “Love is Sweeping the Country” y “But Not for Me”, interpretadas por la Filarmónica de Nueva York bajo la dirección de Zubin Mehta, y la Filarmónica de Buffalo bajo la dirección de Michael Tilson Thomas. La película comienza con un monólogo de Allen: “Adoraba la ciudad de Nueva York... Para él, sin importar lo que era la temporada, esta era todavía una ciudad que existía en blanco y negro y pulsaba a las grandes melodías de George Gershwin”.
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