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E l conocido periodista y analista político israelí Gabriel Ben Tasgal llevó a cabo un conversatorio con periodistas de varios medios venezolanos, en un evento auspiciado por la organización Hatzad Hashení, la CAIV y el Colegio Nacional de Periodistas.
El cordial encuentro tuvo lugar el 9 de junio en los espacios de la Unión Israelita de Caracas, y abarcó dos temas de gran actualidad: “ISIS en América Latina: ¿mito o realidad?”, e “Israel - avances, logros y experiencias científicas: una oportunidad para nuestro país y la región”.
Comenzó el ponente explicando que el llamado Estado Islámico no tiene mucha fuerza en América Latina, pero “la idea yijadista sí, y la tendrá más”.
Para poder entrar en el tema, Ben Tasgal describió las dos corrientes principales del Islam, el sunismo y el chiísmo, que surgieron como fuerzas opuestas cuando Mahoma murió sin dejar sucesor, en el año 632.
Hoy en día existen cuatro “potencias” sunitas: Egipto es la potencia ideológica, país de origen del movimiento radical de los Hermanos Musulmanes; Arabia Saudita es la potencia teológica, mientras Catar es la potencia económica que hace grandes aportes a los Hermanos Musulmanes, así como a ISIS y al-Qaeda. La cuarta potencia es Turquía, que actualmente aspira a volver a dominar políticamente el Medio Oriente como lo hizo el Imperio Otomano.
Por su parte, los chiítas se sienten amenazados por constituir una minoría (15%) dentro del Islam; esto los llevó a la Revolución Islámica en Irán (país predominantemente chiíta), la cual según sus líderes tiene que ser permanente y debe ser “exportada”.
La forma principal en que el Islam, tanto sunita como chiíta, se expande por el mundo musulmán y no musulmán, es la dawa (literalmente “comprar corazones”), que se manifiesta en acción social; se trata de ofrecer servicios que los gobiernos no suministran con eficacia, y construir mezquitas desde las cuales difundir la fe islámica. La dawa se concentra en Europa, donde viven 50 millones de musulmanes.
En América Latina existe una actividad de dawa muy importante en México, Perú, Panamá y la Triple Frontera (entre Brasil, Argentina y Paraguay). Sin embargo, hasta ahora hay poco material yijadista sunita en español, lo que ha limitado su presencia en América Latina; en esta región sí han penetrado con más fuerza los chiítas, lo que se manifestó en los atentados realizados por Hezbolá contra la embajada de Israel y la AMIA en Argentina, y se puede observar con la extendida presencia de su canal propagandístico en español, HispanTV. Los extremistas chiítas también saben aprovechar la alta corruptibilidad de la región para comprar políticos que les sirvan como portavoces.
La alianza entre el Islam radical y la izquierda radical es explicable por el hecho de que ambos tienen un enemigo común: la modernidad; esto permite comprender que el “posmodernismo” (la izquierda que se quedó sin referentes tras la caída de la Unión Soviética) y el “premodernismo” islamista se unan contra todo lo que represente al mundo moderno con sus valores de libertad personal, progreso, tolerancia y cambio social. También existe una red de alianzas “natural” entre el radicalismo islámico, el narcotráfico y el tráfico de armas.
Ben Tasgal matizó el tema del radicalismo explicando que, según encuestas, si bien de 20% a 30% de los musulmanes piensa de forma radical, no necesariamente actúan con violencia; solo una mínima parte ejecuta actos terroristas, pero hoy en día el 95% del terrorismo mundial es islamista. Por ende, “decir que el Islam es un problema es falso, pero decir que no es un problema también lo es”.
Concluyó el expositor asegurando que el Estado Islámico va a desaparecer; en 2014 había alcanzado su máxima extensión, ocupando un territorio similar al de Inglaterra; pero la acción militar encabezada por Estados Unidos y Rusia lo han reducido prácticamente a sus dos “capitales”, Mosul (Iraq) y Raqa (Siria). Cuando estas ciudades caigan, ISIS pasará a ser un grupo clandestino y sus dirigentes posiblemente se trasladarán a Afganistán, para ocupar el lugar de al-Qaeda.
Pero ISIS no es un ejército sino una idea que actúa dentro de las propias sociedades occidentales, y esto es lo que lo hace tan peligroso. Esto lo definió el ideólogo islamista Abu Musar Suri en su libro La yijad global: aprovechando los medios digitales de Occidente, los terroristas se auto-adoctrinan y auto-entrenan, escogen su objetivo, planifican y luego graban su acción, y afirman que lo hacen en nombre de ISIS. Son los llamados “lobos solitarios”, cuya actividad garantiza que seguirá habiendo atentados terroristas.
La segunda parte del conversatorio trató sobre los logros de Israel en educación, ciencia y tecnología, que han sido la clave de su desarrollo económico, y las lecciones que podrían aprovecharse en países como Venezuela.
Comentó Ben Tasgal que disponer de abundantes riquezas naturales puede ser una desventaja para un país, pues dificulta la diversificación de la economía hacia actividades de valor añadido. En América Latina hay que convencer a los gobiernos de que los recursos naturales ofrecen solo una riqueza momentánea. Cada país debe decidir en qué es “bueno” (sus ventajas comparativas), y desarrollar ese aspecto.
En la década de 1980, Israel decidió que su ventaja comparativa era crear ideas, iniciativas que requieren asumir “riesgos intelectuales”, pero el país no es muy exitoso en hacer dinero con esas ideas; la solución fueron las start-ups, que al tener éxito se venden a corporaciones internacionales que sí saben obtener provecho económico de ellas. La primera start-up israelí que se difundió explosivamente por el mundo fue ICQ, el primer servicio de chat instantáneo, comprado por la firma estadounidense AOL a finales de la década de 1990.
Uno de los factores que han hecho tan exitosas a las start-ups israelíes es que en el país se felicita el fracaso, se premia la iniciativa aunque no triunfe; pues la experiencia enseña que detrás de cada éxito hay siempre varios fracasos. Los periodistas deberían apoyar esa actitud, preguntando a todo emprendedor exitoso cuáles fueron sus fracasos y qué aprendió de ellos; en la actualidad, por el contrario, en nuestro continente los fracasos se ocultan como algo vergonzoso.
Por otra parte, en Israel el Estado ha creado “incubadoras” de start-ups que otorgan al emprendedor —tras evaluar los méritos de su idea— el 50% de los recursos que requiere para lanzar la empresa; el emprendedor debe conseguir el resto. Si fracasa no debe devolver nada, y si triunfa solo devuelve los fondos recibidos. Las estadísticas señalan que si una de cada diez start-ups financiadas es rentable, el Estado recuperará la inversión de las diez. Esta “intervención estratégica” gubernamental ha logrado promover la creatividad tecnológica del país a los actuales niveles, que son la admiración del mundo.
Por otro lado, en Israel se fomenta que los estudiantes cursen más de una carrera universitaria, lo cual potencia su creatividad. Un ejemplo es el de los médicos que también son ingenieros en Robótica, uno de cuyos resultados fue la famosa píldora-cámara que sustituye las endoscopias y es mucho más eficaz para detectar problemas digestivos.
Un factor menos “exportable” de Israel es el papel fundamental que cumple Tzáhal en la innovación; existen unidades especializadas en generar desarrollos tecnológicos que al principio son de uso militar; pero al incorporarse a la vida civil, los ingenieros dan uso a sus conocimientos para crear sus propias empresas.
Finalmente, en cuanto a sus logros agrícolas, Israel sabe que es “bueno” en calidad pero no en cantidad, debido a lo reducido de su territorio; por eso se especializa en productos “nicho” de alta demanda en el mercado europeo. Actualmente se están aprovechando las experiencias agrícolas israelíes en países latinoamericanos como Colombia, Argentina, Uruguay y Paraguay.
Ambas ponencias de Gabriel Ben Tasgal generaron un vigoroso intercambio de preguntas y respuestas que enriquecieron el conversatorio, el cual fue positivamente valorado por los participantes.
S.R.
Fotos: José Esparragoza
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