E l proyecto Fundana nació de la inquietud de tres amigas de origen judío, que compartían una misma pasión: comprometerse a nivel social con un país que les había dado todo. Elsa Levy de Morgenstern, Francis Krygier de Cohen y Sandra Krygier, con edades comprendidas entre los 22 y 23 años, se unieron como voluntarias al Centro Infantil de Protección Inmediata, el cual era una dependencia del Instituto Nacional del Menor (INAM) en los años 90, con la idea de sensibilizar a las cuidadoras para que tuvieran un trato más directo y una relación más humana con los niños.
Sandra Krygier recuerda: “Teníamos el consentimiento del INAM para ir a este centro e intervenir a sensibilizar a ese personal; fuimos haciendo talleres de formación, estimulación temprana y abastecimiento a través de donaciones”.
Sin embargo, a medida que pasó el tiempo las jóvenes se encontraron con distintas trabas, entre las que resaltó, según cuentan, la poca disposición del personal del centro. “Un día llegamos como todas las mañanas y nos recibe un libro de novedades, donde estaba escrito que éramos personas no gratas para la institución. Desde ese entonces nos planteamos: ¿qué hacemos?”, explica Krygier.
Ante la problemática de los niños en situación de calle, decidieron que no podían quedarse de brazos cruzados mientras sus proyectos y sueños se desvanecían. Fue ese impulso que las llevó a crear una institución, con ayuda de la empresa privada, para ayudar a los más pequeños.
No fue fácil convencer a los demás de un proyecto de tal magnitud liderado por mujeres tan jóvenes, pero gracias a los contactos que habían realizado, a través del INAM, lograron dar los primeros pasos.
“En principio las personas que teníamos alrededor lo tomaron como que nos volvimos locas, realmente lo que nos movió fue decisión, pasión y acción”.
Veinticinco años después, gracias al apoyo de empresas privadas, instituciones sin fines de lucro y personas que creyeron en ese proyecto, Fundana alberga en su seno a 110 niños, ha atendido a alrededor de 12 mil pequeños y 10 mil familias.
Muchas ideas en Fundana fueron surgiendo por intuición e improvisación, gracias a la “conciencia y ganas” de quienes laboran en ella para hacer un aporte y cambiar la vida, así sea de un niño o familia: “dejar el mundo mejor que como lo encontramos”, afirma Sandra Krygier.
Los primeros pasos fueron en una casa en San Bernardino, donada por la familia Muller. Las fundadoras, ya con un espacio físico apto para el albergue de niños, empezaron a llamar al INAM y al Tribunal de Menores para hacer denuncias de situaciones irregulares que ellas mismas veían en la calle. Así, poco a poco fueron ganándose la confianza de las entidades y recibiendo a menores en Fundana.
La casa de los chiquiticos 1 recibió a los primeros niños, dos hermanos; el primero en llegar, William Castillo, es hoy en día un hombre exitoso con estudios; actualmente vive en España.
Con el tiempo, y gracias a las buenas gestiones, había muchos niños, razón por la cual fueron evolucionando hacia otra idea, que no era la típica casa donde hay un director y están alojados los pequeños.
El modelo de orfanato se modificó a lo que es hoy en día el concepto de las “villas”, donde conviven niños desde cero hasta 7 años de edad. En estas diez villas, ubicadas en la Avenida Río de Janeiro en Caracas, un grupo de pequeños viven bajo el concepto de familia: tienen a una “madrina” y una “tía”, quienes son personal entrenado y capacitado en todas las áreas y están encargadas de guiarlos en sus labores, llevarlos al colegio y otras actividades externas de las villas.
Varias instituciones educativas aliadas brindan apoyo, y Fundana también tiene lazos con centros médicos para atender y llevar el control de salud y otros factores.
Otros programas de Fundana
Todas las personas que requieran ayuda de los programas de Fundana pueden solicitarla de manera anónima a través de los teléfonos (0414) 122.6450 y (0212) 312.6980.
Redacción NMI