El gobierno de Catar comenzó a financiar a Hamás en 2007, sin control internacional, un aporte que en 2014 pasó a coordinarse con Israel, Estados Unidos y la ONU. Paralelamente, la organización terrorista ha creado un imperio internacional que se disfraza con nombres falsos y a través de empresas inmobiliarias
Doron Peskin*
En Israel, Catar ha sido identificado durante años —y ciertamente después de la masacre del 7 de octubre— como perteneciente al eje del mal. Esto debido a la ayuda que proporciona a la organización terrorista Hamás, ya sea mediante financiación, acogiendo a sus líderes en su territorio, o a través de las trasmisiones de Al Jazeera, que se ha convertido en su portavoz. El «dinero catarí» se ha convertido en sinónimo de la construcción del imperio terrorista de Hamás, que ha atacado con todas sus fuerzas a Israel.
La financiación de Catar a Hamás se divide en dos períodos. El primero, entre 2007 y 2014, cuando el emirato suministró fondos a Hamás como mejor le parecía, lejos de cualquier supervisión o control internacional; el segundo desde 2014 hasta hoy, cuando la financiación se hace en coordinación con Israel, Estados Unidos y las Naciones Unidas. Al mismo tiempo, en Catar operan constantemente canales de financiamiento independientes que ignoran a las autoridades.
El emir de Catar, sheij Tamim bin Hamad Al-Thani
(Foto: AP)
Con el paso de los años los cataríes se dieron cuenta de que estaban en problemas, ya que se crearon la imagen de un país que financia el terrorismo. La cuestión era particularmente delicada, debido al deseo de mantener relaciones estrechas con Estados Unidos, especialmente antes de albergar la Copa del Mundo de fútbol hace un año. Por eso, los cataríes siempre han asegurado que la ayuda está destinada a las familias más pobres de Gaza, y a ampliar la disponibilidad de electricidad en la Franja. También dicen que la financiación en realidad pasa a través y bajo la supervisión de Israel. Como prueba, indican que la lista de personas necesitadas se trasfiere a Israel todos los meses.
En pocas palabras, el gobierno de Hamás en Gaza obtuvo ganancias del dinero catarí que fluía hacia la Franja mensualmente. Esto sucedió no solo por la manipulación de los mecanismos de supervisión —como incluir a miembros de Hamás en la lista de los necesitados—, sino porque controlaba la economía de la Franja y recaudaba impuestos sobre toda actividad económica que tenía lugar allí.
Hamás no depende solo de la ayuda financiera estatal de Catar y de Irán, sino que a lo largo de los años ha establecido un imperio económico internacional bien disfrazado con nombres falsos y empresas aparentemente legítimas. Hamás utiliza todos los países en los que tiene presencia para operar su red de financiamiento, y su oficina en Catar, abierta en 2012, no es diferente.
A lo largo de los años, los líderes de Hamás y sus agentes en Catar han establecido una sofisticada red financiera. Empresas de inversión inmobiliaria pertenecientes a Hamás estaban registradas en Catar con nombres supuestamente inocentes, incluso nombres de mujeres.
Hamás no depende solo de la ayuda financiera estatal de Catar e Irán, sino que a lo largo de los años ha establecido un imperio económico internacional bien disfrazado con nombres falsos y empresas aparentemente legítimas
Quien todavía colabora en el esfuerzo es Irán, que también tiene buenas relaciones con su vecino catarí. La semana pasada, las autoridades de Estados Unidos publicaron una lista de figuras destacadas de la red financiera internacional de Hamás; entre otros, se menciona a Muhamad Nasrala, ciudadano jordano y veterano operativo de Hamás afincado en Doha, capital de Catar, quien ha estado involucrado en trasferencias de dinero a Hamás, incluido su brazo militar. Este activista tiene estrechos vínculos con Irán, lo que le resulta muy útil.
Las relaciones entre Catar e Israel no siempre fueron turbias. Catar fue uno de los dos países del Golfo que abrieron una oficina de intereses en Israel tras los Acuerdos de Oslo. Aunque se cerró con el inicio de la segunda intifada a finales de 2000, Israel y Catar continuaron manteniendo relaciones diplomáticas y reuniones bajo la superficie.
En 2007, la situación cambió cuando Israel y Catar se encontraron en bandos opuestos, pues Catar fue uno de los pocos países que expresaron públicamente su apoyo a Hamás, después de que este llevara a cabo su violento golpe de Estado contra la Autoridad Palestina en la Franja de Gaza. En 2012, el entonces emir de Catar y padre del actual gobernante, el jeque Hamad bin Khalifa al-Thani, se convirtió en el primer jefe de Estado en visitar Gaza bajo el gobierno de Hamás, cuando se comprometió a recaudar 400 millones de dólares para la rehabilitación económica de la Franja.
Esos eran los días de la «Primavera Árabe», cuando en Egipto el gobierno de Mubarak fue derrocado y ascendieron al poder los Hermanos Musulmanes, el movimiento padre de Hamás. Luego se informó que Catar trasfería una ayuda anual a Hamás estimada en 100 millones de dólares. Se entiende que es difícil aportar pruebas de ello, ya que los flujos de fondos, si se produjeron, se hicieron en secreto para escapar de la supervisión internacional y posibles sanciones o, alternativamente, dinero en efectivo se introdujo de contrabando a través de los túneles hacia la Franja de Gaza.
Incluso antes del derrocamiento del presidente islamista Muhamad Morsi en Egipto, en julio de 2013, circuló en los medios de comunicación árabes un documento, supuestamente del Banco Central de Catar, en el que se aprobaba la trasferencia de 250 millones de dólares al Buró Político de Hamás. Luego se afirmó que esa cantidad había sido una subvención especial destinada a proteger el gobierno de Morsi a través de los terroristas de Hamás. Se ha cuestionado la autenticidad del documento, pero su publicación reflejó la atmósfera creada en torno a las actividades de Catar en ese momento. Después del derrocamiento de Morsi y el regreso del ejército al poder, se informó que Catar trasfirió a Hamás una subvención especial de “adaptación” por valor de 350 millones de dólares.
Las relaciones entre Catar e Israel no siempre fueron turbias. Catar fue uno de los dos países del Golfo que abrieron una oficina de intereses en Israel tras los Acuerdos de Oslo
Aunque no se proporcionaron pruebas concluyentes de esas trasferencias, en 2014 el entonces subsecretario del Tesoro de EEUU, David Cohen, afirmó que Catar financiaba a Hamás «desde hace años». Esa actividad de Catar también atrajo la atención de la organización GAFI, un grupo de trabajo internacional para el desarrollo y promoción de políticas contra el lavado de dinero y la financiación del terrorismo, que en los últimos años ha publicado informes poco halagadores sobre el Estado del Golfo.
La razón que motivó a Catar a apoyar a Hamás es que las organizaciones islamistas se están fortaleciendo y, por tanto, desempeñarán un papel más importante en el futuro de la región. Por lo tanto, es importante que un país pequeño como Catar, que se siente amenazado por una variedad de factores, mantenga relaciones normales con ellos. Este razonamiento fue el dominante en el apogeo de la Primavera Árabe, cuando los islamistas parecían estar cosechando logros políticos en todo el Medio Oriente.
La Operación Margen Protector en el verano de 2014 fue un punto de inflexión en la financiación catarí para la Franja de Gaza: Estados Unidos, la ONU, Catar e Israel decidieron establecer un nuevo mecanismo, por medio del cual el gobierno de Catar ayudaría a la Franja de Gaza con 30 millones de dólares al mes. De esa cantidad, 10 millones de dólares se destinarían a la compra de combustible a Israel para el funcionamiento de la única central eléctrica de la Franja, 10 millones a los salarios de los empleados gubernamentales, y otros 10 millones a una ayuda mensual de 100 dólares para 100.000 familias necesitadas.
Ese fue el comienzo del surgimiento en Israel del concepto según el cual cuantos más activos económicos acumulara Hamás, menor sería su apetito por hacer realidad su ideología asesina que llama a la destrucción de Israel. Es difícil saber qué parte de esos fondos terminó en los bolsillos del ala militar de Hamás, cuyos altos funcionarios siempre han afirmado que tiene canales de financiación separados.
*Experto en temas económicos del Medio Oriente.
Fuente: Calcalist (calcalistech.com).
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.