L uego de que el vicepresidente de la Comunidad Hebrea de Cuba, David Prinstein, asegurara que están “viviendo este momento con tristeza y dolor por la pérdida de un hombre que hizo victoria y que reconoció, siendo una figura como la que fue, al pueblo hebreo, el derecho del Estado de Israel y lo que pasó en la Shoá”, es necesario recordar que su relación con el pueblo judío y el Estado de Israel fue netamente influenciada por la realidad internacional que Cuba enfrentó en las casi seis décadas en que el líder de la revolución cubana gobernó su país.
Inicialmente, el gobierno de Fidel Castro provocó el éxodo forzado de los miembros de las clases acomodadas cubanas, entre las cuales había una importante cantidad de judíos. Se calcula que emigró el 80% de los 15.000 que vivían en la isla durante el gobierno de Batista, debiendo quedar en claro que no lo hicieron por disposiciones antisemitas sino por la implantación de un régimen comunista.
A la vez, es sabido que Fidel Castro sentía cierta admiración por el movimiento sionista socialista y sus líderes, pero su alianza con la URSS y el enfrentamiento con Estados Unidos ubicó a Cuba y a Israel en lugares opuestos de las alianzas internacionales durante la Guerra Fría.
Cuba apoyó la causa palestina y a los países que luchaban por su independencia, pero sin romper las relaciones diplomáticas con el Estado de Israel. No es un detalle menor que luego de la Guerra de los Seis Días (1967), cuando la mayoría de los países del bloque soviético rompieron relaciones con el Estado judío, Cuba no lo hiciera.
Pero esta situación se modificó drásticamente en 1973 por la conjunción de dos situaciones. Por un lado, poder seguir contando con el petróleo que necesitaba, pues debido al desarrollo de la Guerra de Yom Kipur, favorable al Estado de Israel luego de los primeros días de lucha, la OPEP presionó a los países occidentales mediante un embargo del vital combustible para que dejaran de apoyar a Israel. Por otra parte, Castro aspiraba a ser nombrado presidente del Movimiento de los no Alineados, integrado mayoritariamente por países que tenían una postura contraria a EEUU e Israel. Era evidente que no podía presidir ese foro una nación que mantuviera relaciones diplomáticas con el Estado judío.
El cambio de postura que asumió Castro tuvo un punto de referencia incuestionable: en 1975, Cuba fue uno de los países promotores de la resolución de las Naciones Unidas que equiparaba al sionismo con el racismo.
A partir de la caída del Muro de Berlín, el derrumbe de la URSS y los acuerdos de Oslo de 1992, se produjo un cambio, que si bien en lo formal no se hace efectivo ya que no se restablecen las relaciones diplomáticas, comienzan a llegar turistas israelíes a Cuba, se intensifica la aliá de judíos cubanos y empresas israelíes comienzan a operar en la isla, en especial en temas relacionados con la agricultura. Todo este cambio se produce sin modificar sus críticas a Israel en relación con los palestinos.
El cambio también se nota en las instituciones de la comunidad judía cubana, pues Castro acepta que organizaciones internacionales judías le presten ayuda. También visitó una de las sinagogas que oficialmente continuaba funcionando, permitió actividades socioculturales comunitarias, y en 2006 inauguró un monumento en homenaje a las víctimas del Holocausto, acto al que invitó al rabino Israel Meir Lau, quien había sido hasta poco antes gran rabino asquenazí del Estado de Israel, y a Rafi Eitan, quien ocupara cargos directivos en la seguridad israelí.
Este hecho, en especial la invitación a Eitan, fue muy criticado tanto por la izquierda internacional como por los movimientos fundamentalistas islámicos, lo que sumado a la reprobación de Castro al gobierno iraní por negar el Holocausto, pronunciada cuatro años después, provocó que grupos católicos de extrema derecha reflotaran el mito de que Fidel y su hermano Raúl tienen ancestros judíos. Esto, de acuerdo con un trabajo genealógico de Luis López Pombo publicado en “GaliciaDixital, Portal de Galicia” en 2005, es falso.
Por último, a partir de la reanudación de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, muchos analistas comenzaron a preguntarse si Cuba no haría lo mismo con Israel, lo que no ha ocurrido hasta el momento, en que luego del triunfo de Donald Trump nuevamente surgen dudas sobre cómo serán las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.
Fuente: Itongadol / AJN. Versión NMI.