Rabino Pynchas Brener*
Falleció mi amigo Saadia Cohen Zrihen, zijronó livrajá, su memoria sea una bendición.
Lo conocí durante décadas en Caracas y aprendí mucho de él. Tenía intuición e inteligencia, prudencia y orgullo. Tenía un fino olfato por la vida comunitaria y política del país. Cuando aún vivía en Melilla, España, su experiencia y lecturas, los estragos de la guerra civil y el gobierno del dictador Francisco Franco lo equiparon con vivencias e imágenes que décadas más tarde le sirvieron para entender e interpretar con gran acierto lo que estaba ocurriendo en la vida social y política de Venezuela en las últimas dos décadas.
Como empresario era arriesgado y prudente, simultáneamente. Identificó el momento apropiado para retirarse de la vida comercial en Caracas, ciudad que amó y a cuyo desarrollo contribuyó.
Saadia Cohen Zrihen, Z’L
El Estado de Israel era un norte en su vida, y no tan solo a través de generosas contribuciones, sino también con estadías para interiorizarse con las necesidades del país que luego tradujo en acción, al tender un puente significativo entre Israel y España a través de la Fundación don Juan de Borbón, que fundó y patrocinó. Era un hijo orgulloso del pueblo judío.
En numerosas oportunidades, especialmente durante los últimos años, me reuní con Saadia, anfitrión sagaz por su evaluación de la posición muchas veces tenue del pueblo judío en el mundo: el flagelo del antisemitismo y la apremiante situación venezolana.
Nos encontramos personalmente en Caracas, New York, Miami, Madrid, ciudades que conocía y valoraba individualmente, porque reconocía las bondades particulares de cada una de ellas.
Amaba la tradición judía y sabía entonar las plegarias, apoyaba a quienes extendían su mano en búsqueda de ayuda.
Pero ante todo y sobre todo, fue un hombre de familia. Querido y devoto esposo de Simy durante décadas, padre que se preocupó por sus hijos, respondiendo a inquietudes y necesidades. Como abuelo era seguramente ejemplar.
Ya lo echo de menos, y no puedo pensar que una mente tan activa y productiva, que un corazón tan lleno de generosidad no se encuentre más entre nosotros.
Por ello y mucho más atesoraré la amistad que me extendió, al mismo tiempo que elevo oraciones por la tranquilidad y paz de sus restos mortales. Su querida esposa y devotos hijos mantendrán su memoria y ejemplo de vida con ternura y amor.
Nishmató tserurá bitsror hajayim.
*Rabino emérito de la Unión Israelita de Caracas.
Tomado de www.pynchasbrener.com