Desde los primeros días de nuestra llegada a Caracas procedentes de New York para ocupar el cargo de rabino de la Unión Israelita de Caracas, conocí a la pareja Klara y Hillo Ostfeld.
Para aquel entonces, el finado Hillo Z’L era el secretario general de la Junta Directiva de la UIC, y por ello mantuvimos un contacto directo diario. Eventualmente Hillo ocupó la presidencia de la UIC, de la Confederación de Asociaciones Israelitas de Venezuela, (CAIV) y Hebraica, y activó en todos los sectores de la kehilá. Tenía una personalidad imponente y consumía mucho oxígeno en cualquier reunión. Era un líder nato y ejerció esos dones, además de llegar a ser un industrial importante en Venezuela, no obstante haber llegado al país con escasos recursos materiales.
Los Ostfeld siempre reconocieron las oportunidades que Venezuela les ofreció para rehacer sus vidas con trabajo y logros. Estaban orgullosos de Venezuela, pero al mismo tiempo tenían una lealtad inquebrantable hacia Medinat Israel. Adquirieron casa en las playas de Tel Aviv, para señalar que también esa tierra, la de Israel, era un hogar para la familia.
La pareja Ostfeld ocupó inicialmente una casa diagonal a la sede la UIC en la Avenida Marqués del Toro, junto con sus suegros don Josef Pesate y su esposa. Klara era hija única. Don Josef era el Gabai de la sinagoga de la UIC, y regía esa tarea con dedicación y sabiduría.
Años más tarde, los Ostfeld se mudaron a Valle Arriba, sector preferencial de la ciudad de Caracas.
Hillo fue muy exitoso en todos los ámbitos, pero no era el único responsable de ello, porque a su lado tenía al amor de su juventud, una esposa y mujer extraordinaria, Klara Z’L. La trayectoria de Klara incluyó sobrevivir la Segunda Guerra Mundial, residenciarse durante varios años en Israel, y luego una trayectoria impecable en Caracas hasta casi los últimos años de su vida.
Debido a la guerra Klara no pudo concluir sus estudios, y terminó el bachillerato en Caracas. Pero no descansó. Continuó con estudios universitarios, obteniendo títulos, y destacó con sus dotes literarias. Entre sus libros, Luz y sombra de mi vida fue traducido a varios idiomas.
Simultáneamente con sus estudios, Klara fue la compañera y esposa de un gran líder, intelectual por mérito propio y una gran ama de casa. Su cocina era legendaria, incluyendo repostería de gran gusto.
Atendiendo al llamado de Hillo, en tiempo récord Klara preparaba cenas y recepciones que compartí en su hogar en innumerables ocasiones. Recuerdo especialmente una cena íntima con Arik Sharon, quien en aquel entonces nos dijo que Iraq constituía la mayor amenaza para Israel, y efectivamente luego se logró eliminar sus nefastos planes al destruir Israel el reactor nuclear de Osirak.
Las figuras más destacadas del ámbito político y social de Israel, al igual que líderes de otras comunidades judías del mundo, fueron agasajadas en el hogar de los Ostfeld, y Klara fue la organizadora de todos esos eventos que dejaron huella en la comunidad judía de Caracas.
Klara tenía amigas íntimas, algunas que provenían de la misma región de Europa y que se encontraban en Caracas.
Fue una mujer multifacética, hija leal, extraordinaria esposa y compañera de su esposo, madre ejemplar quien supo también plasmar, al mismo tiempo, su curiosidad intelectual con escritos y libros.
Su vida tuvo luces y sombras, éxito social y material, pero también sufrió el inconmensurable dolor de la pérdida de dos hijos varones. El mayor dolor para cualquier madre y padre, enterrar a hijos. Sin embargo, no permitió que el dolor se apoderara de la totalidad de su ser. No reflejó amargura, nunca olvidó la tragedia que guardó en lo profundo de su interior y continuó con la vida.
Su hija Trudy siempre estuvo a su lado y le dio el apoyo emocional, últimamente tan necesario. Igualmente su nuera Regina. Klara también estuvo acompañada por nietos y bisnietos, a quienes amó y de quienes recibió el cariño y apego que solo seres cercanos y queridos pueden ofrecer.
Antes de cantar el Kidush sobre el vino, en muchos hogares se recita el último capítulo del libro bíblico Proverbios, que empieza con la frase Éshet jáil mi yimtsá, “Quién puede encontrar una ‘mujer de valor’”.
Klara Z’L deja un legado de orgullo de pertenencia al pueblo judío, de ser eje de un hogar, querida esposa, adorada madre, abuela y bisabuela. Un ejemplo tangible de Éshet Jáil, “mujer de valor”.
Su memoria es una bendición para quienes tuvimos el privilegio de conocerla.
Nafshá tserurá bitsror hajayim.
*Rabino emérito de la Unión Israelita de Caracas.
Fuente: Facebook “Café con fe” del rabino Pynchas Brener.
2 Comments
Sra. Klara Ostfeld Z’L siempre en nuestro recuerdo. Familia Esteves Paolini.
Que gran mujer,he leído su libro,he llorado con su luchas y sufrimiento,he llenado mi corazón de felicidad por sus logros alcanzados,a pesar de la adversidad,ella y su querido esposo el Sr Hillo Ostfeld,doy gracias a Dios todopoderoso por estas personas que llegaron a Venezuela, para mí es un orgullo ser venezolano,cuando leo las memorias de esta extraordinario ser humano,me hubiera gustado conocerla y poder charlar de sus vivencias,solo puedo decir que es un ejemplo de un gran ser humano,que Dios le dé descanso a su alma y fortaleza a sus familiares y amigos.