Laurel Herman*
“Extraño a tu antiguo yo”. Recibí ese mensaje de una vieja amiga de internet. “No eres la misma”.
Mi antiguo yo se ha ido. Estoy segura de que a muchos de nosotros nos gustaría volver al 6 de octubre de 2023. Una parte de mí también lo deseaba.
Creo que mi amiga está “asustada” porque mis puntos de vista han cambiado. Ya no soy la seguidora del partido demócrata que no tenía espacio para otras ideas, que odiaba al otro lado con certeza y sin importar nada. Ya no soy la persona que no podía o no quería ver las grietas en el trato de mi propio partido a Israel, o la traición a sus propios electores judíos.
El absurdo de que una persona con el cerebro lavado me diga que yo tengo el cerebro lavado se vuelve más ridículo, e incluso más risible mientras más lo pienso.
Nota para mi amiga: Querida, creo que eres antisemita. Lo que yo entiendo es que puedes estar en desacuerdo con el gobierno (de Israel), pero aun así te pueden gustar los judíos. Aunque eso puede ser cierto (porque no siempre estamos de acuerdo con nuestros líderes), el desdén absoluto por Israel y por la forma en que maneja este conflicto, y la creencia en la propaganda palestina, te califican como antisemita. Y aparentemente ahora yo soy racista, porque publiqué algo sobre las violaciones en grupo que han sucedido en Gran Bretaña.
Me dijo muchas cosas insultantes, como que no podía creer cómo yo me había tragado la propaganda israelí. Y que, Dios no lo permita, que las Fuerzas de Defensa de Israel habían tratado antes a los palestinos de la misma manera que lo que ocurrió el 7 de octubre.
Qué pensamiento tan aborrecible. Eso no está en nuestro ADN. Tenemos un código ético. Es por la Torá. Nosotros valoramos la vida.
(Ilustración: Mariano Vior / Clarín, Argentina)
Estoy horrorizada, pero no sorprendida. Ella es francesa, no judía. Ah, y por cierto, ¿acaso sabía yo que “sionismo no es lo mismo que ser judío”? ¿Acaso ha abierto ella un libro de historia? Somos uno y lo mismo. No estamos separados de la tierra.
Pero aun así, ella intenta salvarme de mi yo judío. «Me rompe el corazón verte así», me dice. Ella está realmente preocupada por mi alma, que podría caer en manos de esos mentirosos israelíes.
No te equivoques, estoy más segura en manos de mis hermanos y hermanas israelíes de lo que jamás estaría en tu versión del mundo.
Llamé a mi comunidad. Necesitaba hablar con otra persona judía. Casi inmediatamente recibí ofertas de llamadas, y una mujer judía increíble respondió y me llamó.
Lo irónico es que estas acusaciones sobre lo “cerrada de mente” que me he vuelto son un reflejo exacto de su comportamiento. Eso es lo que se llama proyección. Todo aquello de lo que me acusó era exactamente lo que ella estaba haciendo. ¿Y qué pasará con mi Medicare, y todos los otros tropos basados en el miedo y el otro bando que la gente usa? Siguieron acusaciones descabelladas, sobre mis lealtades y «lo equivocados que están ellos». Ella me dice que parezco una MAGA (Make America Great Again). Eso es absurdo, ni siquiera me gusta ese tipo (pero voté por él). Mi respuesta fue: «Concéntrate en tu propio país, Francia; tienes toneladas de problemas».
Me pregunto cómo habría reaccionado Francia si hubiese tenido un 7 de octubre.
¿Acaso sabía yo que “sionismo no es lo mismo que ser judío”? ¿Acaso ha abierto ella un libro de historia? Somos uno y lo mismo. No estamos separados de la tierra
¿Quién es nadie para presumir sobre la identidad de otro? Le respondí con esas réplicas. Tenemos tanta historia, y nuestra experiencia colectiva no puede ignorarse ni esconderse bajo la alfombra. Pero sé que no me estaba escuchando. Porque simplemente no puede. Recuerdo una época en la que yo era así.
Todos los días hay una herida fresca, o una costra que se desprende y revela la tristeza de las familias de los rehenes, de los desplazados, y el dolor por los soldados caídos. Lo asimilo. Así que no me digan quién soy.
La conclusión que saco de todo esto es que no me preocupa demasiado (pero sentí la necesidad de escribir sobre ello; en cierto modo me siento herida). Sé quién soy. No me importa lo que piensen. Soy sionista. Siento tanta admiración y amor por nuestro pueblo. Los amigos van y vienen. Cuando se muestran de esta manera, es Hashem alejándonos de la gente equivocada. Gracias, Hashem. Solo hay una cosa que importa.
Que los rehenes regresen a casa sanos y salvos. Que Hashem guíe al pueblo judío hacia la victoria sobre el terrorismo y el odio. Que sigamos difundiendo luz en este mundo de oscuridad. Y ahora que lo pienso, no extraño en absoluto a mi antiguo yo. ¡Am Israel Jai!
*Chef, narradora culinaria, sionista.
Fuente: The Times of Israel.
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.