El país que no existe exige que el país que sí existe (pero que él no reconoce) le entregue sus tierras y libere más prisioneros. Si un país no es reconocido, entonces no existe; si no existe, entonces no tiene tierras qué entregar, pero tampoco tiene prisioneros que liberar.
El país que no existe y nunca en la historia de la humanidad existió, tiene incluso embajadores en varios países, algunos de los cuales se explotan en “accidentes de trabajo”, manipulando armamentos que no podrían poseer, pero como no existen entonces no importa.
El país que sí existe, pero cuya existencia no es reconocida, ha hecho florecer el desierto y está a la vanguardia en materia de medicina y ciencia, lo cual despierta la envidia de otros países y entonces proponen boicotearlo… pero ¿cómo se puede boicotear a un país cuya existencia no es reconocida? Pero sí se reconoce su historia milenaria, cuna de todas las religiones monoteístas.
Por otro lado, el país que no existe sí es reconocido, y encima subvencionado, por los caritativos de la izquierda europea, y el dinero va a llenar los bolsillos de sus dirigentes y las amantes de sus dirigentes. El pueblo, desde luego, no ve un céntimo de ese dinero, porque sus dirigentes saben muy bien que el país no existe; y si no existe, tampoco tiene pueblo, y tampoco necesita escuelas ni hospitales; ya que cuando están enfermos vienen al país que no reconocen a hacerse ver y curar por sus médicos —sin pagar, desde luego, porque si no lo reconocen, tampoco pueden pagar a alguien que no reconocen.
Este país que no existe recibe agua y electricidad del país que sí existe pero no es reconocido, y como no lo reconoce tampoco paga el agua y la electricidad que recibe. Nadie puede negar que Israel pertenece a esta tierra y esta tierra pertenece a Israel…. pero lo niegan.
Nadie puede afirmar que aquí existió jamás otro país, reino, república, califato o lo que sea, sin embargo lo afirman. Y todavía hay quienes se declaran expertos en el asunto… pero ¿expertos en qué? ¿En reconocer que no nos reconocen? Y si no nos reconocen ¿por qué tenemos que reconocerlos nosotros a ellos?
En resumen, déjense de pavadas… Los que no nos quieren reconocer, a la porra. Y nosotros en paz… a inventar nuevas medicinas y nuevos adelantos tecnológicos.