E nfrentarse a situaciones nuevas puede generar la necesidad de modificar aspectos de la conducta para adaptarse efectivamente a las exigencias de las nuevas circunstancias. A lo largo de su vida, el ser humano se enfrenta a crisis normativas, las cuales conllevan diferentes respuestas adaptativas ante el estrés. Estas crisis se refieren a cualquier cambio, por ejemplo mudanzas, estudios, trabajo, todo lo referente al día a día.
Por el contario, las crisis no normativas se representan con situaciones no esperadas, por ejemplo enfermedades, accidentes, etc. Estas son las que movilizan en mayor medida a la persona y suponen el reto de mantener la fuerza y la confianza plena en el Creador.
Cualquier situación de cambio puede generar estrés. Pero por otro lado, sin cambio no hay crecimiento. Por tanto, debemos someternos a cierta dosis de estrés para ser mejores personas, lograr más resultados, disponer de capacidades y alejarnos de las limitaciones. Este estrés se traduce en bienestar, refinamiento y autorrealización. Visto de esta manera, se puede entender que el estrés es benéfico para el organismo, denominándose entonces “eutrés”.
De forma contraria, si permitimos que el estrés nos paralice se convertirá en “distrés”, que significa dolor, aflicción o desolación, siendo este el que causa perjuicios a la salud: enfermedades, malestar general, poca estima personal y escasa energía para actuar. El cuerpo se agota, y es cuando aparecen los problemas fisiológicos, emocionales y sociales.
Para protegerse de las amenazas causadas por situaciones estresantes, se emplean diversas estrategias conocidas como “estilos de afrontamiento”, que tienen como finalidad disminuir el malestar. El afrontamiento eficaz incluirá todo aquello que permita a la persona tolerar, minimizar, aceptar o incluso ignorar aquella situación que no puede dominar por sus propios medios.
Sin embargo, algunas estrategias pueden ser nocivas, como cuando utilizamos ciertos medios para escapar o evitar aquello que debemos trabajar; por ejemplo comer en exceso, beber alcohol sin moderación, asumir pensamientos irreales o improductivos, o simplemente no hacer nada esperando que la situación se resuelva por sí misma.
Las estrategias efectivas implican trabajar por el problema y lidiar con él. Una herramienta de afrontamiento por excelencia es la búsqueda espiritual, apegarse a Dios, considerar de forma constante la re-evaluación positiva de todos los eventos que nos suceden; es enfocarse en ver los problemas desde una perspectiva diferente que permita el crecimiento. Es agradecer transitar por ellos, para ser mejores hoy de lo que fuimos ayer.
A fin de promover el bienestar individual, es necesario manejar saludablemente los estresores; esto requiere trabajar en el autocontol emocional, buscar apoyo social, aceptar las responsabilidades, y trazar un plan de acción que determine alcanzar metas en las diversas áreas de la vida: espiritual, personal, familiar, laboral y social. “Quien tiene algo ‘por qué’ vivir, es capaz de soportar cualquier ‘cómo’”.
*Sicóloga