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Pablo Sklarevich
Q uizá uno de los momentos más significativos en la rara aparición conjunta que mantuvieron en Washington, en mayo de 2016, el príncipe saudita Turki al-Faisal y el ex asesor de Seguridad Nacional, general Yaakov Amidror, se refirió al proceso de paz palestino-israelí.
“No entiendo por qué el gobierno de Netanyahu no agarra la oferta presentada en 2002 y trabaja no solo con EEUU sino con el mundo árabe para establecer la paz”, manifestó visiblemente molesto el ex jefe de inteligencia y ex embajador saudita en Washington, al Faisal, refiriéndose a la iniciativa de la Liga Árabe. “No se requiere una revelación divina o el genio de Einstein para saber que cómo será la paz: dos Estados, intercambios mutuos de territorio y compromiso recíproco”.
“Necesitamos un socio serio en la negociación del lado israelí”, acusó al Faisal, “no alguien que un día dice ‘acepto la solución de dos Estados’ y al día siguiente dice que no”.
En respuesta, Amidror recriminó que el acuerdo marco, o los parámetros, del presidente norteamericano Barack Obama presentados ante el presidente palestino Mahmud Abbás, en marzo de 2014, nunca tuvieron una respuesta.
“Los norteamericanos pusieron el documento sobre la mesa y dijeron: ‘En base a este documento queremos que ambas partes negocien’. El primer ministro dijo: ‘No me gusta. Tengo reservas. Pero si los norteamericanos dicen que es un buen documento, lo aceptaré’”, rememoró Amidror. “Luego le dieron el documento a Abu Mazen (Mahmud Abbás) y este dijo: ‘Tengo que consultarlo con mi gente en Ramallah’. Todavía está consultando”.
Recientemente, el diario Haaretz reveló con lujo de detalles el contenido del documento. El reporte confirma que Netanyahu aceptó el acuerdo marco y añade que Abbás rechazó un primer borrador y nunca respondió al segundo.
El informe de Haaretz pone a Netanyahu en una situación embarazosa frente a su electorado de derecha (probablemente para el regocijo de la prensa liberal).
Pero por sobre todas las cosas refleja que los esfuerzos de la administración Trump para reactivar y llevar a buen puerto el proceso de paz no será algo fácil.
No es la primera vez que los palestinos desaparecen en el momento decisivo. Sucedió en Camp David, en el 2000, y nuevamente en Taba, en 2001, en las negociaciones entre el entonces primer ministro, Ehud Barack, y el líder palestino Yasser Arafat; y entre el ex primer ministro, Ehud Olmert, y Abbás, en 2007. Algunos analistas malintencionados sospechan que es un patrón de conducta que se repite.
Fuente: Aurora. Versión NMI.