En contraste con las actitudes occidentales que consideran que el uso de la fuerza es incivilizado y anacrónico, los habitantes del Medio Oriente lo consideran una opción legítima en la caja de herramientas de los actores internacionales
Efraim Inbar*
Los gobiernos de muchas capitales del mundo han expresado repetidamente su aprensión por la escalada del conflicto de Gaza y la guerra de desgaste de Hezbolá contra Israel. Temen mayor violencia, más víctimas y una expansión del número de participantes regionales en la guerra. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, envió portaviones a la región para señalar su deseo de evitar la escalada, y ha repetido en varias ocasiones su famosa advertencia, “No lo hagan”, con un éxito limitado.
Esos temores y advertencias y los numerosos llamados a la moderación son comprensibles, en particular para el público occidental, pero no son muy útiles. En primer lugar, estos pronunciamientos expresan una genuina renuencia a usar la fuerza, pero la mayoría de la gente en Medio Oriente los ve como debilidad, un rasgo despreciado por estos lados. En contraste con las actitudes occidentales que consideran que el uso de la fuerza es incivilizado y anacrónico, los habitantes del Medio Oriente lo consideran una opción legítima en la caja de herramientas de los actores internacionales.
Además, es popular. Hamás ganó enorme popularidad entre los palestinos por su ataque del 7 de octubre contra Israel. Los israelíes aprecian los asesinatos selectivos exitosos, y estos también son muy respetados por sus aliados árabes.
En muchas situaciones, subir la escalera de la escalada es probablemente la mejor manera de poner fin a la violencia. De hecho, las incursiones y atrocidades de Hamás fueron resultado directo de la política de contención aplicada durante años por Israel. En lugar de escalar e imponerle un alto precio a Hamás para cambiar su cálculo estratégico, Israel prefirió absorber muchos ataques con cohetes y se abstuvo de una respuesta fuerte que pudiera conducir a una escalada. Esto solo le dio tiempo a Hamás para desarrollar sus capacidades militares, y adquirir el poderío para resistir una ofensiva israelí que ahora está en su décimo mes.
Miembros de Hezbolá con lanzaderas de cohetes, durante un ejercicio militar en el sur del Líbano en 2023
(Foto: Agencia Tasnim – Wikimedia Commons)
De la misma manera, la renuencia de Israel a tomar la delantera en el Líbano permitió a Hezbolá construir un formidable arsenal de misiles. Esta organización se ha convertido en un monstruo que desde el 8 de octubre lleva adelante, sin inmutarse, una guerra de desgaste contra Israel. Con la bendición de Irán, logró vaciar el norte de Israel de sus habitantes y obligar a las FDI a desplegar grandes formaciones militares al sur de la frontera libanesa, que serían necesarias para alcanzar una victoria más rápida en Gaza.
La guerra de desgaste es el mejor resultado para la estrategia iraní centrada en la población, y el peor escenario posible para Israel. La existencia de más de cien mil misiles en manos del líder de Hezbolá, Hassan Nasrala, después de haber cruzado el Rubicón de librar una larga guerra de desgaste, es una situación intolerable para Israel. Solo una escalada destinada a eliminar el arsenal de misiles puede poner fin a esta guerra de desgaste.
En el caso libanés, la “solución diplomática” que impulsan los estadounidenses y franceses es un espejismo. No se puede confiar en que Hezbolá cumpla durante mucho tiempo un acuerdo que no sirva a sus fines, y el contingente de las Naciones Unidas en el sur del Líbano, asignado para impedir la invasión de Hezbolá hacia la frontera israelí, ha demostrado su inoperancia.
Las incursiones y atrocidades de Hamás fueron resultado directo de la política de contención aplicada durante años por Israel. En lugar de escalar e imponerle un alto precio a Hamás para cambiar su cálculo estratégico, Israel prefirió absorber muchos ataques con cohetes y se abstuvo de una respuesta fuerte que pudiera conducir a una escalada
La guerra contra Hezbolá es inevitable; Israel tal vez tenga que esperar a que se den circunstancias más favorables, pero llegarán.
La disposición a intensificar la guerra y a asumir costes adicionales indica la determinación de alcanzar los objetivos necesarios. La victoria en la guerra se logra no solo con una mayor capacidad para exigir costos al enemigo, sino también con la capacidad de soportar el dolor y el sufrimiento.
Por lo tanto, el hecho de que se perciba a alguien con predilección por la escalada ayuda a la disuasión. El miedo a las represalias tiene un efecto calmante en muchos temperamentos en todo el mundo; esta es la causa de la conducta amenazante del acosador en un barrio difícil. Desafortunadamente, el Medio Oriente es uno de esos barrios. La disuasión debe mantenerse en el tiempo mediante el uso ocasional de la fuerza; este es su único lubricante, no las palabras.
La aversión al riesgo suele ser alabada en muchos círculos y situaciones internacionales. Sin embargo, la moderación en el ámbito estratégico es problemática. Podría interpretarse como una debilidad fatal y podría invitar a la agresión. Así es como los acosadores interpretan las cosas, en particular en la variedad del Medio Oriente.
Obviamente, cada situación requiere un cálculo separado de oportunidades y riesgos. Pero el consejo pavloviano de actuar con moderación, y las advertencias contra una escalada, indican una falta de comprensión del juego estratégico que juegan los actores violentos del Medio Oriente. Términos como buena voluntad, confianza y búsqueda de estabilidad tienen un significado diferente en el vocabulario empleado por los radicales de la región. Irán y sus aliados quieren desestabilizarla. Todos quieren que Estados Unidos se vaya y que los regímenes de los aliados de Estados Unidos caigan y sean sustituidos por islamistas radicales.
La existencia de más de cien mil misiles en manos del líder de Hezbolá, Hassan Nasrala, después de haber cruzado el Rubicón de librar una larga guerra de desgaste, es una situación intolerable para Israel. Solo una escalada destinada a eliminar el arsenal de misiles puede poner fin a esta guerra de desgaste
No se les puede persuadir de que se abstengan de conspirar contra Occidente y sus aliados regionales. La diplomacia tiene poco valor. Los occidentales que rinden culto a la santidad de la vida no están plenamente conscientes de que los radicales islamistas están dispuestos a hacer muchos sacrificios y soportar mucho dolor. Irán ha estado sometido a sanciones económicas de diversa intensidad durante décadas, sin que estas hayan tenido apenas impacto en sus políticas.
En el análisis final, la única persuasión eficaz es el uso de la fuerza. Esto requiere la voluntad de intensificar la lucha por la libertad y otros valores occidentales. Hay que derrotar a los radicales islamistas; se puede debatir el momento de la escalada, pero no el curso de acción a seguir.
*Presidente del Instituto de Estrategia y Seguridad de Jerusalén y director del Departamento de Estrategia, Diplomacia y Seguridad Nacional del Shalem College.
Fuente: The Jerusalem Post.
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.