Estados Unidos dispone de los medios militares, diplomáticos y financieros necesarios para poner fin al terrorismo islamista y al chantaje de Hamás. Por el momento, no hay otra alternativa para garantizar la seguridad absoluta de la población israelí
Freddy Eytan*
El plan de Trump para Gaza ha provocado una protesta generalizada en el mundo árabe, en las cancillerías europeas y en los medios de comunicación. Sin conocer realmente todos los aspectos del nuevo proyecto estadounidense, el rechazo automático, en particular de Francia, demuestra que la comunidad internacional está estancada en un paradigma obsoleto que no ha evolucionado desde 1948.
Seguimos repitiendo las mismas consignas vacías sobre la creación de un Estado palestino, sin admitir que todas las negociaciones y los acuerdos firmados nunca han desembocado en una paz viable y definitiva. Por el contrario, han reforzado el frente del rechazo y han alentado el terrorismo islamista. Las insoportables imágenes de los tres rehenes israelíes que aparecieron horriblemente delgados el 8 de febrero de 2025 junto a los terroristas de Hamás, muestran claramente el cruel rostro de esa organización palestina. ¿Cómo podemos entonces confiar el poder en Gaza a criminales, a una banda de asesinos? ¿Cómo podemos evitar una nueva masacre como la del 7 de octubre y una nueva guerra sangrienta y permanente? Lo principal es garantizar que Gaza nunca más represente una amenaza para el Estado judío.
Miles de palestinos que habían sido desplazados hacia el sur regresan al norte de la Franja de Gaza, como consecuencia del cese de fuego
(Foto. Reuters)
El plan de Trump no es perfecto y es muy complicado de implementar sobre el terreno, pero antes de implementarlo debemos liberar a todos los rehenes y desalojar a Hamás del poder. Por supuesto, no podemos trasferir a cientos de miles de palestinos por la fuerza. Sin embargo, este plan en su conjunto tiene el gran mérito de querer llevar a cabo un proyecto grandioso y original en interés de la paz, la normalización diplomática y la coexistencia entre israelíes y árabes.
El presidente estadounidense, que sinceramente quiere expulsar a los terroristas de Gaza y poner fin al conflicto, remueve las cosas y propone con valentía una visión diferente y generosa para resolver la cuestión palestina. Ha tenido éxito en poner al descubierto la falsedad de la corrección política. Al tiempo que aclara la historia, toma en consideración seriamente todos los factores para tener éxito en el proyecto.
Las reacciones negativas y las críticas cínicas eran previsibles. A diferencia de sus predecesores, el presidente Donald Trump no se anda con rodeos, y con su discurso franco está decidido a ganar la partida. Quiere demostrar al mundo que Estados Unidos es una superpotencia capaz de dictar la agenda global, y llevar a cabo gigantescos proyectos pacíficos contra viento y marea. ¿Por qué no aplaudirlo, saludar y alentar todos los esfuerzos estadounidenses, y sumarse al proyecto a pesar de todas las limitaciones? ¿No es algo en interés de la paz regional e internacional?
La solución del problema palestino es una cuestión compleja y única. No se puede resolver según los criterios históricos europeos. El problema no es solo territorial, y no se parece a las disputas que vivimos en el pasado con Jordania y Egipto o entre Francia y Alemania.
Seguimos repitiendo las mismas consignas vacías sobre la creación de un Estado palestino, sin admitir que todas las negociaciones y los acuerdos firmados nunca han desembocado en una paz viable y definitiva. Por el contrario, han reforzado el frente del rechazo y han alentado el terrorismo islamista
Tras la amarga experiencia de los Acuerdos de Oslo, pero sobre todo después del 7 de octubre de 2023, lo primero que debemos hacer es adoptar medidas socioeconómicas urgentes. Hoy la Franja de Gaza está en ruinas, inhabitable. La bomba demográfica corre el riesgo de estallar con todos sus problemas humanitarios y sanitarios. La abrumadora mayoría de los palestinos quiere reconstruir sus casas y trabajar con dignidad, pero se ven manipulados por dirigentes irresponsables, corruptos y llenos de odio.
Más allá del fanatismo religioso, es evidente que el desempleo, la pobreza y la desesperación alimentan la incitación a los actos terroristas. Después de erradicar las redes de Hamás debemos crear empleos, zonas industriales e invertir en infraestructuras. Construir un puerto marítimo y un aeropuerto internacional, y permitir a los habitantes de Gaza viajar al extranjero. Arabia Saudita y los Emiratos del Golfo serán los donantes. Egipto puede sumarse a las obras y contribuir con mano de obra, invertir en la construcción y el desarrollo de una serie de iniciativas y proyectos importantes para el turismo y la economía en el norte del Sinaí, con especial énfasis en la región de El Arish.
De esta manera, a través de iniciativas concretas, será posible mejorar la vida cotidiana de los habitantes de Gaza, evitando al mismo tiempo la reanudación de las hostilidades. La nueva estrategia estadounidense-israelí pondrá fin definitivamente a esta situación insostenible que se está produciendo a solo 50 kilómetros de Tel Aviv. Mejorará la posición de Israel dentro de la comunidad internacional y beneficiará a nuestra economía.
Estados Unidos tiene los medios militares, diplomáticos y financieros para poner fin al terrorismo islamista y al chantaje de Hamás. Por el momento, no hay otra alternativa para garantizar la seguridad absoluta de la población israelí.
En este momento, el plan de Trump parece simplista, utópico e irrealizable por muchas razones, pero deberíamos estudiarlo seriamente, porque no hay otras soluciones creíbles. Hasta ahora, las guerras, el terrorismo, los boicots y las sanciones no han logrado nada; por el contrario, han empeorado la situación
Trump tendrá que presentar a los jefes de Estado árabes un hecho consumado, y exigirles que actúen en consecuencia. ¿Por qué sí es posible de trasformar los desiertos de Arabia Saudita, Dubai o Bahréin? ¿El mundo árabe y la comunidad internacional ya no quieren resolver el destino de los refugiados palestinos? ¿Hasta cuándo se prolongará el problema? ¿Cómo podemos poner fin a la desolación, al sufrimiento, y evitar un retorno a la Edad Media?
En este momento, el plan de Trump parece simplista, utópico e irrealizable por muchas razones, pero deberíamos estudiarlo seriamente, porque no hay otras soluciones creíbles. Hasta ahora, las guerras, el terrorismo, los boicots y las sanciones no han logrado nada; por el contrario, han empeorado la situación.
Recordemos que la apertura de la embajada estadounidense en Jerusalén, una decisión histórica de Donald Trump, también provocó una protesta general, pero desde 2018 funciona perfectamente. El traslado de la embajada de Tel Aviv a Jerusalén también borró el anexo de la famosa Resolución 181 de las Naciones Unidas que preveía, por iniciativa de Francia, la internacionalización de la Ciudad Santa.
En conclusión, es muy lamentable que algunos países occidentales se nieguen a reconocer la evidencia histórica y la realidad cotidiana del Medio Oriente. Persisten en la política del avestruz, y nunca admitirán su fracaso. En realidad, expresan su ingratitud hacia un aliado esencial de Estados Unidos simplemente para satisfacer, como de costumbre, las fantasías de los palestinos.
*Diplomático, ex asesor principal del Ministerio de Asuntos Exteriores que sirvió en las embajadas de Israel en París y Bruselas, fue el primer embajador de Israel en la República Islámica de Mauritania, e investigador del Centro de Seguridad y Asuntos Exteriores de Jerusalén.
Fuente: Israel Hayom.
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.
1 Comment
No sé puede dejar ese ni ningún territorio en manos de esos criminales.