Samuel Auerbach
I mportantes fuentes en varias partes del mundo, incluso en Israel, aseguran que los ataques terroristas perpetrados por los palestinos contra civiles israelíes son provocados por la “ocupación”. Los que esto opinan se refieren a los territorios de Cisjordania que el ejército israelí limpió de enemigos durante la Guerra de los Seis Días en el año 1967, y que Israel retiene para ser negociados durante conversaciones directas que no impliquen un riesgo para su seguridad.
Así lo afirmó y lo sigue afirmando su primer ministro, Benjamín Netanyahu, cuando expresa estar de acuerdo con el establecimiento de dos Estados para dos pueblos en el Medio Oriente.
Es completamente inexacto lo que se asegura, porque son innumerables los atentados terroristas que los palestinos perpetraron en el suelo que hoy es Israel, mucho antes del año 1967, cuando nadie se quejaba de la “ocupación”. El pleno apoyo que el mutfi de Jerusalén le demostró a Adolfo Hitler durante la reunión que ambos mantuvieron en el año 1941, las matanzas de judíos durante el Mandato Británico, los ataques a las comunidades israelíes después de rechazar la partición de Palestina resuelta por las Naciones Unidas en el año 1947, son pruebas convincentes de que el motivo de los atentados no es la “ocupación”.
El motivo es otro: el odio a los “judíos descendientes de repugnantes animales” y el deseo palestino de no compartir con ellos las tierras del Medio Oriente. Así lo demostró Yasser Arafat en el año 2000, cuando rechazó el plan de paz presentado en Camp David por el presidente Bill Clinton y el primer ministro Ehud Barak. También lo demostró Abu Mazen en 2008, cuando rechazó la oferta de Ehud Olmert de devolver el 93% de los territorios, y dejar solo el 7% para intercambiar por tierras en el desierto del Néguev adyacentes a la Franja de Gaza. La cuestión de Jerusalén quedaba pospuesta para un pacto posterior. No valieron para nada los ventajosos ofrecimientos que les permitían levantar su Estado con comodidad, ni las dolorosas retiradas territoriales que Israel efectuó.
Queda claro entonces que el motivo real de los atentados terroristas es ese sentimiento antiisraelí inspirado en un innato antisemitismo, muy arraigado entre la mayoría de los palestinos y entre las dictaduras árabes que rodean al Estado de Israel. Cabe tener en cuenta que la actual generación de palestinos, desde su primera infancia, fueron fanatizados contra los judíos y contra los israelíes en especial.
Se podrá crear un Estado palestino vecino si los interlocutores árabes demuestran que quieren paz con Israel, y ambas partes se presten a aceptar valientes renunciamientos. Pero no cesarán los atentados terroristas en Israel ni las provocaciones desde sus fronteras, mientras sigan existiendo en el Medio Oriente países, grupos y organizaciones que luchan por echar a los israelíes al mar.
Fuente: Aurora.
Versión NMI.