Rabino Isaac Cohén*
La matzá, a pesar de ser el pan de la redención, es también el pan de la aflicción. “El pan de la aflicción que comieron nuestros padres”, tal como está escrito en la Hagadá.
Una dualidad que forma parte de la esencia del judaísmo. Todo momento de júbilo y regocijo deja un resquicio abierto a una nota de aflicción. Durante la alegre celebración del matrimonio, el novio rompe un vaso y así recuerda a todos los presentes que el Templo de Jerusalén continúa en ruinas. El huevo del Séder de Pésaj, según muchas opiniones, posee la misma connotación.
Ha llegado la primavera y nos disponemos a celebrar el Jag HaJerut, la fiesta de la liberación, de la salida de Egipto, y sin embargo algunos de nuestros hermanos siguen arbitrariamente privados de libertad y es probable que no podrán estar presentes en sus hogares. Atravesamos tiempos de dificultad, de angustia y de dolor. Primero, un injustificable y atroz torbellino de asesinatos, torturas, ultrajes y secuestros en contra de centenares de civiles indefensos. Luego, las consabidas injurias y amenazas a las que tristemente estamos acostumbrados. Después, los discursos hipócritas y engañosos que convierten a los agresores en víctimas, y en desalmados asesinos (¡es el colmo!) a quienes a riesgo de su propia vida intentan rescatar a nuestros hermanos en cautiverio.
Sí, es cierto: nuevamente los enemigos de nuestro pueblo nos atacan, nos acosan y nos hostigan. Pero, nuevamente y gracias al Todopoderoso, la mayoría de nosotros podremos celebrar Pésaj junto a nuestras familias y amigos. Y también nuevamente leeremos en la Hagadá: Shebejol Dor Vador Omedim Alenu Lejalotenu VeHakadosh Baruj Hu Matsilenu Miyadam, “En cada generación y generación se alzan contra nosotros para destruirnos, pero el Santo Bendito Él nos salva de sus manos”.
Y así nuevamente será: Dios nos salvará, siempre y cuando nos esforcemos, cumplamos mitzvot y estudiemos Torá. El esfuerzo es, por ejemplo, el de los soldados que están en el frente, las mujeres (madres, hermanas, esposas e hijas) que aguardan por ellos, y todos aquellos que de una u otra manera tienen la posibilidad de apoyarlos.
Las mitzvot constituyen la maravillosa oportunidad de que cada uno de nosotros participemos en la salvación del pueblo de Israel, en cualquier lugar en el cual nos encontremos, a través del cuidado de simples preceptos que están al alcance de nuestras manos. Excelente y admirable el estudio de las matemáticas, la física, la química, la astronomía —en vísperas de Rosh Jodesh Nisán hubo un eclipse de sol reseñado por todos los medios de comunicación—, la medicina, las artes y cualquier otra disciplina, pero también y necesariamente el estudio de la Torá.
“Donde no hay harina no hay Torá, y donde no hay Torá no hay harina” (Avot 3:21). Pues la harina, el pan, el sustento que hace posible la existencia del pueblo de Israel es la Torá y no otra cosa. Sin embargo, más importante que todo aquello es el Ajdut, la unión. En cualquier discusión todos tienen su cuota de razón, la Guemará es el innegable ejemplo de ello. Pero lo importante no es tanto quienes tengan la mayor cantidad de razón, sino quienes tienen la sincera voluntad de formar parte de la solución y no del problema. ¿Y cuál es la solución? La reina Ester nos legó una receta infalible: “Anda y reúne a todos los judíos” (Meguilá 4:16). Cuando haya un problema, todos los judíos sin excepción, quienes estén de acuerdo con nosotros y quienes no lo estén, deben reunirse y permanecer uno junto al otro, concentrándose no en ahondar la brecha sino en generar espacios que hagan posible la mutua cooperación. Así, de ese modo, el Todopoderoso escuchará nuestro clamor y nos salvará.
Nuevamente leeremos en la Hagadá: Shebejol Dor Vador Omedim Alenu Lejalotenu VeHakadosh Baruj Hu Matsilenu Miyadam, “En cada generación y generación se alzan contra nosotros para destruirnos, pero el Santo Bendito Él nos salva de sus manos”
Al mencionar a Ester, vienen a colación los milagros ocultos, milagros que ocurren porque nuestro pueblo se ha salvado como en el caso de Purim, cuando una serie de eventos encadenados resultan en Gueulá. Y tenemos en estos últimos días, el fin de semana del 13 y 14 de abril del 2024, un milagro descubierto, la mano de Dios protegiendo a Israel. Más de trescientos cohetes, misiles y drones enviados sobre Israel, con explosivos letales. Una noche de angustia, en la cual no hubo víctimas ni daños. Una noche de eventos inéditos que pudieron ser mortales y dramáticos, y un amanecer de tranquilidad en vísperas de Pésaj, en pleno mes de salvación. Nisán, mes de milagros, de intervención al descubierto de Dios Todopoderoso.
Que tengamos todos un Pésaj Kasher Vesaméaj. Que todos nuestros hermanos que sufren, que padecen cautiverio y que están alejados, sean redimidos y devueltos a la cálida luz de sus hogares y sean acogidos en el brillante esplendor de la Torá. Que el Todopoderoso, en su infinita misericordia, perdone nuestras faltas y siempre, aunque no lo merezcamos, se acuerde de nosotros. Y digamos todos Amén.
*Rabino principal de la Asociación Israelita de Venezuela.
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