Ricky Ben David*
La compañía israelí Wilk (antes Biomilk) producirá leche cultivada para bebés sin usar animales. La organización acaba de obtuver una patente estadounidense para sus métodos y tecnologías.
Wilk producirá leche cultivada “de vaca” y leche materna humana a base de células. Esto sitúa a la empresa en camino de ampliar su desarrollo y entrar en un mercado de productos lácteos valorado en más de 800.000 millones de dólares en 2020. También en el sector de preparados para lactantes, que se espera que alcance más de 100.000 millones de dólares en 2026.
La patente exclusiva, concedida por la Oficina de Patentes y Marcas de EEUU, protege la propiedad intelectual de la empresa. A su vez, cubre los métodos y sistemas que Wilk desarrolló para el cultivo y separación de los componentes de la leche de las células cultivadas. La empresa se centra ahora en procesos para aumentar el volumen de producción, informa el director general de Wilk, Tomer Aizen.
Para la leche cultivada de origen animal, Wilk utiliza células de mamífero que luego se cultivan en biorreactores. Son combinadas con una “salsa secreta” desarrollada por la empresa; Aizen se refiere así a los procesos basados en una década de investigación propia de Nurit Argov-Argaman y Maggie Levy, ambas de la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Argov-Argaman y Levy cofundaron Biomilk en 2018, y la firma salió a la Bolsa de Tel Aviv el año pasado en un acuerdo de fusión SPAC (compañía de adquisición de propósito especial).
Los procesos de Wilk también se aplican a la producción de leche materna humana, incluyendo las grasas y proteínas que constituyen partes importantes de su valor nutricional, a partir de células obtenidas de cirugías de reducción mamaria.
La patente incluye el proceso de secreción que desarrolló Wilk para que las células se comporten «como en los mamíferos», y ahora la compañía «se enfoca en un sistema para incrementar el volumen de producción», explica Aizan. La visión de Wilk es «ofrecer productos únicos a las industrias que necesitan esos ingredientes para integrarlos en sus propios productos».
El año pasado, Wilk firmó un acuerdo estratégico con Central Bottling Company, también conocida como Coca-Cola Israel, para desarrollar productos basados en su tecnología de leche cultivada. Coca-Cola Israel es propietaria de la cooperativa láctea Tara, la segunda empresa de procesamiento de leche más grande de Israel con alrededor del 12% del mercado. Como parte del acuerdo, Coca-Cola Israel acordó invertir un total de dos millones de dólares en Wilk.
Aizen indica que Wilk pronto pasará de la etapa de investigación y desarrollo a una fase piloto, y espera llegar al mercado con “queso o yogurt que contenga nuestros componentes de leche cultivada” para 2024.
Las operaciones de cultivo de leche humana de la compañía probablemente tomarán más tiempo, estima Aizen, ya que se requiere un importante trabajo preliminar regulatorio “y muchas más etapas por superar”.
Wilk es una de varias empresas israelíes de tecnología alimentaria que desarrollan leche cultivada sin animales, cada una en una etapa de desarrollo diferente. Remilk, por ejemplo, recaudó recientemente $120 millones para producir leche, queso y yogurt sin vacas, con capacidades de producción que ya están en marcha.
El equipo de Wilk en su sede de Rehovot (Foto cortesía de Wilk)
Sin embargo, Wilk es una de las pocas empresas del mundo en el sector de la leche materna cultivada. Una compañía estadounidense, Biomilq, declaró el año pasado que era la «primera en el mundo» en crear leche humana cultivada con células a partir de células mamarias fuera del cuerpo humano. La firma, con sede en Carolina del Norte y fundada en 2019, toma células de las glándulas mamarias, las alimenta con nutrientes para que puedan proliferar, y luego las trasfiere a un biorreactor, donde continúan multiplicándose para crear un proceso de producción de leche. Pero el producto de Biomilq no es bioidéntico a la leche materna, explica la compañía.
En Singapur, TurtleTree desarrolló un ingrediente lácteo clave, la lactoferrina, que se usa en fórmulas infantiles para regular la absorción de hierro en el cuerpo, y que hasta ahora se derivaba de las vacas. TurtleTree dice que ha producido con éxito lactoferrina de origen humano, y está pasando a la etapa comercial para hacer que la fórmula sea nutricionalmente más parecida a la leche humana.
Aizen señala que si bien «nada puede reemplazar la lactancia materna» por sus beneficios significativos y valor nutricional complejo, incluidos los anticuerpos clave que se trasmiten a los bebés, Wilk es “la primera compañía que puede acercarse tanto, porque trabajamos [únicamente] con leche humana», sin nutrientes ni componentes añadidos.
La oferta de Wilk podría ser una buena alternativa para quienes prefieren dar leche humana a sus bebés pero enfrentan dificultades para amamantar, para bebés nacidos prematuramente, o para los que no pueden consumir fórmula infantil comercial.
Pero Wilk no busca necesariamente reemplazar la fórmula infantil, y Aizen sugiere que las compañías de fórmulas pueden ser aliadas. “Es una situación en la que todos ganan. Queremos trabajar junto a la industria, y estamos buscando socios que puedan llevarnos allí. Las oportunidades son infinitas”, y añade que el objetivo es obtener un producto nutricionalmente mejor y a un costo comparable al de las fórmulas.
Wilk tiene su sede en Rehovot, y emplea a unas 20 personas en sus divisiones de leche animal cultivada y leche humana. Según Aizen, los distintos equipos comparten conocimientos y colaboran en la investigación, pues los sistemas son similares.
*Redactora y editora de Tecnología en The Times of Israel.
Fuente: The Times of Israel.
Traducción y versión Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.