El pasado lunes 15 de mayo, la Universidad Metropolitana otorgó un doctorado Honoris Causa a la insigne escritora Elisa Lerner, por su extensa y reconocida trayectoria en diversos géneros literarios, especialmente la dramaturgia y la crónica.
El Consejo Superior de la Unimet había acordado conferirle esta distinción a principios de 2020, pero a causa de la pandemia el acto se había postergado. En aquella oportunidad, Lerner expresó: “Cuando me dieron la noticia me eché a llorar, en esas lágrimas estaba un homenaje a mi hermana Ruth, una gran luchadora por los mejores valores y el civismo del país, que desde muy joven se enfrentó a una dictadura y en la democracia su labor fue siempre por la educación en el país. Pensé en mis ancestros y en la gente de mi generación, escritores que ya no están, grandes narradores como Salvador Garmendia y Adriano González León”.
Debido a sus condiciones de salud Lerner tampoco pudo asistir físicamente al acto del lunes, por lo cual la rectora de la Unimet, María Isabel Guinand, se trasladó varios días antes al hogar de la homenajeada para hacerle entrega de la correspondiente medalla y diploma.
Momentos en que la rectora de la Unimet, María Isabel Guinand, coloca la medalla y entrega el diploma del doctorado honorífico a Elisa Lerner
Al presentar a la escritora durante el evento en el Paraninfo de la Unimet, el profesor e historiador Rafael Arráiz Lucca expresó: “Elisa Lerner se inscribe en una tradición luminosa de escritores venezolanos (poetas, ensayistas, narradores, cronistas), criados en el ámbito bicultural del judaísmo y la venezolanidad, entre quienes se encuentran Elías David Curiel, Teodoro Petkoff, Isaac Chocrón, Alicia Freilich, Ben Amí Fihman, Susana Rotker, Cesia Hirshbein, Roberto Lovera De Sola, Sonia Chocrón, Moisés Naím, Jacqueline Goldberg, Martha Kornblith, Victoria Benarroch, Manuel Fihman, Gabriela Kizer, entre otros que, seguramente, escapan a mi memoria. Todos ellos, profundamente venezolanos, fervorosamente venezolanos”, destacó Arráiz Lucca.
El Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua concluyó sus palabras aseverando que “la mirada de la realidad que tiene Elisa Lerner, y se advierte en toda su obra sin excepción alguna, es aguda, mordaz, irónica (sin condescender con el sarcasmo) y, también, amorosa y poco piadosa. Su escritura nos envuelve en un decir caraqueño, de percepciones sicológicas que solo la inteligencia profunda advierte. Por supuesto, en una trama como esta, es imposible que el humor no esté presente, un humor sutil, delicado, como corresponde con el espíritu enfáticamente femenino de la autora. Nada más ajeno a la obra literaria de Elisa que la vulgaridad. Por lo contrario, toda ella respira en la elegancia, el cosmopolitismo y la facultad alquímica de trasformar cualquier hecho cotidiano en un acontecimiento memorable”.
El profesor e historiador Rafael Arráiz Lucca durante sus palabras de presentación de la homenajeada, en el Paraninfo de la Universidad Metropolitana
A través de un discurso emitido en video durante el evento, Lerner se mostró agradecida con la Universidad Metropolitana y rememoró cómo nació su pasión por la escritura.
“Soy solo una modesta escritora venezolana. Es mi única razón de ser. Tuve unos padres afectuosos. Sin embargo, a veces pienso que mi verdadera genealogía es quizá la ardua del lenguaje. Les diré el porqué: tuve la suerte de nacer en este país, en Valencia, estado Carabobo, poco antes de la muerte del general Gómez, uno de nuestros grandes rústicos. Y, para felicidad de mi madre, la breve familia se mudó de inmediato para Caracas. Mis padres llegaron desde Rumania en barcos que no eran, precisamente, barcos de festejo.
Proyección del discurso en video de Elisa Lerner
“Pienso que lo que he querido expresar en mis incompletas páginas es la añoranza de un idioma maternal que no llegó a ser mío cuando mi madre, de un momento a otro, dejó de cantar a la chiquilla que entonces era una de las acostumbradas cancioncillas en alemán. Los totalitarismos, entre otras, traen tragedias lingüísticas. Como muchos judíos de habla alemana, no quiso seguir haciéndolo en el idioma de los verdugos de su pueblo. Mis padres para entenderse buscaron ese idioma de reemplazo y desamparo que supo engrandecer Isaac Bashevis Singer. De modo que, a partir de lo que creí una pobreza lingüística en el hogar, sin estar muy consciente de ello, encontré la abundancia lingüística en los libros que fueron la felicidad y pasión en mi infancia. Si acaso soy escritora es porque hubo en esos libros el hallazgo de un prodigioso hogar lingüístico. No en balde, lenguaje y país fueron para esta servidora una misma amorosa gramática”.
Cabe señalar que durante el acto también se confirió un doctorado honorífico al historiador Germán Carrera Damas.
Con información de unimet.edu.ve y archivo NMI.