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Bautizada formalmente en marzo pasado en la Librería Kalathos del Centro Cultural los Galpones, y también en la Feria del Libro del Caribe (Filcar) realizada en la isla de Margarita, La señorita que amaba por teléfono está destinada, desde ya, a convertirse en un clásico de las letras contemporáneas nacionales
P ara nadie es un secreto que la de Elisa Lerner es una de las prosas de más altos quilates de la literatura venezolana, y más allá, como se comprueba en Así que pasen cien años, grueso tomo de más de 800 páginas que contiene todas las crónicas de la Lerner y que fue publicado el año pasado (ver NMI Nº 2011 en http://bit.ly/2q6DnP1 ). Es por ello que la aparición de su segunda novela no puede sino ser recibida con alegría, en un contexto que poco de esa emoción nos brinda últimamente. Y es una alegría que viene muy a propósito, pues esta novela rescata del olvido la memoria histórica del país.
Según palabras de Alberto Márquez, en la presentación de la novela en marzo pasado, “la tarea de Elisa, la que tal vez desde su primera juventud se le impuso, fue la de hacer memoria. No es poca cosa en un país al que siempre se ha caracterizado justo por lo contrario: desmemoriado, olvidadizo, de pasiones pasajeras y efímeras. Y esta íntima, casi obsesiva necesidad, proviene del temor fundamentado de que se vayan perdiendo, irremediablemente, los recuerdos del país, es decir, su memoria, es decir, su alma”.
Esta segunda novela de Elisa Lerner nos trae un espejo en el cual vernos como sociedad, con todos nuestros vicios y virtudes, que tanto nos cuesta reconocer. Por eso sus personajes suelen tener vidas truncas, destinos errados, que se hacen llevaderos gracias a una prosa cincelada en piedra de tan sólida y permanente, la cual mezcla sin fisuras los diálogos teatrales, las reflexiones ensayísticas, el lenguaje de altos vuelos poéticos y la rica tesitura de la novela.
Bienvenida, pues, esta nueva novela de Elisa Lerner con la que ganamos todos como país. Y si no, recordemos sus propias palabras: “¿No es la literatura ese país distinto al que se acude cuando la soledad de la historia hace casi inexistente ese otro donde se nace?”.
Redacción NMI
La génesis de la novela
“Esta novela la escribí en medio de las pérdidas. En 2007 se muere Adriano [González Lerón]. Nadie me dice nada de Eugenio [Montejo] y me llama, la noche antes de mi cumpleaños, la viuda de Juan Sánchez Peláez, Malena, y me dice ‘Acaba de morir Eugenio, no quiero que eso coincida con tu cumpleaños, que es mañana’. Eso fue en 2008. Siempre se lo agradeceré. Trabajé en 2010, 2012, 2013 y 2014. En 2014 murió mi hermana, pero trabajé. Soy de poco corregir. Yo soy muy distraída, porque tengo el sueño sesgado. Pero esa manera de escribir no es artificial, me sale así. ¿Por qué? Quizá porque es el español que yo aprendí en la escuela, era el diálogo de mi hermana conmigo, que era oyéndola aprendiéndose los poemas. Era el lenguaje de la poesía. Porque mi madre se negó a hablarme en alemán, era el lenguaje de los verdugos del pueblo judío. Ellos hablaban en idish, pero yo no entendía mucho”.
Entrevista con Hugo Prieto
Publicada en el portal Prodavinci.
Febrero de 2017.