Ronald Lauder*
E lie Wiesel era más que un escritor reverenciado. Él fue además un maestro para muchos de nosotros. Él nos enseñó sobre los horrores de Auschwitz. Nos enseñó sobre Judaísmo, sobre Israel, y sobre no permanecer en silencio frente a la injusticia.
Elie señaló una vez: “Esto es lo que debemos hacer: no dormir bien mientras haya gente sufriendo en alguna parte del mundo, no dormir bien mientras alguien sea perseguido, no dormir bien mientras haya gente hambrienta aquí o allá, no dormir bien mientras alguien esté enfermo y no haya nadie para ayudarlo, no dormir bien mientras alguien en alguna parte te necesite”.
Él nunca durmió. Y despertó a otros cuando vio injusticias. Siendo él mismo un sobreviviente del genocidio nazi, sabía sobre qué hablaba cuando difundió la situación de la gente perseguida en Ruanda, en la ex Yugoslavia y otras partes del mundo.
A través de sus muchos libros y artículos, trajo el Holocausto a la conciencia del público como ningún otro escritor.
Elie se sentía en casa en todas partes, en el Viejo Mundo y en el Nuevo, en idish, húngaro, francés, inglés y hebreo. Se sentía cómodo ante los líderes mundiales, y muchos presidentes y estadistas buscaban su consejo. Aunque siempre hablaba con voz suave, su mensaje era claro y franco.
Elie fue también un declarado defensor de Israel. Cuando él hablaba siempre tenía algo que decir, y la gente lo escuchaba.
Hace ya casi 30 años que a Elie Wiesel se le concedió el Premio Nobel de la Paz. Lo que el Comité del Nobel dijo entonces sobre él mantiene su vigencia:
“Elie Wiesel ha surgido como uno de los guías y líderes espirituales más importantes, en una época en que la violencia, la represión y el racismo continúan caracterizando al mundo. Wiesel es un mensajero para la humanidad: su mensaje es de paz, expiación y dignidad humana. Su creencia de que las fuerzas que enfrentan al mal en el mundo pueden salir victoriosas la obtuvo con dificultad. Su mensaje se basa en su propia experiencia personal de total humillación y absoluto desprecio por la humanidad que presenció en los campos de la muerte de Hitler. Su mensaje asume la forma de un testimonio, repetido y profundizado a través de los trabajos de un gran autor”.
Hoy, judíos y no judíos alrededor del mundo lamentan la muerte de un hombre que fue indudablemente uno de los grandes educadores y pensadores judíos de los últimos 100 años. Su desaparición deja un vacío que será imposible de llenar. Pero al mismo tiempo, sus escritos vivirán.
Nuestros corazones están con la esposa de Elie, Marion, ella misma sobreviviente del Holocausto y una importante luchadora por la justicia, y su hijo, Elisha. Juntos crearon la Fundación Elie Wiesel por la Humanidad, que realiza un trabajo maravilloso en la lucha contra la indiferencia y la injusticia.
Hemos perdido al testigo mejor articulado del mayor crimen de la historia. Sin Elie Wiesel en el mundo, ahora toca a cada uno de nosotros plantarnos ante los negacionistas. Tras su fallecimiento tendremos que trabajar un poco más, porque ya no tendremos a Elie para recordarnos lo que sucede cuando el mundo permanece silencioso e indiferente ante el mal. Ahora es nuestra labor, y la de nuestros hijos y nietos, asumir el relevo y trasmitir al mundo el mensaje de esperanza y paz de Elie Wiesel.
Quiera el Señor confortar a todos los dolientes de Sión y Jerusalén.
*Presidente del Congreso Judío Mundial.
Fuente: The Times of Israel.
Traducción NMI.