La desaparición física de Elie Wiesel es la del testigo más importante que quedaba de la Shoá. Será recordado, en el mundo judío y la humanidad toda, como el primer sobreviviente que escribió en nombre de las víctimas, el que le otorgó rostro y voz a quienes habían desaparecido en el genocidio. Su obra será por siempre estudiada y reverenciada.
C omo testigo de los horrores del Holocausto, Elie Wiesel decía sentirse obligado a escribir. Y a través de sus decenas de libros y artículos, así como cientos de conferencias y entrevistas, él difundió sus oscuras historias sobre el genocidio que aniquiló a seis millones de judíos.
A lo largo de varios diálogos que tuvieron lugar a principios de la década de 1970, Wiesel explicó al investigador estadounidense sobre el Holocausto James Cargas que, para él, ser escritor era cumplir su misión en la vida. Estos diálogos fueron publicados en 1976 con el título de Conversaciones con Elie Wiesel.
“Los verdaderos escritores desean contar la historia, simplemente porque creen que pueden lograr algo con ello: sus vidas no serán inútiles, no pasarán en vano. Los verdaderos lectores quieren escuchar historias que enriquezcan sus propias vidas para entenderlas. Lo que está pasándome te está pasando a ti. Tanto el lector como el que escucha participan en la misma historia, y ambos la hacen la historia que es”, dijo Wiesel a Cargas.
Hasta la muerte de Wiesel el 2 de julio a los 87 años de edad, millones de lectores alrededor del mundo habían “participado” en su historia. Otros millones lo harán.
La siguiente es una breve selección de las muchas palabras de Wiesel.
“El sufrimiento humano que sucede en cualquier parte concierne a los hombres y mujeres de todas partes”.
“Para el sobreviviente que decide testificar, esto está claro: su deber es servir de testigo para los muertos y para los vivos. Él no tiene el derecho de privar a las generaciones futuras de un pasado que pertenece a nuestra memoria colectiva. Olvidar no solo sería peligroso, sino ofensivo; olvidar a los muertos sería equivalente a matarlos por segunda vez”.
“No soy tan ingenuo como para creer que este pequeño libro cambiará el curso de la historia, o sacudirá la conciencia del mundo. Los libros ya no tienen el poder que alguna vez tuvieron. Quienes se mantuvieron en silencio ayer permanecerán en silencio mañana”.
“Pertenezco a una generación que con frecuencia se ha sentido abandonada por Dios y traicionada por la humanidad. Aun así, pienso que no debemos renunciar a ninguno de ellos”.
“¿Fue ayer, o hace mucho tiempo, que aprendimos cómo los seres humanos han sido capaces de lograr la perfección en la crueldad? ¿Que para los asesinos, los torturadores, es normal, y por ende humano, actuar inhumanamente? ¿Deberíamos entonces apartarnos de la humanidad?”.
“Siempre debemos tomar partido. La neutralidad ayuda al opresor, nunca a la víctima. El silencio alienta a quientortura, nunca al torturado. A veces hay que intervenir. Cuando vidas humanas están en peligro, cuando la dignidad humana está en riesgo, las fronteras y sensibilidades nacionales se vuelven irrelevantes. Si en algún lugar hombres o mujeres están siendo perseguidos por su raza, religión u opiniones políticas, ese lugar debe convertirse, en ese momento, en el centro del universo”.
“Si alguien nos hubiese dicho en 1945 que en el trascurso de nuestras vidas habría guerras religiosas en casi todos los continentes, que nuevamente miles de niños morirían de inanición, no lo habríamos creído. Si nos hubiesen dicho que el racismo y el fanatismo florecerían de nuevo, no lo habríamos creído”.
“Recordar es un acto noble y necesario. La llamada de la memoria, la llamada a la memoria, nos llega desde el propio amanecer de la historia. Ningún mandamiento aparece con tanta frecuencia, con tanta insistencia, en la Biblia. Tenemos el deber de recordar el bien que hemos recibido y el mal que hemos sufrido”.
“Puede haber momentos en que somos impotentes para evitar la injusticia, pero nunca debe haber un tiempo en que fracasemos en protestar”.
“Cierren sus ojos y escuchen. Escuchen los gritos silenciosos de las madres aterrorizadas, las plegarias de los ancianos y ancianas angustiados. Escuchen las lágrimas de los niños. Niños judíos, entre ellos una hermosa niña de cabellos dorados,cuya vulnerable ternura nunca me ha abandonado. Miren y escuchen mientras ellos caminan hacia las llamas oscuras, tan gigantescas que el planeta mismo parecía estar en peligro”.
¿“Pero quién será el último sobreviviente, el último que cuente la historia, el que diga como el profeta Jeremías: ‘Yo soy él, yo estuve allí’? ¿Quién será nuestro testigo? ¿Qué le ocurrirá a nuestro legado?”.
“Este kadish está aún en nosotros, y algunas veces me pregunto si, en todos mis escritos, estoy haciendo alguna otra cosa o solo diciendo kadish”.
“Con frecuencia sentimos cansancio y melancolía y estamos cerca de la desesperación, no solo por el pasado, sino también por el presente. En otras palabras, por lo que fue hecho por tantos, en tantos niveles, a la memoria de nuestro pasado”.
“Lo opuesto al amor no es el odio, es la indiferencia. Lo opuesto a la belleza no es la fealdad, es la indiferencia. Lo opuesto a la fe no es la herejía, es la indiferencia. Y lo opuesto a la vida no es la muerte, sino la indiferencia entre la vida y la muerte”.
US News & World Report (1986)
“No creo en accidentes. Solo hay encuentros en la historia. No existen los accidentes”.
International Herald Tribune (1992)
“Para mí, cada hora es una bendición. Y siento gratitud en mi corazón cada vez que puedo encontrarme con alguien y ver su sonrisa”.
O: The Oprah Magazine (2000)
Fuente: The Times of Israel.
Traducción NMI.