La reconocida directora y productora, fallecida en Los Ángeles el pasado 28 de agosto, cumplió una importante trayectoria en las artes escénicas
Elia Schneider, destacada directora, productora y docente de teatro y cine, falleció el pasado 28 de agosto en Los Ángeles, California, tras una prolongada enfermedad.
Originaria de nuestra comunidad, estudió en el Colegio Moral y Luces “Herzl-Bialik”, época en la que ya mostró su talento artístico al coreografiar bailes y montar actos teatrales improvisados.
Tras cursar la carrera de Sicología en la Universidad Católica Andrés Bello, estudió una maestría en Dirección de Teatro en la New York University (NYU). Posteriormente fundó su propio grupo, Teatro Dramma, y trabajó en el prestigioso teatro La Mama de Nueva York.
(Foto: Ramsés Díaz)
Simultáneamente había producido cortometrajes, y aunque consideraba que su mayor pasión era el teatro, poco a poco fue incursionando en el cine; obtuvo un certificado en la School of Continuing Education de la NYU, y realizó un curso de video en Global Village. Recientemente se desempeñó como docente en la Academia de Actuación Stella Adler de Los Ángeles, ciudad donde se había radicado; su taller “Fundamentos de Arte Escénico: Técnica Adler en español” era considerado uno de los mejores de esa escuela.
Su primera película de éxito fue Sicario (1999), de la que fue productora y directora de casting, y que ganó 27 premios internacionales; esta fue seguida por Huelepega: ley de la calle (2000), en la que fungió como guionista y directora. Schneider calificó el rodaje de este filme como una “guerrilla”, pues organismos gubernamentales como el Instituto Nacional del Menor trataron de impedir que se realizara y se le retiraron todos los permisos de filmación. Aun así logró proyectarse en el país, obtuvo 15 premios nacionales e internacionales y fue pre-nominada al Oscar, lo cual se repitió con Oro Diablo (2003), donde fue productora y directora de casting.
Otro gran éxito fue la comedia Punto y Raya, que dirigió en 2004 y con la cual el actor Edgar Ramírez comenzó a destacar en el celuloide. Esta producción ganó 30 premios internacionales, y fue también pre-nominada al Oscar y al Globo de Oro.
Otras obras de su filmografía fueron El Don (2005), Un lugar lejano (2009), Esclavo de Dios (donde fue productora, 2010), Des-autorizados (guionista y directora, 2010), y Solo (guionista y productora, 2011).
Su última película fue Tamara (2016), inspirada en la vida de Tamara Adrián, abogada transexual venezolana, activista por los derechos de las mujeres y de las minorías sexuales y diputada a la Asamblea Nacional.
Punto y Raya (2004) fue uno de los filmes más taquilleros de Elia Schneider, quien en realidad no buscaba el éxito comercial sino la denuncia social
(Foto: YouTube)
También debe mencionarse que Schneider trabajó en varias producciones de televisión en la década de 1990, y hasta dirigió la ópera Edipo Rey en 2003.
El periodista Juan Antonio González escribió en el diario El Universal de Caracas: “Se podía o no estar de acuerdo con la manera en la que, en lo formal o en lo discursivo, presentaba en sus películas problemáticas sociales como las de los niños de la calle, pero sería mezquino no reconocer en Elia K. Schneider a una de las cineastas venezolanas de más diáfana visión sobre aquello que quería hacer de su oficio: un lanzallamas capaz de estremecer conciencias o, cuanto menos, capaz de obligar a la discusión pública de aquellos temas de los que, en colectivo, solemos hacemos la vista gorda”.
Elia era esposa y madre de cineastas: contrajo matrimonio con el productor uruguayo José Ramón Novoa, y su hijo, Joel Novoa, también se dedica al séptimo arte con méritos propios.
Siempre destacó el hecho de ser hija de sobrevivientes de la Shoá, y quizá por ello otorgó preponderancia a personajes que se sobreponen a todos los obstáculos. En una entrevista otorgada en 2007 a la revista Hebraica Magazine de nuestro centro comunitario, Schneider se expresó así sobre la influencia judía en su trabajo: “Me interesa la esencia judía, que me ha influido totalmente, no a nivel de la tradición sino a través de los problemas humanos, sobre todo por cómo se abordan la vida y la muerte. Eso es lo que me interesa de la parte judía y quiero tocar, yo soy bastante judía en eso. No te das cuenta pero lo llevas, en el judaísmo hay una forma de ver el mundo que es muy particular”.
Sami Rozenbaum