Es triste, porque refleja un patrón persistente de nuestro pueblo en el que los propios judíos se cuentan entre nuestros mayores detractores
Herb Keinon*
Mi primera reacción cuando escuché el lunes por la mañana que un judío ganador del Oscar rechazaba públicamente su judaísmo, fue la misma que cuando escuché al rabino jefe amenazar con que si el Estado obliga a los estudiantes de yeshivá a servir en las FDI, se irán. el país: “¿A quién le importa?”.
Así como la amenaza de que los estudiantes de la yeshivá harían las maletas y se irían no me conmovió –si se quieren ir, que se vayan–, tampoco me conmovió el rechazo de Jonathan Glazer a su judaísmo, que creí haber escuchado.
Glazer no sería el primer judío en la historia que rechaza su judaísmo, por el motivo que sea, ni será el último. Pero el judaísmo perdurará mucho después de que Glazer se haya ido y su película sea olvidada.
Solo un poco después vi la cita de Glazer, y entonces me confundí. Aunque leyó un texto escrito previamente –lo que significa que había pensado un poco en sus palabras–, no estaba claro qué dijo el recién elegido ganador del Oscar por una película con el tema del Holocausto.
Junto a los coproductores judíos de su película, James Wilson y Len Blavatnik, Glazer dijo: “Nuestra película muestra a dónde conduce la deshumanización; en el peor de los casos, moldeó todo nuestro pasado y presente. En este momento estamos aquí como personas que refutan su judaísmo y el Holocausto, secuestrado por una ocupación que ha llevado al conflicto a tantas personas inocentes”.
Jonathan Glazer tras recibir su Oscar
(Foto: Reuters)
Tras ser interrumpido por un aplauso, continuó: “Ya sean las víctimas del 7 de octubre en Israel o el actual ataque a Gaza, todas son víctimas de esta deshumanización. ¿Cómo resistimos?”.
Esos comentarios, como Glazer sabía que sucedería, atrajeron una enorme atención de los medios y causaron revuelo. De pronto se empezó a hablar del judío ganador del Oscar a la mejor película internacional por la película Zone of Interest. Y sus palabras llamaron la atención, aunque no quedó claro a qué se refería exactamente. ¿Quiso decir que él y sus coproductores estaban rechazando su judaísmo, o estaban rechazando que el judaísmo y el Holocausto están secuestrados por la ocupación? ¿Qué significa eso? ¿La “ocupación” se apoderó del Holocausto? ¿Y qué “ocupación” ha “provocado conflictos para tanta gente inocente”? ¿Se refería a la de 1967, o tal vez se refería al establecimiento mismo de Israel en 1948?
Tampoco estaba claro, y sigue sin estarlo, si habló en nombre de Blavatnik, un multimillonario judío nacido en Ucrania que posee una participación mayoritaria en el Canal 13 de Israel, hace donaciones a Birthright Israel y a un banco de alimentos administrado por Jabad en Kiryat Malaji. O si hablaba en nombre de Wilson, quien se ha expresado de manera similar durante los últimos meses.
Aunque las palabras de Glazer fueron ambiguas, y no quedó claro exactamente qué era lo que estaba refutando o rechazando, la conclusión es inequívoca: el director de una película que tiene que ver con los nazis y Auschwitz se pronunció abierta y muy públicamente contra el Estado judío que lucha contra Hamás, la encarnación más reciente de los nazis, una organización que hace apenas cinco meses asesinó, violó, mutiló y secuestró a más de 1400 judíos (el pueblo de Glazer) y no judíos. Y por ese comentario fue aplaudido en Hollywood, esa parte del universo de la que siempre se quejan los antisemitas que está dirigida por una camarilla judía.
Si bien mi respuesta inicial fue “¿A quién le importa?”, pensándolo bien, sí importa, porque es triste y potencialmente dañino. Es triste, porque refleja un patrón persistente en nuestro pueblo, en el que los propios judíos se cuentan entre los mayores detractores de la comunidad judía. Esto no es nuevo; la historia judía está repleta de ejemplos mucho más atroces. Pero aunque la historia abunde en precedentes, eso no evita que ver ejemplos en tiempo real de esta tendencia sea menos desalentador.
También es triste por el silencio de los otros judíos que subieron al escenario de los Oscar (Steven Spielberg, por ejemplo) y no dijeron nada en defensa de Israel, sobre los rehenes o las mujeres israelíes violadas por Hamás.
El director de una película que tiene que ver con los nazis y Auschwitz se pronunció abierta y muy públicamente contra el Estado judío que lucha contra Hamás, la encarnación más reciente de los nazis. Y por ese comentario fue aplaudido en Hollywood, esa parte del universo de la que siempre se quejan los antisemitas que está dirigida por una camarilla judía
La guerra con Hamás ha creado un nuevo término para describir a aquellos judíos que critican públicamente a Israel y siempre lo hacen precediendo sus críticas con la frase “como judío”, como si por haber nacido judíos tuvieran mayor credibilidad y más autoridad moral para atacar al Estado judío.
Lo que mostró la declaración de Glazer ha sido demasiado evidente en los últimos cinco meses: mientras que los “como judíos” no tienen miedo de hablar en voz alta y muy públicamente –de hecho, lo disfrutan–, los prominentes “judíos comunes y corrientes” que apoyan a Israel están menos dispuestos a hablar abiertamente en apoyo de Israel, aparentemente por temor a una reacción violenta.
¿Y por qué es esto potencialmente peligroso? Por dos razones. En primer lugar, quienes critican a Israel utilizarán las palabras de los judíos contra Israel como refuerzo de sus sentimientos antiisraelíes y, a menudo, antisemitas. “No nos culpen por presentar a Israel bajo una luz malvada”, dirán, “mira lo que dicen algunos judíos”.
Por ejemplo, el título de un fragmento del discurso de Glazer publicado en línea por la agencia de noticias estatal turca Anadolu decía: “Jonathan Glazer, de ascendencia judía, condena la guerra de Israel en Gaza durante su discurso en los Oscar”. Entonces, si Glazer, de ascendencia judía, puede condenar la guerra de Israel contra Gaza y decir que Israel ha “secuestrado” el Holocausto, ¿quién puede acusar al presidente turco Recep Tayyip Erdogan de antisemitismo por comparar al primer ministro Benjamín Netanyahu con Hitler?
También es potencialmente peligroso, porque judíos prominentes que atacan a Israel podrían convencer a la gente que se encuentra en el medio, que no ha tomado una posición sobre este conflicto, de que Israel está equivocado. Después de todo, podrían razonar: “Los mismos judíos ganadores del Oscar lo dicen”, aunque se trate de un judío ganador del Oscar del que no habían oído hablar hace 10 minutos, y cuya película en alemán es poco probable que vean.
Una solución a este problema: que judíos ganadores del Oscar que digan exactamente lo contrario. Desafortunadamente no están ahí, algo que el discurso de Glazer permitió destacar en forma deprimente.
Editor y analista senior en The Jerusalem Post.
Fuente: The Jerusalem Post.
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.