El doble rasero que se está aplicando a Israel por parte de dirigentes políticos y medios de comunicación solo puede calificarse como nauseabundo. Israel es juzgado según un estándar que no emplean sus propios aliados
Rachel O’Donoghue*
La trágica muerte de siete trabajadores humanitarios en Gaza en un ataque con drones de las FDI ha cambiado sin duda la dirección de la guerra de Israel contra Hamás.
Mientras las FDI admitieron haber cometido “graves errores” en el ataque a un convoy de vehículos de la ONG World Central Kitchen (WCK), se acumula la presión sobre Israel para que acepte un alto el fuego inmediato en la Franja, así como otros términos propuestos por Hamás. Inmediatamente después, Israel destituyó a dos oficiales militares y reprendió a varios otros.
El punto que ha sido ignorado por la gran mayoría de los expertos de los medios y los políticos, mientras se alinean para criticar a Israel, es que sostener el incidente del WCK como prueba de que debe haber un alto el fuego inmediato equivale a decir que Hamás debe permanecer en el poder.
Algunas de las críticas más duras dirigidas a Israel provienen de sus aliados más firmes, incluidos Estados Unidos y el Reino Unido, que anteriormente no habían llegado a pedir un alto el fuego inmediato e incondicional. El ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido, Lord David Cameron, por ejemplo, advirtió que el apoyo británico a Israel “no es incondicional”, al tiempo que describió las muertes de los trabajadores de WCK como “trágicas y evitables”. Por su parte, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, emitió una declaración el 2 de abril, pocas horas después del incidente, en la que pedía una “investigación exhaustiva” que produzca una “rendición de cuentas”. “Lo que es aún más trágico es que este no es un incidente aislado. Este conflicto ha sido uno de los peores de los últimos tiempos en términos de cuántos trabajadores humanitarios han muerto”, añadió en su comunicado.
Un funcionario de la ONU inspecciona uno de los vehículos de World Central Kitchen destruidos por error por las FDI
(Foto: WCK)
Estas críticas se reflejaron en la prensa internacional. Un editorial de The Observer argumentó que “solo un alto el fuego en Gaza puede salvar [a Israel] de la peor crisis de su historia”, y pidió “una investigación internacional independiente sobre el escandaloso asesinato la semana pasada de siete trabajadores humanitarios de World Central Kitchen”. «La investigación interna de las FDI y su limitada admisión de error no excusan ni explican el comportamiento de gatillo fácil del ejército, y los continuos problemas sistémicos con los objetivos», añadió el editorial.
En un artículo en The Guardian, Nesrine Malik describió el incidente de WCK como evidencia de que “Israel se ha vuelto salvaje”. The Wall Street Journal intentó revisar lo que llamó los “errores mortales del ejército de Israel en Gaza”, en un artículo que indicaba cómo el ataque al convoy de ayuda había “cristalizado una amplia reacción internacional contra la guerra de Israel en Gaza”.
Sin embargo, la rápida e implacable reacción al incidente de WCK por parte de los líderes internacionales y los medios de comunicación ha expuesto otro problema: una flagrante hipocresía, en la que Israel es juzgado según un estándar que no se aplica a sus aliados.
El columnista de opinión Brendan O’Neill estuvo entre el puñado de expertos de los medios que denunciaron este doble rasero en un artículo para The Spectator:
David Cameron encontró una fachada. El Ministro de Asuntos Exteriores está arengando a Israel por el trágico asesinato involuntario de siete trabajadores humanitarios en Gaza y, sin embargo, él supervisó una guerra en la que esos horrores del “fuego amigo” eran algo común. De hecho, más de siete personas murieron en atentados accidentales con bombas bajo la dirección de Cameron. Fue durante la intervención en Libia de 2011. En esa incursión encabezada por la OTAN, de la que Cameron, entonces primer ministro, fue un socio entusiasta, numerosos libios murieron como resultado de bombas mal dirigidas. Las cosas se pusieron tan mal que los aliados de Occidente empezaron a pintar los techos de sus vehículos de color rosa brillante, en un esfuerzo por evitar los misiles de la OTAN”.
Otro artículo de opinión en Newsweek, escrito por el abogado internacional de derechos humanos Arsen Ostrovsky y el experto en guerra urbana John Spencer, señaló cómo una consecuencia inevitable de la guerra es que siempre “ocurrirán errores” y que Estados Unidos también ha cometido fallos similares durante sus conflictos:
Los propios Estados Unidos, durante su retirada de Afganistán en agosto de 2021, mataron por error a un trabajador humanitario y nueve miembros de su familia (incluidos siete niños), al atacar el vehículo equivocado en un bombardeo con drones en Kabul. De manera similar, los miembros de la OTAN también han matado, inadvertida y erróneamente, a civiles, como en Libia en 2011, cuando 13 personas, incluidos trabajadores de ambulancias, murieron por el llamado “fuego amigo”.
Durante la intervención de la OTAN en Libia en 2011, de la que Cameron, entonces primer ministro, fue un socio entusiasta, numerosos libios murieron como resultado de bombas mal dirigidas
Un artículo publicado en el Daily Mail por el columnista Richard Littlejohn denunció los “nauseabundos” dobles raseros que el caso de WCK ha puesto de manifiesto. Al relatar los acontecimientos que siguieron a la muerte de su amigo, el corresponsal de ITN Terry Lloyd, quien pereció junto a otros periodistas en un ataque estadounidense contra su vehículo que estaba claramente marcado en las afueras de Basora, Iraq, en marzo de 2003, Littlejohn escribió:
Una investigación posterior dictaminó que Terry había sido asesinado por tropas estadounidenses, y su abogado dijo que había sido víctima de un «crimen de guerra muy grave». Nadie fue acusado nunca. La conmoción causada por su muerte fue tan traumática para su familia y amigos como para los de los tres valientes trabajadores humanitarios británicos asesinados por las fuerzas israelíes en Gaza esta semana. Pero nadie en ese momento exigió que la coalición liderada por Estados Unidos, que incluía a 46.000 militares británicos, se retirara inmediatamente de Iraq, permitiera que Saddam Hussein permaneciera en el poder, y abandonara la búsqueda de lo que resultaron ser unas inexistentes armas de destrucción masiva.
Cada persona inocente que muere en esta guerra es una tragedia, ya sean trabajadores humanitarios internacionales o civiles palestinos. Sin embargo, sugerir que los trágicos accidentes de Israel son de alguna manera únicos o más graves que otros, es una hipocresía del más alto nivel.
*Periodista y abogada británico-israelí.
Fuente: HonestReporting.
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.