Caroline Glick*
El silencio de los judíos de Estados Unidos ante el creciente antisemitismo es asombroso.
El 30 de mayo, durante la festividad de Shavuot, los miembros de Black Lives Matter (BLM) llevaron a cabo un pogromo en Fairfax, la comunidad judía más antigua de Los Ángeles, en gran parte poblada hoy por judíos ultraortodoxos. Vandalizaron cinco sinagogas y tres escuelas judías. La mayoría de los negocios judíos en la avenida Fairfax fueron saqueados.
Como Daniel Greenfield informó en Frontpage, Allyson Rowen Taylor, cofundador de StandWithUs, compartió un reporte de los disturbios en los que se coreaba «F**k a la policía y maten a los judíos». Aryeh Rosenfeld, cuya tienda fue saqueada, declaró a The Jerusalem Post que cuando iba a defender su negocio había personas que pasaban por las calles gritando “¡jo…iendo a los judíos!» a los dueños de las tiendas judías.
El graffiti en la sinagoga de la congregación Bet El en Fairfax, Los Ángeles
(Foto: JTA)
Greenfield reveló que los judíos no fueron víctimas incidentales en una noche más de disturbios «antirracistas» por parte de BLM. BLM en Los Ángeles es liderado por declarados antisemitas que tienen lazos íntimos con la virulentamente antisemita Nación del Islam.
En los últimos años, tanto la directora de BLM en Los Ángeles, Melina Abdullah, como su hija Thandiwe Abdullah, cofundadora de la Vanguardia Juvenil de BLM, han acumulado amplios registros de diatribas antisemitas y halagos al líder de la Nación del Islam, Louis Farrakhan. Este, quien ha alabado a Hitler, recientemente calificó a los judíos como «termitas», y siempre critica obsesivamente al judaísmo y a los judíos.
Como deja claro en su carta fundacional, BLM es estructuralmente antisemita.
Mientras acusa a Israel de cometer «genocidio», culpa al Estado judío de la guerra de Estados Unidos contra el Islam militante. Su carta establece: «Estados Unidos justifica y avanza en la guerra mundial contra el terrorismo a través de su alianza con Israel, y es cómplice del genocidio que tiene lugar contra el pueblo palestino».
Según ese documento, la ayuda militar de Estados Unidos a Israel es la causa de los problemas de EEUU. Alegan que debido a esa ayuda militar, “cada año miles de millones de dólares de los contribuyentes estadounidenses se canalizan a cientos de corporaciones armamentistas, que luego realizan campañas de cabildeo para obtener aún más ayuda militar extranjera. Los resultados de esta política son dobles: no solo desvía fondos tan necesarios de la educación y los programas sociales, sino que hace que los ciudadanos estadounidenses sean cómplices de los abusos cometidos por el gobierno israelí».
En otras palabras, Israel es la raíz de los problemas de Estados Unidos, tanto dentro del país como en el extranjero.
La negativa a cubrir el pogromo de Los Ángeles deja en claro que la mayoría de los medios de comunicación estadounidenses han aceptado los límites a la libertad de expresión dictados por la izquierda. La política de identidad ahora domina a la izquierda en Estados Unidos, y BLM controla la política de identidad
La “carta” acusa a Israel de ser un «Estado de apartheid» y apoya la campaña antisemita de boicot, desinversión y sanciones (BDS). También exige una acción local, estatal y federal contra Israel. Entre otras cosas, BLM exige que el presupuesto militar de EEUU se reduzca en un 50%, «lo que conducirá al cierre de más de 800 bases militares de EEUU y el resto del mundo, la eliminación de la venta de armamento a los violadores de humanos derechos, la reducción del almacenamiento de armas nucleares, y la traída de vuelta de todas las tropas de los actuales teatros de guerra».
Entonces, en BLM el antisemitismo no es una simple falla. Es una característica fundamental. El odio a Israel y a los judíos es parte de su ADN.
Esto nos trae de regreso al pogromo de Shavuot en Los Ángeles. Dos aspectos de ese evento muestran la naturaleza cada vez más problemática de la relación entre la comunidad judía y la izquierda estadounidense. La primera es la indiferencia de los medios a la violencia antijudía. Aparte de algunos reporteros judíos y sitios web ortodoxos, el pogromo de Shavuot fue ampliamente ignorado. Y cuando se informó sobre ello, el carácter deliberadamente antisemita de los ataques fue minimizado o desconocido por completo.
La negativa a cubrir el pogromo de Los Ángeles deja en claro que la mayoría de los medios de comunicación estadounidenses han aceptado los límites a la libertad de expresión dictados por la izquierda. La política de identidad ahora domina a la izquierda en Estados Unidos, y BLM controla la política de identidad.
BLM considera a los judíos opresores, no víctimas. Entonces atacarlos no es un acto de intolerancia. Los judíos, particularmente los judíos israelíes, los judíos sionistas y los judíos que se visten de una manera que los identifica como judíos, son un objetivo justo. Después de todo, si el sionismo es nazismo y apartheid, los israelíes, los judíos sionistas y los judíos «judíos» son racistas. El graffiti en la sinagoga de Bet El en Fairfax fue muy claro: «F**k Israel, Palestina Libre».
La sumisión de los medios a la política de identidad quedó expuesta a principios de junio con la renuncia forzada del editor de opinión de The New York Times, James Bennet, y su adjunto, por el crimen de considerar la publicación de un artículo de opinión del senador Tom Cotton donde pedía que los disturbios fuesen sofocados, por la fuerza militar de ser necesario.
Días después, el Times anunció sus reemplazos: Charlotte Greensit de Intercept será editora de opinión y editora gerente asociada del Times.
Greensit es miembro de la mafia. Como tal, el mes pasado participó en el libelo de sangre más reciente de la izquierda, según el cual Israel es responsable del presunto racismo sistémico de las agencias policiales estadounidenses. «Las fuerzas de seguridad israelíes están entrenando a policías estadounidenses a pesar de su historia de abusos contra los derechos humanos”, tuiteó. Se puede esperar que The New York Times, que durante mucho tiempo ha salpicado sus noticias con matices antisemitas, duplique su inclinación antijudía con Greensit en ese cargo.
El segundo aspecto del pogromo de Shavuot que merece considerarse son las respuestas discretas que generó en la comunidad judía. Además de una declaración pro forma de la oficina en Los Ángeles de la Liga Antidifamación, organización judía que se define a sí misma como el lugar al que acudir para luchar contra el antisemitismo, su reacción ha sido silenciosa. Incluso las comunidades ortodoxas modernas de Los Ángeles no fueron capaces de condenar el ataque contra sus vecinos ultraortodoxos.
Greenfield informó que, al tiempo que las sinagogas ortodoxas modernas extrajeron rápidamente los rollos de la Torá de sus salas de oración para protegerlos de posibles saqueadores, se negaron a condenar a los manifestantes o expresar solidaridad con las víctimas y la policía que impidió la propagación de los disturbios; más bien, los líderes ortodoxos modernos indicaron a sus comunidades que apoyaran a los fanáticos de BLM y expiaran sus propios crímenes racistas imaginarios. Solo los ultraortodoxos felicitaron a la policía y le dieron las gracias.
El silencio de la comunidad judía de Los Ángeles y las organizaciones judías ante los ataques en su contra no es único. En Nueva York los judíos han marchado contra el racismo anti-negro, mientras su comunidad está sujeta a repetidos ataques antisemitas por parte de sus vecinos negros. Pocas y distanciadas han sido las condenas del alcalde Bill DeBlasio, a pesar de los repetidos actos de ataques y discriminación antisemita.
Hace algunas semanas, DeBlasio envió a la policía a cerrar un patio de recreo en el vecindario ultraortodoxo de Williamsburg, en Brooklyn, por violaciones al distanciamiento por el coronavirus. Mientras la policía bloqueaba físicamente a los niños judíos ultraortodoxos para que no entraran al parque, los niños no judíos jugaban alegremente en otros parques de Brooklyn y el resto de la ciudad. DeBlasio no estuvo disponible para bloquear el patio de recreo en persona, porque estaba ocupado participando en una protesta masiva junto a BLM en otra parte de Brooklyn.
Huelga decir que los judíos de Nueva York no solo no se amotinaron en respuesta a la intolerancia de la ciudad contra los niños judíos de Williamsburg. Cuando los líderes judíos locales rompieron las cerraduras del patio de recreo para que los niños jugaran, los judíos de Park Slope y Manhattan no se unieron a ellos. Estaban solos.
Este es el contexto en el que el congresista Elliot Engel, quien durante 16 períodos ha sido presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara, fue derrotado en su carrera para la reelección. Engel fue durante mucho tiempo uno de los partidarios más firmes en el Partido Demócrata de los lazos entre Estados Unidos e Israel, y un demócrata muy liberal.
Siguiendo el “nuevo pacto”: una pancarta expresa apoyo de los judíos a Black Lives Matter en el distrito de Fairfax, mientras varias tiendas de la zona arden por el vandalismo de ese movimiento
(Foto: Jewish Journal)
Jamaal Bowman, el oponente victorioso de Engel, apoya el llamado de BLM a no legislar para poner freno a la campaña BDS. Sostiene que se debe condicionar la ayuda militar estadounidense a Israel a que este haga concesiones a los palestinos. Bowman explica la visión racista de BLM sobre Israel, diciendo que como afroamericano (racialmente oprimido) se identifica con los palestinos. Tanto Bowman como los medios de comunicación que apoyaron su campaña (particularmente los colegas de Greensit en Intercept) se centraron en el apoyo de Engel a Israel. El trasfondo de su enfoque era claro y antisemita: comunicaron el mensaje de que Engel, el judío, es más leal a Israel que a los votantes de su distrito.
En lugar de denunciar a Bowman y sus partidarios por su intolerancia, muchos judíos progresistas lo apoyaron. Como Peter Joseph argumentó en el periódico judío progresista Forward, “la candidatura de Jamaal Bowman le pide a nuestra comunidad que regrese a sus preocupaciones de base amplia, y exige que reconozcamos cuán urgente es abordar y reparar el sufrimiento social, económico y racial en nuestra nación. Como en esta elección se enfrenta un judío blanco que ofrece más de lo mismo contra una voz negra más joven, que ofrece una respuestas a este momento en Estados Unidos, los votantes judíos deben expresar sus aspiraciones para un futuro mejor».
En otras palabras, Engel era demasiado tribal y, por supuesto, demasiado proisraelí.
¿Por qué los judíos estadounidenses se niegan a defenderse? Hay tres posibles explicaciones: o tienen miedo de hablar, o no están conscientes del peligro, o son parte del problema.
Al igual que sus homólogos no judíos, muchos judíos cuyos negocios fueron saqueados por BLM expresaron apoyo y preocupación por sus atacantes. Si bien algunos de ellos simpatizan con las personas que destruyeron su fuente de ingresos, sin duda muchos están demasiado aterrorizados para criticarlos. No necesitan más problemas. Y en la atmósfera actual del gobierno de la mafia, donde la policía encargada de defenderlos está bajo ataque, la precaución puede ser más conveniente.
Por su parte, los judíos ignorantes son producto de su entorno. La mayoría de los judíos estadounidenses son demócratas, y la mayoría de los demócratas obtienen sus noticias de las mismas organizaciones periodísticas que, como miembros de la izquierda dominada por la política de identidad, no informan lo que está sucediendo. Las grandes organizaciones y las sinagogas liberales apoyan abiertamente a BLM. ¿Cómo se supone que los demócratas judíos promedio sepan lo que está pasando?
Esto nos lleva a los judíos que son parte del problema.
¿Por qué los judíos estadounidenses se niegan a defenderse? Hay tres posibles explicaciones: o tienen miedo de hablar, o no están conscientes del peligro, o son parte del problema
Esta semana, un grupo judío de extrema izquierda publicó una carta abierta a la comunidad, exigiendo que los judíos estadounidenses prometan lealtad a un «nuevo pacto» basado en siete nuevos principios. El primer principio es: “Aprobación explícita de Black Lives Matter. Reconocer que Black Lives Matter es una organización que intrínsecamente tiene razón, y que debe aceptarse sin advertencia ni calificación”. Los otros seis principios son extrapolaciones y expansiones del primero.
Entonces, no solo la comunidad no está lidiando con el antisemitismo estructural de BLM; los grupos radicales ahora exigen que el resto de la comunidad haga del apoyo a estos antisemitas, y de abrazar su causa antisemita, el primer principio de un «nuevo pacto» para los judíos estadounidenses. Hasta ahora Hillel International, el Movimiento Reconstruccionista y la Federación Judía de San Francisco, entre otros, han escrito cartas de apoyo al «nuevo pacto».
Hace unos días, The Wall Street Journal hizo un llamado a los miembros de la izquierda política para que despertaran y se opusieran la policía del pensamiento de la política de identidad. Lamentablemente, parece que las víctimas judías de esa política serán las últimas en escuchar o atender el llamado.
*Analista y columnista en medios como The Jerusalem Post, Maariv y Breitbart.
Fuente: Israel Hayom. Traducción NMI.