La simple y triste realidad es que, según todos los testimonios, el cristianismo está a punto de desaparecer allí donde nació, Belén incluida
En estos tiempos en que los cristianos están sufriendo varias formas de persecución en el mundo musulmán, apenas se oye hablar del sufrimiento de los palestinos cristianos.
Open Doors, organización de defensa de los derechos humanos que monitorea la persecución de los cristianos, indica que los cristianos palestinos sufren un “elevado” nivel de persecución, a causa de lo que califica como “opresión islámica”. “Son (…) los cristianos conversos desde el Islam los que se enfrentan a una persecución más grave, y les resulta difícil participar sin riesgos en la vida de las iglesias existentes. En la Margen Occidental son objeto de amenazas y una gran presión, y en Gaza su situación es tan peligrosa que viven su fe cristiana prácticamente en secreto .(…) El influjo de la ideología islámica radical va en aumento, y las confesiones tradicionales tienen que mostrarse diplomáticas en sus tratos con los musulmanes”.
Aunque se suelen publicar informaciones sobre la persecución de los cristianos en otras zonas del mundo musulmán —Pakistán, Egipto y Nigeria son tres ejemplos—, se habla poco de los cristianos que viven bajo el régimen la Autoridad Palestina (AP). ¿A qué se debe? ¿Es que su persecución es mucho menos grave que la de sus correligionarios en el resto del mundo musulmán? ¿O es por su situación única, porque viven en un punto caliente del planeta con muchos intereses políticos y mediáticos en juego?
La persecución de los cristianos en la Autoridad Palestina, un nuevo informe de Edy Cohen publicado por el Begin-Sadat Center for Strategic Studies el 27 de mayo, es muy útil para responder a estas preguntas. En primer lugar, documenta tres casos recientes de persecución anticristiana, ninguno de los cuales fue cubierto por los denominados “medios de referencia”:
Estos tres ataques, que se produjeron en tan solo tres semanas, siguen el mismo patrón de maltrato que los cristianos suelen experimentar en otras regiones de mayoría musulmana. Si bien lo que predomina es la profanación y saqueo de los templos, también hay turbas que se lanzan contra las minorías cristianas siempre que estas —cuyos componentes son percibidos como dhimíes o ciudadanos de tercera clase, meramente tolerados y de los que a menudo se espera que den las gracias por ello— se atreven a alzar la voz por sus derechos, como ocurrió en Yifna el 25 de abril: los vándalos exigieron a los lugareños el pago de la yizia, un impuesto especial que históricamente se imponía a los habitantes no musulmanes de los territorios sometidos a régimen islámico. Las más recientes víctimas de la yizia han sido las comunidades cristianas de Iraq y Siria, en las zonas controladas por ISIS.
Además, como suele ocurrir cuando los musulmanes atacan a los cristianos en países islámicos, “a pesar de los gritos de auxilio [de los cristianos]” de Yifna, la policía de la AP no intervino durante las horas en que duró el asedio. No se detuvo a ningún sospechoso, como tampoco se detuvo a nadie por los dos referidos ataques contra templos cristianos.
En resumen: los cristianos palestinos son objeto de la misma clase de persecución —ataques a iglesias, secuestros, conversiones forzosas— que sus correligionarios en decenas de países musulmanes. La diferencia, sin embargo, es que la persecución de los cristianos palestinos “no recibe cobertura en los medios palestinos”. De hecho, como explica Cohen, “se ha decretado el secreto de sumario en muchos casos”.
Lo único que le interesa a la AP es que estos sucesos no lleguen a los medios. Al Fatah ejerce gran presión sobre los cristianos para que no den cuenta de los actos de violencia y vandalismo que frecuentemente padecen, pues ese tipo de publicidad dañaría la imagen de la AP como agente capaz de proteger la vida y las propiedades de los cristianos que viven sometidos a su régimen. Aún menos quiere la AP ser retratada como una entidad radical que persigue a las minorías religiosas, pues podría tener repercusiones negativas en la masiva ayuda internacional, particularmente europea, que recibe.
Dicho de otra forma: lo esencial para la AP y sus seguidores, los medios y demás, parece ser presentar a los palestinos como víctimas de “la injusta agresión y la discriminación de Israel”. Este relato podría verse en entredicho si la comunidad internacional se enterara de que los propios palestinos persiguen a otros palestinos solo a causa de su religión. Podría ser más difícil recabar las simpatías hacia un pueblo supuestamente oprimido, si se da a conocer que ese mismo pueblo oprime a las minorías que alberga en su seno.
Así que, siendo conscientes de ello, “los funcionarios de la AP ejercen presiones en los cristianos para que no denuncien dichos incidentes, que amenazan con desenmascarar a la Autoridad Palestina como otro régimen del Oriente Medio sujeto a una ideología islámica radical”, escribe Cohen en otro reporte.
Para la AP, mucho más importante que detener a quienes atacan esos lugares cristianos es que esos incidentes no salgan en los medios. Y tienen mucho éxito. De hecho, solo unos pocos medios locales se molestaron en informar de estos últimos allanamientos. Los grandes medios internacionales los han totalmente directamente.
Cabe señalar que a veces se da una dinámica similar en el ámbito de los refugiados musulmanes. Aunque los políticos y los medios occidentales los presentan como perseguidos y oprimidos que necesitan que se les eche una mano, los propios inmigrantes musulmanes persiguen y oprimen a los cristianos que viven entre ellos, a los que aterrorizan en los campos de refugiados o los ahogan en el Mediterráneo.
La simple y triste realidad es que, según todos los testimonios, el cristianismo está a punto de desaparecer allí donde nació, Belén incluida. Como explica Justus Reid Weiner, abogado e investigador que conoce bien la región: “La persecución sistemática de los árabes cristianos que viven en las zonas palestinas es recibida con un silencio casi total de la comunidad internacional, los activistas por los derechos humanos, los medios y las ONG. (…) En una sociedad donde los árabes cristianos no tienen voz ni protección, no es de extrañar que se estén marchando”.
* Especialista en el Medio Oriente y el mundo islámico, miembro del Middle East Forum y del David Horowitz Freedom Center. Autor de Crucified again: exposing Islam’s new war on Christians.
Fuente: elmed.io. Versión NMI.