Hace unos días falleció Mijaíl Gorbachov, y hay quienes no están familiarizados con los avatares de la Guerra Fría ni con la tiranía bajo control soviético, por lo que hoy no comprenden en toda su magnitud lo que significó este apparatchik (miembro del aparato comunista). Prácticamente dirigió una revolución que, pretendiendo reformas en el sistema comunista, dio un drástico vuelco a la historia.
Durante las décadas de represión soviética, los judíos del mundo libre lucharon por la libertad de sus hermanos sojuzgados, en especial de los llamados refuseniks, los judíos soviéticos a quienes se les negó la salida de ese país. A partir de los años 60, numerosas comunidades se adhirieron a las campañas con ese objetivo, estableciendo comités para la defensa del judaísmo en la URSS bajo el lema “Dejad salir a mi pueblo”.
Gorbachov asumió la presidencia de la Unión Soviética en 1985, sin indicios de que se alejaría de sus antecesores que habían gobernado la URSS. Para los judíos, eso implicaba férreas leyes contra la práctica religiosa y su liturgia, contra los ideales sionistas, incluyendo la enseñanza del idioma hebreo e idish. En un tiempo, también Gorbachov preservó la legislación contra la emigración judía: a cientos de miles que anhelaban vivir abiertamente como judíos en Israel u otras partes, se les negaba ese derecho básico de libertad.
Mijaíl Gorbachov en el Kótel, ya como ex presidente, cuando visitó Israel en 1992
(Foto: AP)
Pero, ante el fracaso del comunismo soviético, Gorbachov instituyó una serie de reformas, a través del glasnost (apertura) y de la perestroika (reestructuración). De esta manera, a nivel general, liberó a los presos políticos, permitió elecciones más abiertas, redujo el arsenal nuclear y acrecentó la relación política con Occidente. También alivió las normas represivas contra los judíos, permitió la práctica religiosa, la enseñanza de diversos aspectos del judaísmo, y la publicación de textos en hebreo y en idish, lo que sentó las bases de la reconstrucción del judaísmo ruso.
En 1985, Gorbachov renovó los lazos diplomáticos con Israel y flexibilizó las cuotas de judíos soviéticos con permiso para salir. En ese momento, la población judía de toda la Unión Soviética era de más de dos millones. En 1991, cuando Boris Yeltsin lo sucedió, se había concedido permiso para emigrar a más de 330.000 judíos, y el número siguió aumentando. En 1990, Gorbachov recibió el Premio Nobel de la Paz por ayudar a poner fin a la Guerra Fría, pero sus logros fueron más allá: la introducción de la democracia y la economía de mercado; aunque en la actualidad ese logro se haya desvanecido.
En 1985, Gorbachov renovó los lazos diplomáticos con Israel y flexibilizó las cuotas de judíos soviéticos con permiso para salir. En ese momento, la población judía de toda la Unión Soviética era de más de dos millones
En 1991, en ocasión del 50 aniversario de la matanza de Babi Yar, en la que fueron masacrados miles de judíos por soldados nazis en Ucrania (que formaba parte de la URSS), Gorbachov admitió que la Unión Soviética era profunda y estructuralmente antisemita; sus palabras: “Las semillas venenosas del antisemitismo surgieron en suelo soviético. La burocracia estalinista, denunciando públicamente el antisemitismo, en la práctica lo usó para aislar al país del mundo exterior, contando con el chauvinismo para fortalecer su dominio”.
Algunas personas han expresado sus dudas acerca de la voluntad de Gorbachov para liberar al judaísmo soviético. Señalan que Gorbachov cedió ante la enorme presión que al respecto ejercieron los presidentes Ronald Reagan y George H. W. Bush, así como la primera ministro británica Margaret Thatcher. Sin embargo, el resultado fue absolutamente propicio, el último líder soviético concretó la liberación de los judíos de su país. No hay forma de negar los créditos de Gorbachov, sin duda fue el forjador de ese importante paso en favor de los derechos de unos dos millones de judíos soviéticos.